Corría un poco más de la mitad de la década pasada cuando todavía Rafael Nadal, Novak Djokovic y Roger Federer no se habían reinventado tenísticamente y pocos imaginaban que iban a conseguir los 20 grand slams que terminaron ganando (22 en el caso de Nadal y Djokovic). Asomaba una generación de tenistas con gran talento, golpes y condiciones técnicas, pero con escasa capacidad de entrenamiento -en comparación a los tres más grandes- y nula relación con los fans. A todos ellos, también les llegó la hora de dar la estafeta a la nueva generación del tenis.

Tres tenistas (o cuatro) nacidos después del 2000 pueden quedarse con el cetro que ostentaban Federer, ya retirado, Nadal, cerca del retiro y con un físico muy castigado y Djokovic, con la atención puramente concentrada en los majors. Carlos Alcaraz, Jannik Sinner, Holger Rune y Lorenzo Musetti empiezan a ser preponderantes y a tener serias chances de pelear cosas importantes.

La nueva generación del tenis con cualidades y defectos

El primero, único de esta generación en llegar a ser Nro 1 hasta ahora, viene a ocupar el lugar de Federer y Nadal. Es un placer ver jugar a Alcaraz porque combina la garra y el físico de Rafa. No da ninguna por perdida, tiene la mano y la calidad de Federer y la elasticidad a lo Djokovic. Y como si fuera poco, sabe que juega para la gente: no la desprecia, la anima. Seguramente será el favorito de los fans en los años que vienen. Es el combo completo.

Jannik Sinner luce como alguien concentrado en solamente querer jugar y ganar al tenis. No desea ni caerle bien, ni caerle mal a nadie. Con los golpes más precisos y potentes del circuito ATP, va y va. Técnicamente, no tiene nada que envidiarle a su contemporáneo español. Todavía no ha mostrado el feeling con la gente y hay que ver si los problemas físicos lo dejan en paz. Pero su versatilidad, su técnica y sus condiciones lo llevarán muy lejos.

Holger Rune llega a ser el reemplazo natural de Djokovic: polémico, audaz, de sangre fría ante sus rivales y con una tenacidad envidiable. Pocas veces lo veremos rendirse. Tiene una gran movilidad y un estilo sumamente vistoso. En contraparte, tiene una mala relación con el público por actitudes que no gustaron en el deporte en el que sacar una mínima ventaja es mal visto.

De los tres anteriores se espera que lleguen a ser N1 del mundo y que ganen más de un grand slam. Lorenzo Musetti, por ahora, es el que luce con el techo más bajo. No obstante, no deja de ser un tenista con un presente bueno y un futuro enorme. Pese a que no arrancó bien la temporada y en la gira por Sudamérica sumó muy pocos partidos ganados. En Montecarlo, como quien no quiere la cosa, fue y le ganó ni más ni menos que a Djokovic. Es el único de los cuatro con revés a una mano, y pese a que sus tiros tienen menos potencia, la precisión y lo vistoso de su tenis es inigualable. Es un talentoso.

Con los grandes en la rampa de salida, esta nueva next gen ya demuestra tener el hambre de gloria, el tenis y el coraje que no tuvo su antecesora. Este, seguramente, será el año en el que alguno de ellos anote su nombre en un grand slam (Carlos Alcaraz ya lo hizo) y en el que sean los principales animadores de los Masters 1000. Sonríe el tenis, sonríe la fluorescente: hay futuro, con otros estilos, pero que regalará muchísimos partidos épicos como los disputados en lo que va de este siglo.