¿Las casualidades existen? El 24 de febrero de 2022, Novak Djokovic perdió en el ATP de Dubái y se confirmó que el ruso Daniil Medvedev sería el nuevo número 1 del mundo en el ranking ATP, a partir del lunes siguiente. Ese mismo día, Rusia decidió invadir Ucrania y se desató una serie de hechos desafortunados para los tenistas rusos. La ATP les cercenó la nacionalidad a ellos y a los bielorrusos y sus países desaparecieron de las páginas, los torneos y las transmisiones. Sin embargo, el no poder jugar con su nacionalidad poco cambió y sus logros dejaron expuesta a la ATP.

Después de llegar a la cima del tenis mundial, Medvedev se mantuvo durante 16 semanas en el N1. Pese a que le llegó tarde, porque había sido el mejor del mundo durante el final de 2021 y comienzos de 2022, pero no durante el año, que no figure la nacionalidad en los logros del tenista más importante del momento era una censura a su libertad. Duró poco su estadía en el máximo escalafón, pero en 2023 volvió con todo: 19 victorias consecutivas, 25 ganados de 26, dos títulos ATP 500, un ATP 250 y el Másters 1000 de Miami.

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Aryna Sabalenka, bielorrusa, que hasta el año pasado era noticia por la gran cantidad de doble faltas que tenía por partido, pasó a ser una de las animadoras del circuito WTA y parece la única que le puede disputar la carrera por el N1 a Iga Swiatek. En un gran nivel, escribió su nombre en el trofeo del Australian Open, pero no le marcaron su nacionalidad al lado de él por la guerra. ¿Es absurdo, no? ¿Qué tendrá que ver la tenista con la guerra? Con la impugnación se manejó la ATP y todo el mundo del deporte contra los rusos y bielorrusos.

Andrey Rublev, otro de losexitosos tenistas rusos, actual número 6 del ranking ATP, ganó hace poco su primer Masters 1000 en Montecarlo. Anteriormente, se había cansado de pedir por la paz entre Rusia y Ucrania. ¿Es justo para un tenista que entrenó toda su vida ganar su primer título importante y no poder hacerlo en representación de tu país? Lo cierto es que, con la conciencia tranquila de combatir la guerra, Rublev elevó su rendimiento y logró su primer título grande.

El colmo de los colmos ocurrió en Wimbledon pasado. No conformes con el cercenamiento de las nacionalidades, el torneo decidió marginar a los rusos y bielorrusos, por lo que la ATP determinó que solamente se juegue por los premios económicos y no por puntos. Elena Rybakina, rusa de nacimiento, jugó en representación de Kazajistán y ganó el torneo sin haberlo comenzado entre las favoritas. Casi ni lo festejó: la injusticia que vivieron los tenistas de su país la paralizó.

En síntesis, el ocultamiento de la nacionalidad a los deportistas rusos y bielorrusos (como los tenistas), lejos de bajarles el ánimo, los ayudó a superarse y a lograr títulos que no habían logrado anteriormente. ¿Habrá tenido algo que ver? Posiblemente, hayan querido dejar a su país bien parado ante una injusticia de tal manera y que la bandera, oculta, esté más visible que nunca, al igual que las burdas decisiones de la ATP. “El que no quiere a su patria, no quiere a su madre”, reza Calle 13 en Latinoamérica. Estos tenistas están dejando a su patria en lo más alto, pese a no poder representarla.