Willians Astudillo, jugador de campo de los Twins recuperó el estilo de la “bola vacía” para despachar una entrada con su equipo con solo siete disparos
En el béisbol de las Grandes Ligas y básicamente en el de alto nivel en todo el mundo, la tendencia del pitcheo es ir siempre más rápido. El control y la velocidad son dos de las cualidades más buscadas por los scouts. Sin embargo, un lanzador completo necesita de un repertorio de lanzamientos que incluyan disparos rompientes, cambios de velocidad e incluso bola lenta o vacía.
Si esta cualidad de contar con curvas o cambios la desarrolla un lanzador con buena velocidad en el brazo (más de 90 millas por hora o 144.8 kilómetros por hora), entonces puede convertirse en un abridor y prolongar su carrera, porque no solo dependerá de la fuerza de su brazo, sino de su técnica. Además de tener más armas para enfrentar a bateadores, cada vez más especializados en adivinar lanzamientos.
En la historia, añeja o reciente de las Grandes Ligas hay infinidad de ejemplos de pitchers que se enfocaban en los lanzamientos rompientes para dominar a sus rivales y lograron resultados interesantes.
En la Liga Mexicana de béisbol surgió Salvador Colorado, con los Leones de Yucatán, quien en 1990 fue enviado al bullpen y cambió su repertorio a bolas lentas. Tras este cambio, bromeó sobre este cambio en su estrategia de lanzar:
“¿Para qué quería que tirara duro? Si pitcheando lento no me batean, imagínese…”
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Este estilo le permitió también a Fernando Valenzuela convertirse en un as con los Dodgers de Los Ángeles en los años 80, gracias a su “screwball” o bola de “tirabuzón”, que le ayudaron a ganar sus primeras ocho aperturas en su temporada de novato en 1981 y ser el único novato en ganar el Premio Cy Young, así como ganar en el Juego 3 de la Serie Mundial de ese año.
Recientemente, Marco Estrada, con un repertorio similar se convirtió en un titular confiable con los Azulejos de Toronto, con temporadas de 13 triunfos y un porcentaje de carreras limpias de 3.13 en 2015 y 10 triunfos (ERA 4.98) en 2017.
Su promedio de velocidad era de 88 millas por hora en su bola rápida (141.6 km/h) pero en 2016 fue el pitcher al que menos le bate ron en todas las Grandes Ligas con porcentaje de .180., cifra menor que otras grandes estrellas como Clayton Kershaw (.185), Max Scherzer (.190), Jake Arrieta (.193) y Stephen Strasburg (.194).
Los inicios de la bola vacía
En los años 30 o 40 del año pasado surgió una generación de peloteros que literalmente no tenían peso en la bola. El creador de este lanzamiento sumamente elevado y suave es Truett Banks “Rip” Sewell y su lanzamiento fue bautizado como “Eephus”, un vocablo posiblemente proveniente del hebreo “Efes” que significa “cero”.
Y básicamente con este lanzamiento, “Rip” Sewell fue cuatro veces al Equipo All Star de la Liga Nacional, además de tener temporadas consecutivas con 21 triunfos, en 1943 y 1944, así como una década de carrera.
Otro destacado fue David LaRoche en los años 70 y 80, quien desarrolló un lanzamiento de apenas 30 millas por hora (48.28 km/h) y usó su lanzamiento para ponchar de manera espectacular a Gorman Thomas de los Cerveceros de Milwaukee, mientras giraba sobre su eje por haber fallado el batazo.
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“La Tortuga” Astudillo
Recientemente esta curiosa manera de lanzar la pelota regresó al diamante, gracias a un primera base suplente de los Mellizos de Minnesota, Willians “Tortuga” Astudillo quien tuvo una labor de relevista en abril, ante los Angels de Anaheim. El jugador venezolano ayudó a su manager, Rocco Baldelli, a cubrir un espacio en el roster de pitcheo y lanzó la octava entrada de ese partido, despachándola apenas con siete lanzamientos.
Todos ellos, con bola “Eephus” de hasta 46 millas por hora (74 km/h). Hay que aclarar que su equipo perdía 10-3, por lo que su mánager se pudo dar ese lujo.