La corrupción es cada vez más común en el fútbol mundial. Resultados deportivos y arreglos económicos toman el lugar protagónico envés de una buena jugada, un gol en el último minuto o alguna situación que salga meramente del juego y no esté forzada para generar algún cambio en el reglamento. La UEFA es, quizás, una de las únicas federaciones que detecta, investiga y castiga a los que arreglan partidos o situaciones y este año no se hizo excepción: el Osasuna, más allá de haber conseguido los puntos necesarios para a clasificar a la Conference League, ha sido descalificado por sobornos.
En la temporada 2013-2014, el Osasuna luchaba por evitar el descenso en la Liga. Cuando la competencia terminó y con el club “rojillo” ya en la segunda categoría, se acusó a la institución de haber sobornado en dos encuentros, en específico, ante el Valladolid y ante el Getafe.
Al ver este suceso la UEFA, ente regulador de los torneos internacionales en el viejo continente, decidió excluir de la competencia al equipo dirigido por Jagoba Arrasate más allá de haber hecho una campaña histórica para el club y haber conseguido el séptimo puesto de la competencia local.
El caso Osasuna es algo realmente polémico pero que no es la primera vez que pasa en el fútbol europeo. Desde 2007, el entre regulador del balompié del viejo continente cambió su reglamento para poder descalificar de torneos internacionales a los equipos que se vean involucrados en ilícitos en los que que “se produce cualquier actividad destinada a ocupar o influir en el resultado de un partido a nivel nacional o internacional.”
El caso Osasuna y la corrupción no es algo nuevo en Europa
La primera ocasión en la que intervino la UEFA, sin estar aún este tipo de sanciones en su estatuto, fue cuando se encontró que Bernard Tapie, presidente del Olympique de Marsella para el año 1993, había sobornado a dos jugadores del Valenciennes, entre ellos el campeón del mundo argentino Jorge Burruchaga, para “ir para atrás” en un partido local. Si bien se le reconoció al equipo francés la obtención de la Champions de ese año, no se le dejó disputar la edición siguiente.
El caso que llevó a la federación a cambiar el apartado 3 del artículo 50 de su reglamento disciplinario fue la situación del fútbol italiano en 2007. Lazio, Juventus, Milan y Fiorentina fueron declarados culpables por múltiples arreglos en partidos de la serie A y los castigos fueron severos dentro de la federación italiana. La peor parte se la llevó la Juventus, que fue desposeído de sus últimos dos títulos hasta ese momento y pasó a jugar la Serie B. El que salió más airoso de la situación fue el Milan, que no tuvo más castigo que 100.000 euros y algunos puntos menos en la tabla, lo que lo llevó a instancias previas de la Champions. El equipo presidido por Silvio Berlusconi terminó ganando esa edición de la máxima competencia europea meses antes del escándalo local.
Hasta ahora la sanción más fuerte que dictaminó el tribunal de la UEFA fue para el Skenderbeu de Albania, seis veces campeón de su país, ya que en 2017 fue encontrado culpable de amañar hasta 53 partidos. Desde ese año y hasta 2027, el conjunto albanés no podrá disputar competencias europeas.
El amaño va más allá de acordar resultados
No sólo el arreglar partidos te lleva a la sanción, sino que hay otros factores que pueden hacer que un club sea suspendido: el Panathinaikos, uno de los equipos más grandes de Grecia, fue sancionado con tres años en 2018 por no haber cumplido con el pago a su propio plantel.
Sumando al Pobeda de Macedonia, al Ventspis de Letonia, al Fenerbahce y Besiktas de Turquía y a la Virtus de San Marino, la UEFA ha sancionado a 9 equipos en lo que respecta a este tipo de situaciones.
En su papel de justiciero deportivo, la Comisión de Ética y Disciplina del organismo sigue investigando distintos casos en el fútbol europeo. El más importante en el que se está adentrando actualmente es el Caso Negreira, en el que se sigue al FC Barcelona y los pagos durante varios años a José María Enriquez Negreira, ex Vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros en España.