Un 28 de noviembre del año 2000, Boca Juniors llegaba a Japón para hacer historia frente al Real Madrid. En aquel entonces los blancos eran catalogados como uno de los mejores equipos en la historia del fútbol. Dirigido tácticamente por Carlos Bianchi, el conjunto de La Ribera golpeó primero por duplicado y luego hizo historia.
En el estadio de Tokio, el Virrey planteó un esquema 4-3-1-2 con Óscar Córdoba bajo los tres palos; Ibarra, Bermúdez, Traverso, Matellán como lateral por la izquierda; Battaglia, Serna y Basualdo rotándose en el mediocampo; el astro del equipo, Juan Román Riquelme; Delgado y un tal Martín Palermo. Este último en ser nombrado sabía que tenía una tarea complicada, la de combatir ante Fernando Hierro y Karanka, quienes eran los centrales del conjunto que vestía de blanco, pero no se achicó.
Boca Juniors golpeó primero, tras un pase largo de Anibal Matellán, Marcelo Delgado, habilitado, llegó hasta el fondo de la cancha, ya adentro del área, y asistió de manera exquisita, de zurda, para que El Titán la pueda empujar y darle la primera alegría a todos los Bosteros que habían copado Japón y todos aquellos que se habían quedado en la Argentina. En menos de 3 minutos de juego, la primera pelota que le quedó a Martín la mandó a guardar. Para que además tenga un condimento especial, en ese entonces fue el gol más rápido en la historia de las finales Intercontinentales.
Real Madrid, con el marcador inclinado para el equipo argentino, comenzó a atacar. Figo, participativo tras el gol de Boca, intentaba proponer con juego vertical y directo. Tal era la situación ofensiva que proponía el equipo de Del Bosque que hasta Riquelme estaba en su campo. El 10 levantó la cabeza y lo vio habilitado al goleador de la noche para que siga aumentando su récord de goles. Combinación perfecta, desde atrás de la mitad de la cancha, Juan Román buscó a Martín y este, tras ganarle la posición a Geremi, la cruzó de manera perfecta, evitando la respuesta del joven pero gran arquero Iker Casillas.
Boca Juniors y la enorme victoria ante el Real Madrid
Después, el partido se complicó: El Madrid, con dos goles abajo, decidió formar, en ataque, una línea de 4 volantes y 3 delanteros, sumando a Roberto Carlos como mediocampista por izquierda. El brasilero entró al área superando a Hugo Ibarra y definió con derecha, pero la pelota fue al travesaño. Córdoba, agradecido por haber visto que la jugada no terminó en gol, pedía atención a los volantes para que marquen de cerca a los rivales. No tardó mucho el gol de La Casablanca: Roberto Carlos entró por el segundo palo, la bajó con el pecho y de volea, concretó.
Parecía que a Boca Juniors se le ponía difícil la situación, el Madrid llegaba con mucha gente en ataque y el conjunto Azul y Oro muy desplegado atrás. Pero El Torero se hizo cargo de la pelota durante todo el segundo tiempo, la cuidó como nadie, la valoró como pocos, la protegió y se hizo dueño del esférico. Claude Makélélé fue el “juguete” de diversión de Riquelme, lo sacó a pasear por toda la cancha y nunca le pudo extirpar la pelota.
El campeón del mundo con Francia en 1998 nunca la había pasado tan mal como esa noche de Tokio. Era casi imposible sacarle el balón al enganche al de Don Torcuato, que manejaba tan bien su cuerpo como la pelota en sí. Le dieron el premio al mejor jugador de la final por encima de Raúl Gonzalez Blanco o el mismísimo Luís Figo, uno de sus ídolos. Europa quedó maravillado y poco después, el Barcelona lo compró.
Para Boca Juniors fue historia ganarle a ese Real Madrid de los Galácticos. Se consagraba por segunda vez en su historia como campeón de la Copa Intercontinental ¡y de qué manera!
“Voy a jugar esta copa con aquellos que ganaron los campeonatos que me permitieron llegar a la Libertadores y los que ganaron la Libertadores y me permitieron llegar a este partido”, comunicó Bianchi antes de viajar a disputar la final ante el Real Madrid. Fidelidad, confianza y optimismo, eso les daba Carlos a sus jugadores.
Ese 28 de noviembre del año 2000 fue una muestra de “sí se puede”. Todos pensaban que el conjunto español pasaría por arriba a Boca, y no lo fue. La importancia de golpear primero, la de creer en el potencial de los futbolistas y la de demostrarle al mundo para lo que estaba. “Boca Juniors nunca teme luchar”, decían las banderas de La 12, y así fue en Japón. ¿Recuerdas aquel enigmático resultado?