Las convocatorias FIFA siempre tienen estrellas que brillan por su ausencia, pero en esta última se dio una combinación especial: ni Lionel Messi con la Selección Argentina, ni Neymar con Brasil, ni Luis Suárez con Uruguay jugaron los amistosos. Los tres mejores futbolistas sudamericanos de los últimos 15 años empiezan a anunciar que más pronto que tarde los aficionados deberán acostumbrarse a disfrutar del fútbol sin ellos.
El paso del tiempo es para todos. Es doloroso, quizás. Pero aunque suene a consuelo de autoayuda, hay una frase que reza: “no te pongas triste porque terminó, ponte feliz porque sucedió”, y así será para los fanáticos de la MSN. El fútbol regido por la Conmebol debe ir despidiéndose de lo que hasta hace unos años era una presencia fija de este trío de cracks.
Es cierto que en Argentina quien vive el momento “sensación” es Alejandro Garnacho; que en Brasil todos ponen los ojos en Endrick, la futura joya que compró el Real Madrid con apenas 17 años; y que en Uruguay sueñan con el potencial de Luciano Rodríguez. Pero no todo es lo mismo sin ellos.
Por parte de la Confederación Sudamericana de Fútbol se presenta un reto interesante: volver más atractivo el juego. ¿Por qué? Porque antes el estadio se llenaba para ver las locuras que normalizó el astro rosarino; porque el juego parecía más vistoso cuando el paulista sambaba arriba de la pelota; porque los goles del Pistolero estaban asegurados.
Ya se los echa de menos jugando por separado. ¡Solo queda recordar que juntos hacían cosas como estas en Barcelona!
Una era se termina. Solamente quedará agradecer por haber sido contemporáneo de semejante generación del fútbol sudamericano.