Cuando pensamos que todo va bien, que podemos disfrutar de los dos mejores partidos de la jornada futbolística en la liga MX, nos regalan el incidente más penoso en la historia reciente del futbol mexicano. Estábamos disfrutando de un muy buen partido entre América y León en el estadio Azteca. Los esmeraldas estaban dominando el encuentro sin embargo no se reflejó el dominio en el marcador.
Diego Valdez anotó un gol que fue anulado por fuera de lugar de Jonathan Rodríguez.
Dávila del León anotó también pero se invalidó por fuera de lugar. Casi al terminar el primer tiempo finalmente León se puso arriba con un gol de cabeza anotado por Alvarado.
Los postes, la defensa y el portero evitaron más anotaciones pero León llegó con oportunidad más de 15 veces.
Al empezar el segundo tiempo comenzó la parte turbia. Centro al área del León la defensa reclama una mano de Reyes, el rebote llega a Diego Valdez y anota. El árbitro lo da por bueno, los visitantes reclaman la mano de Israel Reyes y exigen al silbante para que vaya al VAR. Los reclamos suben de tono, la decisión del VAR no llega, pasan los minutos, aparece la primera tarjeta amarilla para Barreiro, central leones. El árbitro rodeado por jugadores de ambos equipos pierde el control y sucede lo impensable: Al más puro estilo del barrio bravo, la máxima autoridad en la cancha descontó a Lucas Romero del equipo visitante. De haber escuchado el audio seguramente Fernando Hernández habría dicho lo siguiente: “Al tiro vampiro que si te tiro te escupo y buzo caperuzo que me lo cruzo con el ruso por intruso”.
Con una tarjeta amarilla en la mano en señal de autoridad, la rodilla de Fernando Hernández dibujó una parábola en el aire y fue a estrellarse en las partes nobles de Lucas Romero.
Como una gran cantidad de jugadores de la liga MX, en Romero afloró el engaño y la simulación, se llevó las manos a la entrepierna y como en cámara lente lenta cayó al césped, levantó las piernas hasta que la suela terminó mirando al cielo.
El VAR se tardó, el enojo creció, nunca encontraron una imagen contundente para marcar mano. En mi opinión pudo ser mano de Reyes pero también el balón pudo pegar en la pierna o en el zapato del defensa. Es más, se pudo marcar incluso penalti por la entrada del defensor.
Se reanudó el juego pero el daño estaba hecho. Y como “El Hijo Desobediente” los jugadores echaron mano a sus fierros como queriendo pelear. Las entradas fueron más rudas, salieron más tarjetas amarillas y como siempre, la violencia creció.
Unos minutos después, en medio de otra polémica, América dio la vuelta al marcador, en una descolgada de León, su centro delantero Lucas Di Yorio dentro del área dispara, se cruza la defensa y aunque era córner no se marcó. Despejó el portero Malagón. Henry Martín habilitó a Zendejas dentro del área, este último le regresó el favor con un centro medido y de cabeza Martín hizo el segundo gol.
Lo caliente de la cancha se trasladó a las bancas, primero fueron reclamos, levantaron la voz, subió de tono, Larcamón terminó con la camiseta rota y los dos entrenadores expulsados.
Todavía en su camino al vestidor siguieron retándose para enfrentarse en el túnel de los vestidores. Cuerpos técnicos y seguridad impidieron que llegara a mayores.
¿Score Final? Gran partido entre América y León. Ojalá así se jugara siempre.
Gran partido entre Atlas y Guadalajara. Ni a cual irle para el mejor de la jornada.
¿En contra?
Triste y decepcionante actuación del árbitro Fernando Hernández. Al momento de redactar esta nota no han publicado su castigo, pero el reglamento habla de 15 partidos. El código de ética contempla hasta la suspensión definitiva. En mi opinión con los 15 juegos será suficiente, la suspensión sería un exceso.
Hace algunos años Pablo Aguilar, entonces central de América dio un cabezazo a un árbitro. Se habló de un año de suspensión pero todo quedó en 10 partidos de castigo. Por cierto, el silbante agredido era Fernando Hernández.
Con la vara que mides…
Se cumple un año un mes de la batalla de Querétaro. Si, aquella en la que las huestes de la Corregidora arremetieron contra la invasión atlista, gracias a la oportuna intervención de los dioses del estadio no hubo víctimas fatales que lamentar.
Pero maldita sea no entendemos.
Me hubiera gustado quedarme con la frase de Fernando Ortiz, entrenador de América: “Lo que sucede en el campo, se queda en el campo…”
Jugadores, entrenadores, directivos, todos los involucrados en este deporte debemos tener claro que la violencia escala, no disminuye. No seamos un mal ejemplo.
Sonaba bonito la frase de Ortíz, pero el remate Acabó con todo: “lo que sucede en el campo, se queda en el campo…pero si se meten con mi mamá, ahí ya no”.