Elías Figueroa es por consenso el mejor futbolista chileno de la historia, cuyo legado está manchado por apoyar la dictadura de su país
Elías Figueroa, considerado el mejor futbolista chileno de la historia, cumple 75 años de edad este lunes. Tuvo una longeva y exitosa carrera en Sudamérica, con grandes clubes como el Peñarol uruguayo y el Inter de Porto Alegre de Brasil, además de participar en tres Mundiales y ser subcampeón de una Copa América con La Roja, a lo largo de 19 años de carrera.
“Don Elías” debutó en 1964 con el pequeño Unión La Calera del futbol andino. Solo dos años después pasó al Peñarol. En 1967 pasó al Peñarol, donde solo jugó cuatro años y se convirtió en un referente del equipo, al conquistar una Supercopa de Campeones Intercontinentales y dos Ligas. De allí pasó al Inter, donde también jugó cuatro años y ganó dos Ligas y seis títulos del Campeonato Gaúcho. En 1977 llegó al Palestino chileno y gano Liga y Copa.
Tres años después participó en el experimento del futbol profesional de EEUU con el Fort Lauderdale Strikers y se retiró con Colo Colo en 1982-’83.
Con elección Nacional jugó los Mundiales de Inglaterra ’66, Alemania ’74 y España ’82. Dejó a su combinado nacional con más participaciones en la historia y llegó a la final de la Copa América de 1979. Ganó el reconocimiento como “Futbolista del año en Sudamérica” entre 1974 y 1976.
Pelé, ídolo del Scratch do ouro y baluarte de la dictadura brasileña
En 2000 la Federación Internacional de Historia y Estadística de Futbol (IFFHS, por sus siglas en inglés), lo ubicó en el puesto 37, como el “Mejor futbolista del siglo XX”, el octavo “Mejor futbolista sudamericano del siglo XX” y el “Mejor defensa sudamericano del siglo XX”. En Brasil, la revista Placar lo nombró el “Mejor futbolista extranjero de la liga brasileña en el siglo XX”.
También el Instituto de Historia y Estadística del Fútbol Chileno y múltiples encuestas en Sudamérica lo reconocen como el mejor futbolista chileno de la historia y la FIFA lo incluyó en la lista FIFA 100, de los “125 mejores futbolistas vivos” en 2004. Incluso la huella de sus pies está inmortalizada en la Calzada de la Fama del Estadio de Maracaná desde 2005.
Un fuera de serie en las canchas
En palabras de Nelson Rodrigues, un reconocido escritor y periodista brasileño, Elías Figueroa fue un jugador “elegante como un conde de smoking, peligroso como un tigre de bengala. Elías Figueroa fue el zaguero perfecto”. Aunque parece exagerado, varios testimonios de la época se deshacen en elogios al describirlo.
Elías Figueroa tenía una gran capacidad de anticipación y lectura del juego, sabía pararse para ser burlado por los rivales, por lo que lo ataques contrarios morían en sus pies y, con el balón en los pies, salía jugando e iniciaba los ataques de su equipo. Era muy inteligente en el campo y sabía construir y de qué forma, ya sea a velocidad o construyendo la jugada. Incluso, tenía capacidad de eludir a sus rivales y dominaba los dos perfiles.
Por ello, hizo jugadas espectaculares como dos caños seguidos dentro de su área, despejes de chilenas, tijeras, palomitas, fintas y todo tipo de pases y cabezazos. Además, tenía gran porte física: era alto, fuerte, con excelente cabezazo y fiereza para marcar, pero sin ser rudo: solo fue expulsado una vez durante su carrera.
“Cuando jugaba en Brasil había una jugada en que la aguantaban el lateral y el puntero y yo avanzaba sin que nadie me marcara hasta que llegaba libre”, declaró como muestra de la forma en que sus equipos dependían casi enteramente de él, incluso teniendo compañeros como Paulo Roberto Falcão.
Un defensa de clase mundial
Según Elías, era tanta su clase que, durante su estancia con el Inter, la Selección de Brasil intentó nacionalizarlo para que jugara con ellos.
En aquella declaración a la cadena DirecTV, el chileno aseguró que el mismo: “Franz Beckenbauer dijo que era el ‘Elías Figueroa de Europa’”, luego que ambos coincidieron en EEUU al final de sus carreras. “Beckenbauer y yo, somos los mejores defensas de la historia”, alardeó.
Incluso asegura que rechazó cualquier oferta del futbol europeo, entre ellos del Real Madrid. “No era lo mismo que ahora, ir allá era sólo para ganar más plata”, pero que en el extranjero se le reconoce mucho más que en su propio país.
Argentina 78, cuando la dictadura manchó de sangre el balón
Tras su retiro, Elías se convirtió en entrenador entre 1993 y 1996, con Santiago Wanderers, Palestino y el Inter de Porto Alegre. Pero el máximo reconocimiento que ha recibido por su ilustre carrera ocurrió en 2012, cuando el principal estadio de Valparaíso, donde comenzó a jugar, fue rebautizado con su nombre.
Una postura inexplicable
El esplendor de la carrera de “Don Elías” coincidió con uno de los momentos más oscuros en la historia de Chile, la dictadura de Augusto Pinochet, que inició en 1973 y se prolongó hasta finales de los años 80, cuando el general perdió poder físico y político y organizó un plebiscito para que los chilenos decidieran si querían permanecer bajo su régimen o querían elecciones libres.
Dicha consulta se realizó el 5 de octubre de 1988 y marcó la vida pública de Elías Figueroa para el resto de su vida. Aquella noche, el pueblo chileno respondió con un contundente “No” a la intención de Pinochet de permanecer en el poder y el viejo militar debió alejarse, para permitir un gobierno democrático, luego de 16 años de un sangriento gobierno que provocó miles de muertes y desapariciones.
El futbol jugó un papel importante en esta transición político-social: al ser un fenómeno social masivo, el tener equipos competitivos o jugadores brillantes, que le dieran alguna alegría a la gente y esta pudiera aceptar los abusos del régimen totalitario. Así ocurrió con Brasil que cuidó a Pelé entre algodones durante sus años de esplendor o Argentina, que gastó una fortuna para organizar y ganar el Mundial de 1978.
En Chile, increíblemente Elías Figueroa manifestó públicamente su apoyo al régimen de Pinochet, aun cuando este ya había perdido fuerza y no tenía las grandes presiones que declararon Pelé o la Selección Argentina del 78.
Eran las postrimerías de la dictadura, ya no había que apoyarlo incondicional y públicamente. Incluso las encuestas indicaban una segura derrota en el plebiscito. Sin embargo, cada facción eligió a una figura del futbol: Elías Figueroa, en favor del “Sí” a la dictadura y Carlos Caszely fue la figura que encabezó el “No”.
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“Como deportista y como ganador que he sido toda mi vida, voto seguro que sí, porque quiero un país ganador”, declaró Elías Figueroa ante la televisión chilena y despertó la indignación en los opositores al régimen de Pinochet.
También encabezaba a un grupo de personas que entonaba el himno compuesto en honor al tirano: “Un horizonte de esperanzas, nace un septiembre inolvidado, nos hizo dueño de un legado, que prometimos defender, con una voz igual al viento, van creciendo en Chile las conciencias. Hay un país, país ganador, sí, en democracia y libertad, El pueblo y usted: ¡Pinochet!”.
Vestido de corbata y con un rostro entusiasta “Don Elías”, puso en la balanza su prestigio y la confianza de su gente para humanizar a este gobierno sanguinario. No solo como un personaje sedicente, que no tiene otro recurso para mantener sus privilegios. Pero su “sí” lavaba la existencia de vejaciones como: shocks eléctricos, personas degolladas, ratones en la vagina, desapariciones al por mayor, cadáveres flotando en el mar, empalamientos.
Su imagen cargó con la honorabilidad de quienes violaron, torturaron, exiliaron o ejecutaron durante más de una década. El precio fue el repudio de un sector de la afición. No ejerció su papel como figura nacional, como ídolo. No se atrevió a levantar la voz para denunciar la tragedia en la que vivía su país.
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Su antagonista fue Carlos Caszely tomó la bandera por el “No”, al lado de su madre, víctima de torturas durante la dictadura. Esta posición generó que Caszely fuera insultado, junto con su madre. Mientras que Figueroa fue acusado de vínculos con el régimen a cambio de beneficios personales, a través de estafas financieras.
“El señor Figueroa tiene en Brasil seis procesos por cobranza, entre otros el presentado por su arrendadora, la señora viuda de Linck”, acusó el diario Fortín Mapocho.
Mientras en las tribunas, de los estadios chilenos algunas barras los aficionados proferían cánticos pidiendo el fin de la dictadura, mostraban pancartas de repudio, con frases como: “No al fraude de Pinochet”, “No hasta vencer” y “Chile libre” e incluso llegaron a tener fricciones entre tribunas opuestas políticamente y que se enfrentaban por su postura política y no por su apoyo a un equipo.
Elías ha pasado sus años más recientes como activista, tiene una fundación y es embajador de la ONU, por su importancia en el pueblo chileno. Sin embargo, las cosas no han marchado igual desde su guiño a la dictadura.