“En Uruguay me sorprendí, el fútbol está 50 años atrasado”, sostuvo en su momento el argentino Claudio Yacob. Exceptuando a Nacional y Peñarol, el resto de las instituciones del futbol uruguayo tienen grandes problemas económicos y de infraestructura. Todavía poseen un capital valioso: los juveniles que surgen año a año, con procesos formativos muy buenos. Sin embargo, la urgencia económica genera que estos sean malvendidos y Argentina, entre otros países, aprovecha esa situación.
De los campeones del Mundo Sub-20, dos pasaron al fútbol argentino. El primero fue Sebastián Boselli, quien se convirtió en nuevo refuerzo de River a cambio de una cifra cercana a los 4 millones de dólares. El segundo, Matías Abaldo, pasó a Gimnasia en una operación particular: el extremo, que arrancó como titular en el Mundial y marcó dos goles, llegó al Lobo a préstamo con cargo y con opción. A Defensor Sporting, asediado económicamente, no le quedó otra que largarlo más allá de la venta del zaguero.
Rentistas, club que se consagró campeón del Apertura 2020, pero que lejos está de ser poderoso, exportó dos de sus talentos a la Argentina como Baltasar Barcia (Independiente) y Salomón Rodríguez (Godoy Cruz) por apenas 1 millón de dólares. Agustín Ocampo, que había sido figura en Fénix y Antofagasta de Chile, llegó a Platense por apenas 325 mil dólares. Para los números que se manejan en el fútbol argentino, estas operaciones son un vuelto.
Tres que eran figuras de clubes con un poco más de estructura son Alan Rodríguez, Mauro Méndez y Gastón Martirena. Por ellos, Boston River, Wanderers y Liverpool pudieron sacar cerca de cinco millones de dólares vendiéndolos a Argentinos Juniors, Estudiantes y Racing, respectivamente. Sin embargo, en el nivel que estaban, cualquier otro país de Sudamérica le hubiese sacado más dinero.
El fútbol mundial se convirtió en una cadena alimentaria. El contexto económico de Argentina, provoca que la MLS, el Brasileirao y las ligas de Europa compren a precio barato (relativamente) el talento argentino. Argentina, para nutrirse, hace eso con el resto de las ligas de Sudamérica. Sin embargo, encontró en Uruguay una garantía, de precio bajo y rendimiento alto.
¿Por qué Uruguay? Al ser un país limítrofe y con una cultura muy parecida, la adaptación que necesitan los futbolistas es menor. El idioma y las costumbres son prácticamente las mismas. El nivel de por sí ya es bueno, pero además hay dos factores más que inclinan la balanza: la historia de los charrúas en el país, con ídolos como Enzo Francescoli, Ruben Paz, Ricardo Pavoni y Sergio Martínez, ha sido muy rica; por otra parte, el jugador uruguayo siempre es rendidor y se brinda al máximo, algo que cautiva a la mayoría de las hinchadas argentinas. Por eso, el fútbol uruguayo hoy es la rueda de auxilio del mercado argentino.