Paola Espinosa anunció su retiro y es, sin duda, la mejor clavadista en la historia de México. Como deportistas fue hasta el último día una guerrera de la disciplina: entrenaba entre siete y ocho horas diarias, cuidaba su alimentación.
Cuando un papá se va, el momento más difícil no es el día en que te llaman y te dicen que se fue o cuando lo tomas de la mano para decirle ‘muchas gracias por todo’. No. Lo complicado llega cuando han pasado meses y así, un día cualquiera, te llega una sensación de vacío, como si estuvieras desamparado. Te pilla en cualquier sitio: en la regadera o donde estés comienzas a llorar, y si alguien está a tu lado te preguntan ‘¿qué tienes?’, ‘¿estás bien?’, y si tienes fuerzas les cuentas que lo extrañas, que te hace falta, que crees que te faltó tiempo con él, pero otras tantas dices que no te ocurre nada, que te acordaste de algo y que ya se te pasó…
Para Paola su padre, Marco Antonio, fue vital para su carrera. “Mi papá, que fue nadador, me enseñó a entrenar la mente. Creo que en las competencias de alto rendimiento, en unos Juegos Olímpicos, la mente tiene que estar más preparada que el cuerpo”.
Éxito, esa palabra la conoce de sobra, tiene dos medallas en los Juegos Olímpicos de 2008 y 2012 y oro en la plataforma de 10 metros en el Mundial de Roma 2009. Además tiene otras tantas en Copas Mundiales, Universiadas, Juegos Centroamericanos, Panamericanos.
Si hay alguien que se le tiene que preguntar cómo derrotar a China en clavados es a ella, porque ya lo hizo. Vencer a los chinos -si miran los datos- es casi una tarea imposible.
Paola dice que extraña cuando iba ya “grandulona” a La Paz, Baja California y se sentaba en las piernas de su papá quien ya le tenía listo su plato de camarones al mojo de ajo.
“Me sentía protegida y hoy tengo a muchas personas que se preocupan por mí y me cuidan, mi mamá, mi esposo… pero no hay como tu papá”.
La construcción de un atleta inicia desde pequeño. “Yo siempre tuve talento pero tenía una pésima técnica, entonces tuve la voluntad y apoyo de mis padres para nunca rendirme y de muchos entrenadores que me ayudaron a mejorar. Y así, la experiencia y mi carácter han hecho que entrene mi mente”.
Así se define Paola Espinosa, atleta que anunció su retiro
-¿Cómo ha cambió tu percepción del éxito y fracaso desde que eres mamá?
-Muchísimo, porque ahora si tiro un clavado mal no me estoy atormentado todo el día. Antes sí ocurría así, ahora sé que llego a casa y veo a Ivana y mi mundo es ella. El éxito ahora no lo mido por medallas sino por ser feliz y tener a mi familia bien. Antes era obsesiva en comer bien y dormir mis ocho horas diarias. Ahora si duermo cuatro o cinco ya salgo ganando, mi hija me requiere y lo mejor es que me despierto con motivación para seguir adelante.
Hay un pasaje en la película ‘Rush: pasión y gloria’, donde el actor que interpreta a Niki Lauda, el gran piloto austriaco y campeón tres veces del campeonato de F1, dice. “Lo peor que te puede pasar es enamorarte… porque tienes miedo”.
-¿El amor da miedo?
-Muchísimo y entiendo bien la frase. Y es en cosas tan sencillas como por ejemplo cuando me subo a un avión y empiezo a sentir poquita turbulencia ya me da terror o antes pues me lanzaba de la plataforma sin temor a golpearme, hoy tengo más cuidado porque tengo a mi hija que me espera en casa y sé que tengo que volver.
Paola cuenta que su fortaleza mental la fue cultivando con el paso de los años. Dice que cuando era pequeña muchas veces vio rechazo de algunos niños y niñas porque ella ganaba y ellos no. Lo mismo sucedió cuando viajó a la Ciudad de México ya para entrenar con mayor forma y muchos la miraban con recelo. “Por eso digo que yo era huraña, porque así me hice, para defenderme y enfocarme en lo mío sin que me importaran lo que dijeran de mí”.
-¿Consideras que en el deporte mexicano todavía se viven procesos de discriminación o acoso?
-Creo que no se ha terminado por completo, siempre hace falta un poco más. Lo que te puedo decir es que el día en que me hice medallista olímpica las cosas sí cambiaron no sólo para mí, sino para las mujeres en los clavados, creyeron y nos tomaban en cuenta. Tampoco digo que es algo que no pase o no vaya a pasar. Lo que sí creo es que entre mujeres debemos ser más empáticas, no porque yo sea mamá ya no soy capaz de tirar un gran clavado. Tu misma gente, del mismo círculo, los mismos atletas tratamos de dañar para que no se dé, dicen ‘es mamá y no va a poder, mejor que deja esa oportunidad por alguien más joven’.
-¿Cuánto importa el dinero para ganar, competir?
“Dinero que se vea reflejado en un trampolín nuevo, eso puede hacer un mundo de diferencia, dinero para que exista infraestructura digna de medallistas olímpicos, para albercas con agua caliente, trampolines, colchonetas, gimnasio adecuados, eso sí marca la diferencia para competir y poder alcanzar el éxito”, comenta Paola.
Los triunfos de la clavadista mexicana han repercutido en su valor como deportistas y como marca, por eso empresas como Nike o Gatorade están asociadas desde hace muchos años con ella. Algunos de esos acuerdos empezaron con un tema de equipamiento y ahora ya le reditúa económicamente.
-¿Cómo definirías a la marca Paola Espinosa?
-Como una persona honesta, limpia, que lo que ha conseguido es gracias a su éxito. Creo que un buen slogan para mí sería ‘ella hace lo que quiere hacer’…
Y sí, casi todo lo que aspiró como atleta lo consiguió. Una familia, medallas de todo tipo, es imagen de marcas internacionales, es una de las mejores deportistas mexicanas de la historia. Quizás el final no fue lo que esperaba, no acudió a los JO de Tokio y con ello el fin de un sueño de ir a buscar una presea más.
Paola, la mujer, la que extraña a su padre, la que le aterroriza no estar para su hija, da un paso más en su vida. El retiro es, como dicen, un paso más y es el inicio de otro proceso.