La AAA, que este fin de semana realiza la Triplemanía 28, tiene a la mayoría de sus luchadores como parte de su propiedad intelectual y cada uno de ellos tiene detrás un storytelling

Dorian Roldán lo sabía o al menos lo intuía desde algunos años antes. Pero fue en 2014 con la serie Lucha Underground, en sociedad con la cadena televisiva El Rey Network, cuando el director general de la AAA, aprendió a crear personajes, “héroes y villanos”: jugar, encumbrar e idealizar la batalla eterna del “bien contra el mal”.

En entrevista con VAR Deportivo, Dorian dice que gracias a esa serie, que se emitió para el público latino en EEUU y en otros países (Canadá, Francia, Alemania, India, Filipinas y Japón), “donde aprendimos mucho durante el proceso”.

La AAA, que este fin de semana realiza la Triplemanía 28 (su evento más emblemático), tiene a la mayoría de sus luchadores como parte de su propiedad intelectual y cada uno de ellos tiene detrás un storytelling. Invierte en sus nombres, su vestimenta y el rol que jugarán para convertir la lucha libre en un espectáculo.

“Hemos aprendido que en nuestro modelo de negocio la propiedad intelectual es muy valiosa y buscamos que la mayoría sean de la empresa”, dice Dorian.

Y se ha tomado muy en serio ‘blindar’ a sus luchadores. Un ejemplo son los protagonistas que estarán en el combate estelar: Chessman vs Pagano.

De acuerdo con una revisión realizada por este medio en el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), la ‘marca’ Chessman está protegida hasta el primer cuatrimestre del 2021.

Así que si Chessman quiere ser Chessman sin AAA no es posible. La marca se registró en 2011 cuando todavía el correo electrónico de la empresa era del servidor hotmail y pagaron poco más de 2 mil 600 pesos por el registro.

Lo mismo ocurre con Pagano y Dorian Roldán lo blindó hasta 2027 según datos del IMPI.

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En realidad la historia para potencializar comenzó en el 2013 cuando Lucha Libre AAA contrató los servicios de Starlight Runners, compañía de Nueva York dedicada al Storytelling Transmedia y que entre sus clientes estaba Coca Cola y Sony.

La idea era establecer llevar el show de la AAA a conquistar Estados Unidos y el mundo y entre las grandes conclusiones fueron:

1.- Crear ídolos

2.- Rediseñar a sus luchadores

4.- Dimensionar la batalla del bien y mal

Así es como Dorian Roldán empezó a mirar a los luchadores como una inversión fundamental en el negocio de la empresa. No es que no creyera que fueran importantes, más bien supo que tenía que crearles un discurso, una historia que impactara en la audiencia.

Triplemania Chessman Pagano
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Dorian Roldán dice que para Pagano y Chessman estar en la lucha estelar de Triplemanía es una responsabilidad. “Ellos saben que el trabajo de mucha gente recae en sus hombres”.

Pero para llegar a ser las dos estrellas de la función estelar de la empresa es (generalmente) un tema de años. Por ejemplo, de acuerdo con el director general, Chessman tiene al menos desde 1997 en la compañía y será su primera función estelar.

“Ha sido un luchador que ha pasado por todas las etapas, ha vivido las buenas y en las malas de la compañía. Ha evolucionado en maquillaje, vestuario y la parte física todos estos años y lo hemos llevado en diferentes conceptos como con los Hell Brothers, la Black Family, la Secta Cibernética”.

Dorian asegura que no hay un manual o una receta única para generar o crear ídolos y villanos pero si hubiera que dar algunas pistas de cómo lo hacen son los siguientes:

1.- Todo comienza con una idea de alguien del equipo creativo dentro de la compañía

2.- Se inicia a trabajar el concepto: vestimenta, máscara en caso de usarla, discurso, cómo nos gustaría verlo

3.- Definir el perfil físico y psicológico del luchador

4.- Definir el storytelling

“Pero si el luchador no siente, no vive, no se identifica con el personaje no sirve demasiado. Hemos fallado varias veces y hemos tenido que cambiar el personaje y si acomoda y hace ‘click’ pues seguimos”, dice Roldán.

Triplemania Chessman Pagano

La AAA hace años que dejó de ser solo una compañía de lucha libre para establecerse más bien como una empresa de entretenimiento y que tiene entre sus activos más importantes a sus luchadores que la mayoría de ellos le ‘pertenecen’.