A una semana del US Open, Juan Martín Del Potro anunció que no solicitó un wild card para el cuadro principal y que, en 2023, no cumplirá el trato que hizo tras el Mundial de Qatar 2022. “Hice una promesa: si Argentina salía campeón, iba a tratar de jugar el US Open. Ahora Messi y el equipo me pusieron a entrenar. Igual tengo mucho dolor. Previo a Qatar yo no lo tenía en mente, pero ahora lo pienso mucho”, había manifestado en marzo pasado. Sin embargo, el tandilense ya ha tenido su despedida en el Argentina Open 2022 y, aunque se ha ganado el derecho a elegir, verlo otra vez en cancha podría romper el hechizo.
La Torre de Tandil escribió la página más dorada de su carrera en el Arthur Ashe de Nueva York. En 2009, con tan solo 20 años, venció a Roger Federer en una final a cinco sets y ganó su primer y único título de Grand Slam. Por esta razón, se explica que quiera disputar su último certamen en el lugar en el que más feliz fue.
El podio de sus mejores momentos lo completan el Masters 1000 de Indian Wells que se anotó ante el suizo en Indian Wells 2018 y la Copa Davis 2016 obtenida para su país en Zagreb, como partícipe necesario, en la que venció a Andy Murray y Marin Cilic en dos partidos históricos en semifinales y final, respectivamente. Parece mentira, pero muy poco tiempo después de esos capítulos de gloria en su trayectoria, el argentino sufrió una lesión crónica de la que nunca se recuperó: en Queens 2019, al subir a volear una pelota, se patinó y sufrió una grave herida en su rodilla.
A comienzos de 2022, Delpo anunció su vuelta para disputar el Argentina Open. El certamen agotó rápidamente los abonos, las entradas y las acreditaciones; la expectativa por ver al mejor jugador argentino del siglo era total, y más con la Copa Davis obtenida, una vieja obsesión de la Argentina, tan fresca en la memoria. Podrían contarse con los dedos de una mano los partidos que Del Potro jugó en el país profesionalmente, por lo que la demanda de tickets superó cualquier pronóstico.
La gente, sin conocimiento de causa, se ilusionaba con que sea la vuelta definitiva al deporte que tantas alegrías le dio y hasta auguraban que sería el campeón en Buenos Aires sin perder sets. Sin embargo, todo ese encantamiento comenzó a romperse tres días antes del debut, cuando Delpo anunció que debía, obligatoriamente para mantener su calidad de vida, dejar casi de manera definitiva la práctica profesional. El clima dejó de ser festivo para convertirse en una mezcla entre tristezas y emociones.
Esos mismos sentimientos se manifestaron en el debut y despedida del tandilense. Por un lado, la nostalgia del fin de la carrera de un ídolo que le regaló muchas alegrías al pueblo. Por el otro, la melancolía de verlo jugar muy por debajo de lo esperado y de lo que supo ser. Su compatriota Federico Delbonis lo venció 6-1 y 6-3 sin pisar el acelerador y la última imagen de Delpo en un court, más allá de la emoción, fue muy deslucida.
Con ese antecedente, ¿es necesario que vuelva a tener una despedida? El derecho se lo ha ganado, porque entró en el grupo selecto de los campeones del US Open y merece, de alguna manera, tener un último homenaje en el que fue su lecho de gloria. Si ese es su deseo, que así sea. Sin embargo, es casi imposible que vuelva a competir de igual a igual con los tenistas que hoy están en la elite mundial. Lo más probable es que ese cotejo sea derrota y, que para que no luzca tan abultada, se convierta en una exhibición dentro de un Grand Slam.
¿Debería Del Potro de aquí a un par de años pedir una invitación y de esa manera quitarle el lugar a otro? Por el nivel, por sus posibilidades y por el prestigio del torneo, no tiene sentido que lo haga. Si así lo desea, sus fans lo van a apoyar, pero también sería mostrarle al mundo su actual forma. El Tandilense, antes de arriesgarse a esa decisión, analizará si no prefiere quedarse con el último adiós que sus seguidores le dieron, con gran emoción y apoyo en Argentina, al que no le faltó nada y ha llenado ese espacio con creces.