La presencia de Ariel Holan desde que llegó a Independiente nunca pasó desapercibida en el periodismo. Al venir del palo del hockey, su presencia hizo ruido en el mundo del fútbol. Rápidamente, supo devolverle la gloria a uno de los grandes del fútbol argentino: Independiente, en 2017, fue campeón de la Copa Sudamericana jugando un fútbol acorde a su historia, por lo que estuvo en boca de todos. A partir de esa estrella, le dieron las llaves del club y las malas decisiones pusieron en riesgo a la institución. Ahora, con el club a la deriva institucional y futbolísticamente, los hinchas piden su vuelta.
A fines de 2016, Independiente suplió la ida de Gabriel Milito con la llegada de Holan. En su ciclo, el ex defensor de Barcelona no consiguió resultados, pero hizo debutar a Esequiel Barco y Fabricio Bustos y compró a Maximiliano Meza y Juan Sánchez Miño. Con esa base, el que a la postre fue entrenador de León, supo reforzar los puestos con experiencia: Emanuel Gigliotti y Nicolás Domingo, relegados en Boca y River, y Fernando Amorebieta, central con experiencia en Europa y la Selección Venezolana, firmaron con el Rojo de Avellaneda.
Sus mayores aciertos en ese 2017, que terminó con la Copa Sudamericana en las vitrinas, fueron las incorporaciones, el fútbol que intentó practicar y la potenciación que le otorgó a sus jugadores. Sin embargo, es una falacia decir que “Independiente no tenía nada y Holan los hizo jugar”. Había un muy buen material que se adaptó perfecto al técnico, es incomparable con la situación de ahora. Con la final ganada, su preparador físico, Alejandro Kohan, decidió dar un paso al costado del cuerpo técnico. Él, por una decisión personal, renunció y a los pocos días volvió, pero ya no fue lo mismo.
Con el dinero fresco de las ventas de Nicolás Tagliafico, Barco y Emiliano Rigoni, salió al mercado, pero tomó muy malas decisiones: Silvio Romero, que llegó del América, le significó una gran erogación tanto en cuota de traspaso como en salario, al igual que el ecuatoriano Fernando Gaibor y el uruguayo Gastón Silva. Braian Romero y Jonathan Menéndez, refuerzos del mercado interno, también llegaron por una buena plata.
Con ya parte del dinero gastado, en el siguiente mercado de pases compró el jugador más caro de la historia de Independiente: el paraguayo Cecilio Domínguez, al que pagó 6 millones de dólares. Además de Pablo Hernández y Carlos Benavídez, a quienes adquirió, firmó libres a los experimentados Ezequiel Cerutti, Francisco Silva y Guillermo Burdisso. Anteriormente, había hecho lo propio con Gonzalo Verón.
En 2018, pese a competir en la Copa Libertadores, el nivel del equipo ya no era el mismo. En el torneo local, perdió la regularidad y el rumbo y tras que la ilusión se pinchara, el romance de la gente con Holan se desinfló como un globo mal atado. El combo era fatal: malos resultados, dinero despilfarrado en transferencias y sueldos imposibles de pagar. Todo esto bajo la gestión de Holan manejando el fútbol, con la llave entregada por los dirigentes.
Con el plantel que había conformado, de mínima, el objetivo fue durante dos temporadas clasificarse a la Libertadores, pero tanto en la 2017/18 y en la 2018/19, quedó fuera de los cinco primeros y no logró entrar por otras competencias, como la Copa Argentina. Por eso, los hinchas empezaron a pensar en su salida y la dirigencia la materializó.
Los ídolos, que fueron campeones con Independiente, son los primeros que marcaron el daño que le hizo al club. “Todo este problema económico que tiene Independiente, de deuda con América y la colecta de Maratea, vino de la época cuando estuvo Holan. La gente no se tiene que confundir por una Copa Sudamericana donde ya tenía todo el equipo armado.
Lo hizo jugar bien, pero después de salir campeón, trajo jugadores y no rindió ninguno. Una vez que ganó, se olvidó de todo e hizo lo que quiso”, marcó en DSports Radio, Ricardo Bochini, el máximo ícono de la historia del “Rojo”.
Gabriel Milito, su predecesor en el cargo y quizás uno de los jugadores más queridos en el siglo, también lo criticó. “Hay responsables y yo sé quienes son, no solamente la CD, sino quien gestionó. Esa persona se golpea el pecho diciendo que ama al club y que es hincha de Independiente. Todos sabemos muy bien cuál fue su comportamiento después de ganar la Copa Sudamericana. Lo tengo clarísimo. Lo dejaron hacer lo que quiso y ahí está la responsabilidad de los dirigentes”, manifestó.
En consonancia, Daniel Bertoni, otro ídolo, declaró en TyC Sports: “le dieron la llave como dijo Milito. Me decepcionó a mi, a Bochini y a otros. Nos utilizó en ese momento. No nos atendió más. Le dieron un equipo del que me ilusioné, pero fue un desastre. Fue un gran culpable de lo que sucedió. Se trajeron jugadores por un dineral y ahí están las deudas”.
Casi 4 años después, y con entrenadores que no han respetado la idiosincrasia de Independiente, los socios piden a Holan como el salvador del club. Aunque fue el último que jugó como manda la historia, hoy Independiente está endeudado por todas partes, mayoritariamente por jugadores que trajo él por mucha plata y que no rindieron: sus dos pasivos más importantes los tiene en el contrato de Verón y en la deuda con América por Cecilio Domínguez. Más allá de que el dinero generado por ventas fue superior al gastado, un club que funciona como una asociación civil sin fines de lucro no puede ser manejado como el modo carrera de FIFA. Los ídolos del club, que son los que más saben, así lo han marcado.