¿Qué se necesita para dirigir a un equipo grande de Europa como el Bayern Munich? Allá tienen claro, como Julian Nagelsmann, que al final, el trabajar bien el futbol, tarde o temprano dará frutos.
Probablemente recuerdes a Pep Guardiola al mando del equipo alemán, sí, aquel que acaba de ganar el título 30 de su carrera, además todo indica que el español tiene mucho qué ganar por delante y acercarse a los casi 50 de Sir Alex Ferguson. Sin embargo, en el equipo más grande de Alemania se fijaron en Julian Nagelsmann, aquel que presume haber ganado solo un título en su carrera y fue hace más de seis años.
¿Por qué Nagelsmann? La respuesta puede centrarse en algo, especialistas lo consideran como un prodigio. El técnico alemán dirigió al Hoffenheim en la Bundesliga y los llevó de pelear el descenso al tercer lugar de la tabla.
Cabe destacar que en las temporadas que dirigió al club de Sinsheim, en cuanto a fichajes tuvo un saldo favorable de 14.7 millones de euros entre altas y bajas. En el Leipzig la historia fue distinta, pues en dos campañas terminaron gastando 30.7 MDE, sin embargo esto les valió el participar en dos Champions League consecutivas.
El ‘método’
Podrá decirse muy fácil, pero una de sus principales cualidades es el seguir aprendiendo. En entrevista con la Bundesliga, aseguró que su personalidad le ha “ayudado a tener las conversaciones que necesita” y en cada una mantiene un aprendizaje.
Esto trata de aplicarlo con sus futbolistas, pues el diario The Telegraph, asegura que la plantilla está en constante aprendizaje. ¿Qué podría enseñarle a un jugador profesional? Al menos, en sus palabras, que el futbol perfecto no existe, que se van a equivocar en determinado momento, pero deben levantar la cara para seguir adelante y tomando en cuenta que probablemente vuelvan a fallar.
Tanto el el futbol con en la vida, los errores son necesarios, porque se traducen en aprendizajes. Cada quién decide qué absorber de la adversidad, y Julian Nagelsmann parece que solo ha recogido lo bueno. Incluso de no haber ganado algún título que no sea en divisiones inferiores. Una prueba más de que los trofeos, por más puristas que queramos ser, no siempre lo son todo.