De su papá, Sean McDermott sacó la ética, la disciplina; de la mamá la fortaleza mental. Y de la religión la esperanza y la fe para soportar el golpe devastador de ser despedido de los Eagles
Muchos domingos por las noches el coach de los Bills de Buffalo, Sean McDermott, ayudaba a su padre a limpiar vidrios. Era un negocio familiar y a Rich no le gustaba que al día siguiente abrieran las ventanas y estuvieran sucias o mojadas.
Sean viene de una familia que vivió la crudeza de la postguerra. “Yo les enseñé a mis hijos a ser fuertes mentalmente, porque si te ven débil te aplastan”, le contó Avis, madre de Sean, a The Buffalo News.
Del papá sacó la ética, la disciplina; de la mamá la fortaleza mental. Y de la religión la esperanza y la fe que le ayudó a soportar -por ejemplo- el golpe devastador que fue para él ser despedido de los Eagles de Philadelphia, después de 10 años de trabajo.
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Desde muy pequeño Sean supo que la disciplina era necesaria en casa. Sus padres trabajaban todo el tiempo pero “no querrán saber lo que pasaba si ellos llegaban a casa y no se habían cumplido las tareas que nos habían anotado… a veces estábamos jugando (con sus hermanos y amigos) basquetbol y veíamos el coche de papá a lo lejos, recordábamos lo que nos faltaba por hacer y salíamos corriendo”…
Antes de ser coach de los Bills, Sean McDermott forjó su carrera en los Eagles, por 10 años, y seis como coordinador defensivo de los Panthers de Carolina.
Luego llegó a Buffalo y logró lo que nadie había logrado hacía 17 años: calificar al equipo a una postemporada. De los cuatro años que ha estado en la franquicia, en tres los ha calificado y por primera ocasión desde 1995 habían ganado el primer lugar de la División Este de su división. Además, este sábado guió al equipo a su primer triunfo desde aquel partido en que Jim Kelly venció a Dan Marino en la Ronda Divisional de 1995.
¿Pero qué sucedió?, ¿qué hizo que otros no?, ¿qué se alineó para que Buffalo se convirtiera una vez más en un equipo competitivo?
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Una de las claves: mostrarse vulnerable con los demás. No es de esa clase de vulnerabilidad de la que tanto blindó Avis a su hijo, no. Se trata de decir, aquí estoy, soy así y pienso de esta manera.
La NFL lo define de la siguiente manera: “Sean se concentró en los puntos intangibles en la construcción de un equipo: en compartir, en generar unión, en no ser únicamente un jefe en el campo, sino y sobre todo fuera”.
Muchos de sus jugadores han dicho que una de las principales cualidades de Sean McDermott es justamente el trato personal. Todos tienen metas pero la única forma de conseguirlo es trabajando en equipo, dicen.
En 2019, durante el Scouting Combine en Indianápolis, dio una pista fundamental. “Lo importante es cambiar la cultura dentro del equipo”. Y cuando le preguntaron cuáles eran las cualidades que un jugador debería tener para ser parte de los Bills su respuesta fue contundente: “Primero, y antes que otra cosa, es ser buena persona, después, ser inteligente para tomar decisiones”.
Los que trabajan con Sean en Buffalo dicen que dedica mucho tiempo a compartir pláticas con sus jugadores. Le importa cómo están, cómo se sienten, qué les agrada o qué les molesta, cómo está su familia.
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Su concepción de éxito, le comentó a la organización de investigación médica Spinesection, no es ganar, es el proceso. “Un líder exitoso es aquel que puede no tener el éxito o no obtener los resultados todo el tiempo, pero sabe que está haciendo lo correcto para prepararse a sí mismo y al equipo para llegar a las metas”.
La disciplina ya la tenía, siempre quería más y más. Sus compañeros de secundaria cuentan -por ejemplo- que para mejorar sus habilidades se colgaba un paracaídas en la espalda y corría como “loco” en su calle para incrementar su velocidad. Dedicaba horas a todo lo que hacía y le apasionaba.
Sean incluso contrató a un coach mental para desarrollar su perfil de líder de proyectos. Es especialista en finanzas y se graduó en la Universidad William & Mary. Sabe que el método es importante y la educación también. Por eso, comentó a Democrat & Chronicle, que decidió preparar su mente.
Antes de adentrarse al manejo de grupos y de liderazgo, el coach de Bills creía que era con una cualidad con la que se nacía, y que poco tenía que ver con la preparación.
Hoy sigue pensando que hay personas con talento, pero también que se puede entrenar y él le ha dedicado mucho tiempo a ese proceso. ¿Lo más difícil del liderazgo? Es tomar decisiones impopulares, que no se pueden entender a corto plazo pero que son lo mejor a la larga, le contó a Todd Durkin en un podcast.
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Sean identificó tres problemas a su llegada a Buffalo: la mentalidad, la resistencia al cambio y la necesidad de estar con las personas correctas para dirigir el proyecto.
Son tres los mantras de su vida y como coach:
- Sin dolor no hay ganancia
- A quién se le da mucho, se le exige mucho
- Creer en los underdogs
Además de estar con su familia, Sean considera que uno de sus aciertos es tener espacios para él. Le gusta salir a correr o de cada tanto en tanto a pescar.
También es un hombre muy religioso. “Creo que el plan de Dios prevalece, y Dios tenía un plan. Él ordenó que esto sucediera para que yo viniera a Buffalo con mi familia. La forma en que mi fe me ha ayudado es a través de la preparación, que es muy importante y me apasiona tanto, y en torno a mi responsabilidad y mi responsabilidad”, comentó hace un año en rueda de prensa.
Hace unas semanas Sean renovó su contrato con los Bills hasta 2025. ¿Será acaso la empatía y la fe el camino que por fin le dé un título a Buffalo? Ya lo veremos. Por lo pronto están en la Ronda Divisional en espera de rival.