La República Argentina vive por estos días un momento difícil en cuanto a lo económico. Los clubes, que pertenecen a sus socios, no son ajenos a la situación del país y para poder mantener la estructura, necesitan el ingreso extraordinario que significa vender jugadores. Por eso, en este mercado de fichajes hubo más de 30 ventas significativas en total en el futbol argentino. ¿Estas operaciones tuvieron una cuota de transferencia acorde o el contexto abarató el precio?

Las transferencias podrían dividirse en tres grupos: las que fueron al exterior por un precio justificado, las que fueron al exterior por un precio bajo y las que se dieron en el mercado interno. En el fútbol argentino se dice siempre que “por año se necesita vender un jugador”. 2023 no fue la excepción y se notó.

La primera etiqueta la podrían tener las ventas de Mateo Retegui (Genoa), Alan Varela (Porto), Bruno Zapelli (Athletico Paranaense), Ignacio Miramón (Lille), Marco Pellegrino (Milan), Tomás Avilés (Inter Miami), Lucas Beltrán (Fiorentina), Alejo Véliz (Tottenham), Diego Valoyes y Michael Santos (FC Juárez). Todos estos futbolistas, en un gran momento futbolístico, se cotizaron al tener firmado un contrato de larga duración y que los clubes, dueños de sus pases, no posean una urgencia económica. Algunos de ellos, les dejaron a sus entidades vendedoras más de 10 millones de euros. Entre variables y extras, por cada uno de ellos las instituciones embolsarán más de 5.000.000 de euros.

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En el segundo pelotón, ingresan varias operaciones que no dejaron conformes a todo el mundo. Imanol Machuca (Fortaleza), Kevin Mac Allister (Unión SG), Pablo Vegetti (Vasco da Gama), Julián Fernández (New York City), Facundo Farías (Inter Miami), Santiago Hezze (Olympiakos), Juan Gauto (Basel) y Gino Infantino (Fiorentina) se marcharon del país con cuentas pendientes desde el rendimiento o de la cuota de transferencia. Los primeros tres, figuras absolutas de la última Liga Profesional, solicitaron salir para hacer una diferencia económica y se fueron a cambio de montos bajos para sus presentes. El resto posee un potencial importante, pero su realidad futbolística y/o la de los clubes, aceleraron sus salidas por un precio menor al que hubiesen tenido si explotaban.

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En el mercado interno, los traspasos más importantes fueron los de Lucas Janson y Lucas Blondel (Boca), Luciano Gondou y Alan Lescano (Argentinos Juniors) y Franco Watson (Lanús). Los refuerzos que llegaron al Xeneize habían cumplido con creces en sus anteriores clubes, pero sus ciclos, que tocaron el techo, habían comenzado a decaer. El “Bicho” compró a un jugador probado para reforzar el ataque por un dineral para su economía (3.5 millones de dólares) y a una apuesta que había perdido protagonismo tras buenos partidos en Gimnasia. El Granate, que está en una etapa de transición, puso la mira en un talentoso enganche de un recién ascendido como Instituto. Hoy en día, las ventas y la fuga de talentos precoces se ha hecho moneda corriente en el fútbol argentino.

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Antes, a un jugador de la cantera los clubes lo podían disfrutar unos 100 partidos sin problemas. Ahora, las instituciones aprovechan los picos de rendimiento para sacar el mayor dinero posible; si eso ya pasó y hay un declive, prefieren recibir menos dinero antes que recuperarlo. Los clubes que gozan de un buen pasar económico, se refuerzan con las estrellas de los urgidos. La liga de Argentina, aún con todos estos inconvenientes, sigue siendo de las mejores de Latinoamérica por la cantidad de talentos que surgen año a año.