Durante muchos años de carrera periodística he visto desfilar innumerables deportistas mexicanos por las arenas, los estadios y los recintos deportivos de todas las categorías y solo unos cuantos se han robado por completo el corazón, el cariño, la atención y el amor de todo el público, incluso aquellos a quienes el deporte no les llama tanto la atención. Son ídolos y esa categoría la llenan muy pocas personas.
Rubén Olivares es uno de ellos. Durante mucho tiempo fue considerado el mejor boxeador mexicano, hasta la fecha es considerado el mejor campeón de peso gallo del mundo y algo que muy pocas personas pueden presumir, Rubén fue el personaje más popular de México y estados Unidos durante la década de los 70.
Rubén inició su carrera a los 17 años peleando contra Isidro Sotelo en una arena de Cuernavaca, Morelos, a partir de ese momento ligó una racha de 22 peleas ganadas por nocaut. Pero lo más significativo fue la aceptación de la gente. Rubén Olivares se convirtió en el peleador más popular y su simpatía se plasmó en periódicos, revistas, canales de televisión y radio de la época.
Para todos era un gran atractivo entrevistar a Rubén Olivares, su buen humor caminó de la mano con su excelencia en el ring y crecieron al parejo. Las arenas se llenaban con el nombre de Rubén olivares, comenzaron las transmisiones de sus peleas por radio y televisión, las declaraciones previas y posteriores a la función eran igual de atractivas que su accionar en el ring.
La gente estaba encantada al escuchar las hazañas del pugilista de la Bondojito, colonia muy popular en la ciudad de México. En la pelea 22 empató su primer combate, pero vinieron 21 peleas más ganadas por nocaut hasta el en 1969, exactamente el 22 de agosto se presentó su oportunidad de pelear por el campeonato mundial de peso gallo frente al campeón australiano Lionel Rose. Unos meses antes, Rose había derrotado a Chucho Castillo y se armó tremendo zafarrancho al terminar la pelea. El director del Forum de Inglewood, estaba preocupado por que sucediera algo así con Rubén, pero no hubo problema, Olivares se proclamó campeón mundial de peso gallo al derrotarlo por nocaut en 5 asaltos.
Como campeón del mundo, la fama de Rubén creció como espuma, sus presentaciones en el ring y en los medios eran igual de atractivas. Donde se paraba, Olivares era rodeado por la gente que le solicitaba un autógrafo, una foto o algún comentario. Rubén era un hombre de carne y hueso con habilidad para pelear, con gran simpatía y demostró que cualquier persona común y corriente como él, podía alcanzar esos niveles de popularidad y de excelencia en el deporte. Y era un hombre con defectos también que lo posicionaron como un superdotado, ya que, con poco entrenamiento, daba grandes peleas. Sus escándalos en los bares y centros nocturnos eran más frecuentes pero sus triunfos eran impresionantes. Como esa trilogía frente a Chucho Castillo que lo catapultó a lo más alto de su rating. Para Olivares, la pelea con Lionel Rose es la que más recuerda la gente, pero las tres frente a Castillo fueron memorables, una derrota y dos victorias.
Con mejores salarios y mayor popularidad, Rubén, dejó la Bondojito y se mudó a la colonia Lindavista, su circulo cercano era más numeroso y sus escándalos y estridencias más notables. Fue conocido por grandes personalidades aquí y en los Estados Unidos. Se convirtió en el pugilista preferido del Forum de Inglewood, todos lo buscaban porque era garantía de espectáculo y taquilla.
Ascendió a la división Pluma, en 1973. Noqueó a Bobby Chacón en 9 rounds y con él tuvo también una trilogía espectacular.
En 1974 se convierte en campeón mundial de peso Pluma, el 9 de julio venció al japones Zenzuke Utagawa por nocaut en 7 asaltos.
En noviembre de ese mismo año, perdió el título frente al nicaragüense Alexis Arguello. La pela la llevaba ganada Rubén, pero cayó a la lona en dos ocasiones en el raund 13 y perdió por nocaut técnico.
Recuperó la corona poco después derrotando a Bobby Chacón, se convirtió en campeón mundial por cuarta ocasión.
Las historias de Rubén se contarán por siempre como uno de los mejores boxeadores mexicanos de la historia. Sus detractores argumentarán que fue bueno gracias al poder de sus puños, pero paraba los golpes con la cara.
En su momento Rubén fue el hombre más popular de México. Rubén fue nel mexicano más conocido en los estados Unidos y lo recibían con enorme cariño.
Rubén siguió peleando hasta 1988 cuando decidió retirarse. Fue, es y seguirá siendo un ídolo. Hace poco tuve oportunidad de entrevistarlo en el evento Win Win de Radio Emprendedores, de David Luna, originalmente nos dieron 3 minutos de entrevista, pero como siempre sucede con Rubén, la charla se prolongó por más de 20 minutos.
En los años 70, Jacobo Zabludovsky inició un programa los domingos llamado Domingo a Domingo que se transmitiría a los Estados Unidos, hicieron un sondeo para averiguar quien era el personaje mexicano más popular en la tierra del tío Sam y fue Rubén Olivares. Jacobo nos encargó a Felipe Flores y a mí, que lleváramos a Rubén para entrevistarlo en el estudio, en vivo. No fue fácil localizarlo, lo encontramos finalmente jugando una cascarita de futbol en la Bondojito y nos quedamos con él toda la noche hasta que el domingo en la mañana nos acompañó a Televisa. Hoy Rubén ofrece charlas motivacionales a empresas y diversos auditorios, vende réplicas de sus trofeos en tianguis y mercados, tiene la idea de fundar una escuela de boxeo para niños y jóvenes y quiere dejar un legado más amplio a los amantes de boxeo, como lo mencioné líneas arriba, Rubén Olivares llamó la atención de todo mundo porque es uno de los grandes ídolos de este país.
La primera vez que salía de México fue en los años 70 justamente, viajé a Los Ángeles para cubrir algún evento deportivo, era menor de edad con lo que todo eso implica, desde la salida del país, abordar el vuelo, en fin, ya sabe usted, mis compañeros de viaje eran Artemio Cano, Miguel Castillo, ambos de Excélsior, Ebert González del Heraldo, Hugo Cheix, creo que estaba en el Sol de México, entre otros. Por el retraso de mi documentación no pude viajar en el mismo vuelo que ellos, así que viajé solo en el siguiente. Los alcancé en el hotel donde nos hospedaríamos, la cobertura que hicimos no tuvo problemas, pero al terminar nuestro trabajo, nos reuníamos a comer o cenar y a tomar una cerveza o un tequila, ahí si padecí pues no me dejaron entrar a ningún establecimiento y tenía que quedarme en la entrada. En un par de lugares donde pude entrar, simplemente no me sirvieron, por supuesto fui la burla de mis amigos. El bullying incluía que alguno de ellos se acercara a la puerta del lugar, donde me encontraba parado, para convidarme un trago de su cerveza.
Una noche Miguel Castillo y Artemio Cano nos llevaron a un bar que tenía Rubén Olivares ahí en Los Ángeles, Nacho, hermano de Miguel y también fotógrafo de Excélsior, era muy amigo de Rubén, incluso creo que eran compadres, por esa razón me permitieron pasar. Entramos por una puerta lateral, sin gente y nos sentamos en una zona con poca luz y finalmente pude tomarme un tequilita y fue el primero que tomé fuera de mi país. Por supuesto siempre agradecí a los tres esta situación.
Rubén Olivares es un tipo excepcional, gran boxeador, buen amigo y de las pocas personas que pueden considerarse ídolos de México y Estados Unidos. Venga Rubén.