Machine learning o aprendizaje automatizado, en eso se basa el modelo de Paulo Pezzolano, pero con una gran diferencia, que lo que hace que Pachuca no sea una máquina de músculos es un par de conceptos que solo tenemos los humanos: la intensidad y nunca de los nuncas perder la ambición. En resumen, eso lo hace ser un proceso con ‘alma’.

Comencemos por el ‘alma’ de su estilo. Antes de llegar a Pachuca, Paulo Pezzolano viajó unas tres veces a Europa para visitar los campamentos del Atlético de Madrid, Betis, Málaga, Espanyol, pero donde quedó gratamente sorprendido fue en Getafe, con el equipo de José Bordalás (que ahora vive sus últimas horas con el equipo).

A sus cercanos les ha dicho que no es que el sistema de su colega o la forma de jugar le guste, pero sí cómo exige en las prácticas. Hay una frase que Paulo la tiene muy ensimismada. “En el futbol de élite las milésimas de segunda cuentan mucho”.  Y para que cada diezmilésima cuente hay que ser intensos, no un ratito, ni durante gran parte del partido, hay que hacerlo siempre. No hay negociación con eso para él. 

Con Bordalás reafirmó su concepto de intensidad y cuando todavía era jugador aprendió de Lothar Matthüas la perfección. No descansan nunca los equipos de Paulo en la cancha. Lo vimos el domingo ante el América que nunca se cayó, es verdad perdieron, pero Pachuca nunca dejó de pelear, ‘de meter’ como le dicen los hombres de futbol.

Paulo no es un entrenador de una sola filosofía. Lo que hoy es Pachuca es un poquito de muchos: de Líber Vespa, de Sergio Markarián, Tita, también de Quique Setién, Lothar Matthäus o Bordalás.

La pregunta que siempre ronda cuando fichan a un entrenador extranjero. ¿No había una mejor opción en el país? La última vez que Pachuca fichó a un entrenador que conocía al 100% el mercado fue en 2014 con Enrique Meza en su segunda etapa. Luego llegó Diego Alonso, Paco Ayestarán, Martín Palermo y ahora Paulo Pezzolano que venía de un equipo pequeño pero tradicional de Uruguay, el Liverpool, especializado en generar talento y venderlo, un poco lo que son los Tuzos también (de los 10 jugadores con más partidos en el proceso de Paulo en el club al menos cuatro tienen menos de 24 años).

Pezzolano tiene claro que la intensidad siempre la da la preparación física, otra de las reglas de sus equipos. Una más, que sus jugadores sean polifuncionales. Son conceptos que presentó a su plantilla recién llegado a México. Sus metas, su estilo y claro, luego llegó la parte más difícil, convencerlos.

Pachuca, confesó hace unas semanas el entrenador, siempre le ha brindado el respaldo, incluso durante el primer tercio de la temporada donde llegó a ser último de la general. “La clave es manejar bien al vestuario y platicar con las cabezas del plantel. El futbol mexicano es de alto nivel y de jugadores de jerarquía y si tú no logras convencer y transmitir la idea es complicado que puedas sobresalir”, le dijo al diario Ovación de Uruguay hace unos meses.

Y pues el convencimiento llegó. Está a dos partidos de ser finalista con un proyecto que muchos pensaban que ni siquiera llegaría a mitad de la Liga. 

Paulo Pezzolano en aquella visita a Getafe también se convenció de otra cosa, de un concepto que parece más ligado a la tecnología que al futbol: la automatización, tener su propia machine learning.

No es que lo haya aprendido de Bordalás, simplemente se convenció que era el camino ideal para sus equipos, lo que quería. Paulo dice que la automatización le permite que los jugadores memoricen las jugadas, que sepan qué ocurre cuando Ustari (un fichaje que él pidió sí o sí y que fue adquirido del Liverpool de Uruguay) levanta la mano izquierda cuando van a salir y tener cuatro opciones de salida.

Memorizar, mejorar, aprender y -si se permite- robotizar los movimientos sobre todo en el sector defensivo. Paulo fue jugador profesional por más de 15 años y sabe que el talento y la picardía (sobre todo él que es uruguayo) es necesaria, por eso cuando sus equipos atacan son ‘libres’ y aún con esa libertad también hay movimientos que los futbolistas tienen que hacer sí o sí. Por ejemplo, “un 9 que no aprieta no es útil para el equipo”, dice.

Así que en la medida de lo posible Pachuca es una máquina de asfixiar y también es un robot. No hay duda y para muestra dos ejemplos: en el repechaje no le importó ir debajo en el marcador ante Chivas, los apretó y ganó; con América primero no hicieron caso que les empataron en el juego de ida, siguió y sacó renta de dos goles; y el fin de semana en el Azteca tampoco se asustaron por ir 3-1 abajo…

“Lo más difícil de automatizar es que los jugadores lleguen a memorizar los movimientos” dice Pezollano, “pero cuando eso ocurre”… pues ya los sabemos, ahora están a un paso de disputar la final de la Liga MX.

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