Rodrigo Palacio es recordado por varias cosas. Su etapa intratable y ganadora en Boca Juniors, su longevidad en la Serie A con varios equipos, su definición fallida en los momentos claves ante Alemania en el Mundial 2014 o su inconfundible trenza, furor entre los niños argentinos de principios del 2000. Sin embargo, el ex Inter creció en una ciudad donde el fútbol, a lo que se terminó dedicando, no es el deporte principal.
Bahía Blanca, ciudad ventosa del sur de la provincia de Buenos Aires, se caracteriza por tener un club de baloncesto cada 100 metros y sacar a los talentos argentinos más trascendentes de la historia en la disciplina. Palacio, nacido allí el 5 de febrero de 1982, eligió el fútbol por talento, pero siempre que puede bota la pelota naranja con sus amigos o, en este caso, de manera casi profesional en la cuarta división de la Federación Italiana.
El ex delantero de 41 años tenía solo 22 cuando, en 2004, fue comprado por Boca Juniors ante la salida de Carlos Tevez. Bella Vista, Huracán de Tres Arroyos y Banfield ya habían sido testigos de su calidad y letalidad dentro del área. En Boca alcanzaría no sólo la gloria local sino la internacional, siendo parte del último plantel campeón de Copa Libertadores con el Xeneize.
En simultáneo, la Selección Argentina de Básquetbol logró el mayor hito de su historia. Lograron ser el primer país en ganar el oro en baloncesto sin ser ni Estados Unidos ni la URSS (o derivados). Rodrigo Palacio, que jugó poco, vivió esa medalla como un fanatico de Ginobili, Scola, su amigo Pepe Sanchez o Chapu Nocioni, ídolo de la infancia.
“Él es así, un fana del básquet y de la Generación Dorada. Se la pasaba hablando de ellos. Ni aquello ni lo de ahora me sorprende, que esté jugando hoy en día en el ascenso italiano, tal vez es una espina que le quedó clavada cuando se tuvo que decidir por el fútbol. Recuerdo que le costó muchísimo”, comenta Juan Ignacio Pisani, amigo del atacante, en entrevista con Infobae. En junio de 2023, Palacio fue noticia nuevamente en los medios deportivos, pero no por sus 215 goles y 123 asistencias en 657 partidos como futbolista, sino porque debutó como perimetral del Dilettantistica Polisportiva Garegnano de la cuarta división italiana de baloncesto.
“Jugaba muy, muy bien, era vivo, inteligente, muy parecido a cómo jugaba al fútbol. No tenía miedo, jugaba por instinto”, le comentó Pepe Sanchez a Infobae. Un segundo delantero picante con los pies tambien puede descollar en el baloncesto, sino preguntenle a Palacio. Es una de las figuras de su equipo, llegando a tener partidos de mas de 30 puntos.