La Selección Mexicana cerró su participación en el 2020 ante Japón. Los nipones siempre son rivales complicados que parten de su orden y agilidad.
Para el partido jugado en Austria no fue la excepción. La calidad y el trabajo en equipo hizo ver, por mucho tiempo, mejor a los asiáticos que a la Selección Mexicana.
Al inicio del partido hubo paridad, con ambos equipos ‘midiendo el terreno’ pero eso duró menos de 10 minutos. Lo que siguió fue media hora de embates japoneses en la portería tricolor.
Afortunadamente para la causa de la Selección Mexicana, Guillermo Ochoa salió en ‘modo Mundial’ y atajó todo lo que pudo. Mínimo pudieron caer dos goles y los dirigidos por Gerardo Martino no reaccionaban.
No fue hasta poco antes del minuto 40 que la posesión se equilibró, y México llevó el encuentro al descanso, lo que más le convenía en ese momento. Entre los ataques nipones, el Tri pudo respirar un par de veces con pelotazos que no llegaron a generar verdadero peligro.
De lo ridículo a lo sublime
En el complemento vimos a un equipo completamente diferente por parte de la Selección Mexicana, al que nos acostumbró el Tata Martino.
Si bien no tuvo un dominio abrumador, México sí tomó el control de las acciones. Se notó en la libertad de los mexicanos a la hora de atacar, encarando más, además de intentar pases ‘de lujo’. Esto daría frutos al minuto 63 del encuentro, donde Raúl Jiménez abrió el marcador luego de una asistencia de Orbelín Pineda.
Cinco minutos después, uno de los cambios de Martino generó el segundo gol, Henry Martín habilitó al Chucky Lozano quien definió de buena manera para ampliar la ventaja.
Para el resto del encuentro, las condiciones climatológicas provocaron que el partido no transcurriera con normalidad. Japón hizo cambios pero ni así encontró la puerta de Guillermo Ochoa y el Tri tuvo un par de oportunidades más pero no de gran peligro.