El 2 de marzo de 2024, frente a los Denver Nuggets, LeBron James volvió a ser noticia por un récord pero no por romperlo sino por establecerlo: el King alcanzó los 40.000 puntos en partidos de la NBA y se convirtió en el primer jugador de la liga en alcanzar esa cifra. El legado del número 23 de los Lakers es innegable no solo en Estados Unidos sino en el mundo, pero hay una marca que no obtiene aún y que marcaría un precedente en la historia del deporte: el máximo anotador de la historia del baloncesto. Contra todo pronóstico, ese récord no lo tienen ningún estadounidense ni ningún jugador que alguna vez se haya puesto una camiseta NBA, sino que se trata del brasileño Óscar Schmidt, una megaestrella internacional que rechazó el profesionalismo norteamericano por defender a su selección.
Natal, 16 de febrero de 1958. En el nordeste de un país extremadamente futbolero nació Oscar Daniel Bezerra Schmidt, que se daría cuenta que el básquetbol era lo suyo desde muy temprana edad. Ya radicado en Brasilia junto a su familia, su tío Alonso lo convenció de jugar y entró a categorías juveniles con 13 años y 1,85 metros de altura. Con 14 debutó en Palmeiras, donde fue visibilizado por los captadores de talentos de la selección de Brasil. Allí comenzó su recorrido por las categorías formativas del equipo de su vida hasta afianzarse con el equipo nacional que lo haría reconocido en todo el globo y en el cual se convirtió en el máximo anotador a nivel de selecciones tanto en Juegos Olímpicos como en Mundiales.
(Foto: FIBA)
A nivel clubes, el Mano Santa pasó la mitad de su carrera en equipos de su país: Palmeiras, Sírio, América de Río, Corinthians, Bandeirantes, Gremio y Flamengo lo vieron brillar en las distintas etapas de su trayectoria y gozaron de varios hitos en su carrera. Con Sírio conquistó la Liga Brasileña, el Sudamericano y el campeonato intercontinental de la FIBA, en sus años de explosión como jugador y los que lo llevaron a dar el salto europeo. Ya sobre el final de sus 25 años en el parquet, en octubre del 2001 y por el campeonato de Río de Janeiro, hizo explotar al Maracanazinho y a los torcedores de Flamengo: anotó su tanto 46.725, el que rompió el récord de anotación histórica del baloncesto.
(Foto: FIBA)
La única vez que salió de su país a jugar a nivel profesional fue en Europa. Snadeiro Caserta, Fernet Branca Pavia y Fórum Valladolid gozaron de su talento entre 1982 y 1995. A todo esto… ¿Y la NBA? ¿La mayor cazadora de talentos a nivel mundial no le echó un ojo? Claro que sí, ya que fue seleccionado con la posición número 131 del draft de 1984, mientras transitaba su segundo año en Italia. La clase del ‘84 contó con otros legendarios jugadores como Hakeem Olajuwon, Charles Barkley, John Stockton o el mismísimo Michael Jordan. Desde que lo escogieron en adelante, siempre se negó porque en esa época estaba prohibido jugar para una selección si se competía en la NBA.
Así fue como Schmidt hoy sigue siendo el máximo anotador de la historia de este deporte sin haber pasado por el circuito máximo del básquet. Con más de 42 mil puntos a nivel clubes y 7693 en su selección, el miembro del Salón de la Fama del Baloncesto desde 2010 tiene un promedio de carrera de más de 30 puntos por partido y sigue siendo uno de los jugadores más influyentes a nivel histórico en FIBA, más allá de tener únicamente un tercer puesto en el Mundial de Filipinas 1978 como único logro a nivel intercontinental. Es cuestión de tiempo para que LeBron James -con un recorrido exponencialmente distinto al de Schmidt- supere los famosos 49.737 puntos con los que se retiró el Mano Santa. ¿Volverá a haber otro que le arrebate el título al King James?