Las burlas crecen, pero con la misma intensidad aumenta la desconfianza que ha generado el seno del Cruz Azul en su capacidad de conseguir un título de Liga. El equipo responde a esos estímulos sociales, cumpliendo puntualmente con este estigma. En el momento clave, el equipo se cae, tal como ocurrió el pasado domingo ante Pumas, en la “Cruzazuleada de cruzazuleadas”, por la dimensión de la tragedia que vimos… Algo que sigue pasando desde hace 23 años.
Dicen los memes que: “cada fin de año los mexicanos festejamos nuestra Independencia la noche del 15 de septiembre, el Día de Muertos el 2 de noviembre, nuestra Revolución el día 20, a la Virgen de Guadalupe el 12 de diciembre y el año cierra con una cruzazuleada, las Posadas, la Navidad y el Año Nuevo”.
El fenómeno es una calca: una vez que algún factor rompe la aparente seguridad emocional del equipo, en un momento clave, comienza una reacción en cadena que termina en tragedia”. Los jugadores se ven desencajados, se frustran, discuten entre sí, cometen errores infantiles y al final, cruzazulean.
Pero el medio del futbol y la cultura deportiva mexicana en general, parecen no tener solución a este problema. Aunque parece ser evidente: fortalecer la inteligencia emocional de todo el equipo celeste, con el apoyo de la Psicología del Deporte.
En VAR Deportivo, pedimos una explicación sobre este fenómeno clínico con Angélica Larios, quien pertenece a un Grupo de Intervención Psicológica de la Dirección General del Deporte Universitario (DGDU), que da asesoría a los equipos representativos de la UNAM, con estudios de doctorado en Psicología, por la Facultad de Psicología.
Soluciones simples no ayudan con temas complejos
El primer punto que aclara la experta es que este fenómeno no es una “maldición”. Aunque es la explicación más aceptada y la “más sencilla de resolver”.
“Esta tendencia se conoce como pensamiento mágico, esotérico y, aunque tiene una explicación psicológica está basada en sesgos de información”, dice. Aunque también advierte que la solución más común, culturalmente hablando, es la de una especie de mala suerte o la presencia de un ente maligno, por lo que se niega, o intenta solucionar mediante rituales o amuletos, pero que son una solución simplificada que no ataca las causas del problema.
“Por eso el pensamiento mágico al final tiene solo un poquito de verdad”.
Aclara Angélica Larios
Para la experta, la explicación de lo que pasa con Cruz Azul está generalizada en el medio del futbol. “Ayer vi medios de comunicación que están investigando si este fenómeno se debe a un tema de corrupción, porque no aceptan que se trate de un problema psicológico y lo niegan”.
La gente no acepta que seamos tan frágiles en términos mentales. Es una negación total a que se trate de un problema psicológico”.
Asegura la especialista
La sociedad presiona al Cruz Azul para que la ‘cruzazulee‘
Otro aspecto que encuentra Angélica Larios en cruzazulear es la presión social: “hay ideas colectivas, ‘pensamientos colectivos’” que afectan al equipo. Por ejemplo, la masificación de la palabra cruzazulear, la cual está aceptada por la sociedad mexicana y tiene un gran peso psicológico para el equipo, la directiva, la afición y los rivales. De hecho, la Real Academia Española (RAE) analiza esta palabra para aceptarla formalmente.
De hecho, la Academia Mexicana de la Lengua definió este 30 de noviembre el verbo ‘cruzazulear’ como:
¿Qué quiere decir esto? Que inconscientemente la gente esté segura que La Máquina se va a derrumbar en el momento clave y esto genera una gran presión entre los jugadores y, aunque digan que ellos no sienten abrumados porque son una nueva generación respecto a las que perdieron en el pasado, a la primera señal de presión, reaccionan igual y se derrumban.
“Para la gente de Cruz Azul no es bonito que la sociedad les diga esto. Por eso, cuando llegan a una nueva oportunidad, el equipo actual niega que haya un problema y se convencen que no les va a pasar”, comenta.
“Todos esos factores se acumulan y operan como una olla de presión: entre más lo detienes, terminan por estallar. Si no se trabajan de fondo este problema, al primer momento de estrés, el deportista explota y cuando cae en este punto de desesperanza, ansiedad o estrés, regresarlo requiere otro entrenamiento más complicado. Esto es un aprendizaje que requiere seguimiento, pero si subestimas esta parte social, no funciona”, comenta.
Un problema de cultura deportiva en México
Además de negarse a aceptar que se trata de un problema emocional, que se puede trabajar, Angélica Larios explica que este tipo de equipos que se derrumban son una expresión de la cultura mexicana en el deporte de alto rendimiento y se manifiesta en conceptos como: “el ya merito”, los “ratones verdes”, el “sí se puede” o el “quinto partido”.
Además de su experiencia profesional, Angélica sabe lo que es estar en competencias en las que el atleta tiene estos fuertes niveles de estrés. Ya que también hizo una carrera como atleta de la UNAM desde donde saltó para convertirse en campeona nacional de esgrima en la categoría sable. Además ganó una medalla de plata, en los Panamericanos de 2011 en Guadalajara. Y en 2008 participó en los Juegos Olímpicos de Pekín.
“Es una idea social que existe. Yo cuando llegué a la Selección Nacional, recuerdo mi primer campeonato del mundo y mis compañeros de equipo me dijeron: ‘¡Te va contra las rusas!’, con esta idea colectiva de ‘porque es rusa, tiene que ser invencible”.
En el deporte estas reacciones son comunes. Los maratonistas lo conocen como “la pared”, que es cuando el corredor, cuando sabe que se va a acercar a la recta final siente que ya no puede más, aunque tiene la preparación suficiente. En otros deportes esto aparece en “el pase a la final” o la disputa de las medallas”.
“Son muros imaginarios y, aunque en el maratón sí se asocia con un factor fisiológico, tiene una carga psicológica completa. Son estos límites imaginarios autoimpuestos. Este miedo de llegar al ‘momento de demostrar’, de coronarse campeones”. En el deporte mexicano estas reacciones están profundamente relacionadas y tienen este principio de aprendizaje social”.
Vieron el final desde el principio
La entrevistada agrega que en el partido ante Pumas, desde el primero gol de los universitarios, se rompió la estabilidad emocional de los jugadores celestes: “Lo demás fue en cascada, porque necesitan un verdadero trabajo de manejo emocional para deconstruir todos estos prejuicios porque ya existe en el imaginario colectivo de los jugadores, el cuerpo técnico, la directiva, la afición y los rivales”.
“Y en la parte administrativa, porque la directiva tiene un escándalo con las autoridades. Todo eso impacta en el deportista. Pero en vez de aceptar que hay un problema, el equipo dice: ‘No importa, ¡yo sí puedo!’ Y a menos que tenga un verdadero trabajo psicológico, los impacta”.
¿Cruz Azul debe cambiar de nombre para solucionar el problema?
“Yo estoy casi segura que el Cruz Azul no tiene psicólogo deportivo porque tienen todas estas ideas asociadas tan pesadas y tiene que haber un trabajo emocional para poder afrontar estas crisis y debe ser un trabajo integral, porque los seres humanos operamos desde: cogniciones, emociones, pensamientos y una parte social”, explica la psicóloga.
“Ante un fenómeno tan arraigado, tan complejo, tienes que deconstruir todos sus ámbitos. Mientras que el principal problema es subestimar el problema. Cuando esta idea se arraiga, en el peor momento, siempre, te va a traicionar”, indica.
Aun cuando los jugadores de la actual plantilla digan sentirse abstraídos de lo que ha pasado antes, la sociedad se encarga de recordarles que son perdedores, con memes, burlas, y una serie de mensajes que refuerzan esta idea que se inserta profundamente en sus mentes y, ante el menor indicio negativo, se contagian y se derrumban.
“Entre broma y broma, la verdad se asoma”, dice Angélica.
“Cuando se menosprecia una situación es precisamente porque en el fondo, hay un problema mayor. ¿Crees que los jugadores no ven eso? ¿Crees que no les afecte? El problema es que se meten a su parte no consciente y, aunque no le pongan atención, queda registrado”.
El problema se agrava porque es una costumbre que al llegar a un equipo, por más que los jugadores nuevos tengan una cultura deportiva diferente, por más exitosos que sean, asumen la identidad del equipo.
“Es un fenómeno del deporte: te pones la playera, no solo un pedazo de tela, sino que es una identidad que trae todas estas ideas asociadas: el América identifica con el ‘ódiame más”, Pumas como el equipo de la Universidad de la Nación, cada equipo tiene su identidad y esta pasa completamente desapercibido de tu conciencia.
“Por eso, si no quieren hacer este trabajo de fondo, lo más fácil es que se cambien de nombre, porque esta identidad va a quedar asociada. La solución tiene que venir de un trabajo desde toda la administración del equipo, con un manejo emocional, deconstruir estas ideas y de marketing para luchar no solo contra el equipo de enfrente, sino con la idea colectiva del Cruz Azul: un cambio de imagen, de identidad para romper con la presión social”, finaliza.
Aunque para los rivales parece divertido el sufrimiento de este equipo y su afición que han sufrido tanto, el problema psicológico de esta institución afecta profundamente al deporte mexicano, está acabando con carreras profesionales de jugadores y entrenadores que pudieron ser más exitosas y lo mejor que podría pasar al futbol mexicano es que Cruz Azul aprenda dejar de cruzazulear.