El 8 de marzo de 1971 Joe Frazier le quitó el invicto y sobre todo, despojó del halo de invencibilidad que tenía Muhammad Ali, para convertirse en el rival más complejo de “The Greatest”
Este lunes se cumplen 50 años de “La Pelea del Siglo”, donde el campeón mundial de peso completo, Joe Frazier exponía ante el ex campeón invicto, Muhammad Ali, en el Madison Square Garden de Nueva York, una pelea que marcó la carrera de ambas figuras y que marcó el inicio de las grandes trilogías en la historia del boxeo, acompañados de jugosas entradas.
Pero también se trató de un encuentro que incluso involucró la vida política de EEUU de aquella época, incluyendo las protestas por la Guerra de Vietnam, la lucha por los derechos civiles por temas de raza y religión y también con la caída de un mito: esa noche, Joe Frazier se convirtió en el primer hombre sobre la Tierra que derribó y posteriormente derrotó al mejor y más carismático boxeador de la historia.
El 8 de marzo de 1971, Frazier derribó a Ali en el round 11 y finalmente retuvo su título (CMB/AMB) por decisión unánime. Pero además de la gran exhibición que dieron ambos pugilistas, el contexto de la pelea ayudó a darles su verdadera dimensión.
Arthur Mercante se encargó de impartir justicia en el cuadrilátero, mientras que en el mítico recinto de Manhattan acudieron 20 mil 455 espectadores, con una taquilla de un millón 325 mil 951 dólares, que incluían a personalidades como Frank Sinatra (quien trabajó como fotógrafo porque no tenía buena relación con Ali y no hubiera conseguido lugar en ringside), Dustin Hoffman, Woody Allen, Miles Davis, Diane Keaton, Hugh Hefner, Barbie Benton o Bob Dylan.
La bolsa para ambos peleadores fue de 2.5 millones, de dólares.
El contexto de “La Pelea del Siglo”
Ali era campeón legítimo de peso completo hasta 1967, cuando se negó a ser reclutado para participar en Vietnam. Entonces el gobierno de Lyndon B. Johnson le suspendió su licencia como boxeador, fue despojado de sus cinturones y estuvo a punto de pisar la cárcel. En ese tiempo Ali enfrentó problemas económicos severos e incluso escribió una obra musical donde se personificaba a sí mismo narrando su lucha por los derechos de su raza.
Ali era amigo cercano de los grandes luchadores sociales en EEUU como la cabeza de la religión islámica en el país, Elijah Muhammad, Martin Luther King, asesinado en 1968, y Malcom X, quien también murió asesinado en 1965.
A finales de 1970, el gobierno de Richard Nixon le devolvió su licencia para boxear y lo exoneró de las acusaciones. Entonces regresó con victorias contra Jerry Quarry y Óscar Bonavena, con un record invicto de 31 triunfos, 25 de ellos por nocaut. Por su parte, Smoking’ Joe tenía también una foja invicta de 26 victorias, 23 de ellas por la vía rápida.
Esa noche batió los récords de taquilla y audiencia televisiva. Ali representaba a las minorías que protestaban una legitimación en EEUU, mientras que Frazier era el campeón reconocido por la mayoría blanca, de tendencia conservadora. Por eso, “The Greatest” llamó a su rival: “monigote”, al servicio de las clases poderosas.
En el ring, se cruzaron dos estilos que se complementaron perfectamente: un estilista, que volaba como mariposa y picaba como abeja y un enorme peleador de escuela, con un ataque demoledor.
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Ali, medía 1.91 m y pesó 97.522 kilos, ventajas de alcance y peso sobre Frazier, de 1.82 m y 92.986 kilos. Por ello, tenía que acortar la distancia, su especialidad, y resistir el estilo de Ali quien iba a moverse todo el tiempo, contragolpearlo y desgastarlo con sus mañas.
El dominio fue alterno, primero para Ali y luego Frazier emparejó y definitivamente tomó el control del pleito. Al final, ambos debieron ser internados en un hospital, para recuperarse de sus lesiones. Fue la primera vez que Alí estuvo en malas condiciones. Su médico, Ferdie Pacheco, dijo: “Todavía no entiendo cómo logró sobrevivir a ese round”.
Smokin’ Joe
Joe Frazier, nació el 12 de enero de 1944 en Beaufort, Carolina del Sur. Se inició en el boxeo porque era un niño con sobrepeso. Migró a Philadelphia, donde se forjó como el típico boxeador de esa ciudad, que describe Sylvester Stallone en la saga de Rocky: duro, con una voluntad férrea y un gancho de izquierda demoledor. Además, presumía un excelente trabajo en el gimnasio. Ganó el oro olímpico en Tokio 1964 e ingresó al Salón de la Fama del Boxeo Internacional.
En 1968 ganó el campeonato del estado de Nueva York, un cetro casi tan importante como el campeonato mundial. Para ello, noqueó a Buster Mathis en el round 11. Tuvo cinco defensas exitosas ante gente como Oscar Bonavena y Jerry Quarry. Fue reconocido como campeón mundial de ocho estados importantes de la Unión Americana y en 1970 destrozó a Jimmy Ellis, amigo cercano de Ali, en una pelea unificatoria, para ser campeón del mundo.
Con este camino, Frazier se ganó el reconocimiento como campeón indiscutido, hasta que Ali recuperó su permiso para boxear. Como un caballero, el campeón reconocido siempre manifestó su apoyo público a la carrera de Muhammad Ali e incluso gestionó con el gobierno de EEUU para que fuera exonerado para volver.
Incluso, en diferentes documentales y películas biográficas sobre “El Más Grande”, este relata que el campeón le ofreció dinero para tolerar la difícil situación económica que enfrentaba por tres años sin pelear.
En cambio, Ali, con su enorme boca, lo comparó con el “Tío Tom”, un personaje de Harriet Beecher Stowe, que refleja al típico esclavo del sur, que es explotado hasta la muerte por los blancos. Estos insultos hirieron profundamente al campeón, por lo que se preparó para castigar a su rival y más que vencerlo, quitarle ese halo de invencibilidad que tanto presumía.
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Igual que sus estilos, también sus personalidades eran opuestas: Ali amaba la confrontación y los reflectores, Frazier era tranquilo, tímido, y caballeroso, pero una fiera en el ring, con su gran corazón, estilo lleno de acción y espíritu indomable. Con esto se volvió el némesis del “Más Grande”.
Este triunfo representó el clímax de su carrera. A partir de ese momento, durante los siguientes 40 años, Frazier continuó hablando de esa noche o la trilogía que tuvo con Ali, quien lo venció en las siguientes dos ocasiones, hasta su muerte a los 67 años, de cáncer de hígado.
La continuación en Manila
Las cuatro derrotas profesionales en la carrera de Joe Frazier fueron ante dos personas: Muhammad Ali en 1974 y 1975 y ante George Foreman, quien sorprendió al mundo con un contundente nocaut en el segundo round en 1973 y posteriormente en 1976.
En la primera pelea ante Foreman, Frazier se fue a la lona en seis ocasiones, en menos de seis minutos de combate, antes que la pelea fuera detenido, mientras el famoso narrador de la cadena ABC, Howard Cosell, describía: “¡Así cae Frazier! ¡Así cae Frazier!”
La verdadera revancha histórica de Ali ocurrió el 1 de octubre de 1975, ahora Ali era el campeón tras vencer a Foreman y Frazier era retador. El evento se denominó “Rumble in the Jungje” y el campeón lo bautizó “The Thrilla in Manila (Conmoción en Manila)”, celebrada en un clima tropical en el Coliseo Araneta en un suburbio de Manila, en las Filipinas.
En el previo, Ali nuevamente fue despectivo con su rival, pues ahora lo llamó “gorila” y luego le recitó un verso: “Él no sabe hablar, él no sabe boxear, él no sabe bailar”. En otra ocasión, antes de la segunda pelea, lo llamó ignorante en los estudios de ABC, la discusión aumentó su nivel y finalmente ambos terminaron en el piso enrollados.
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Se trató de una pelea sofocante a 14 rounds. En el undécimo episodio, Frazier se tambaleaba y tenía tan hinchados ambos párpados y apenas veía. Pese a que seguía tirando golpes, su manager Eddie Furch detuvo la pelea. “Smokin’ Joe” le pedía: “Déjeme salir jefe, déjeme salir”.
“Se terminó. Nadie olvidará lo que hiciste hoy”, le vaticinó el entrenador, explicándole que no tenía de qué avergonzarse esa noche. Sin embargo, Joe no volvió a dirigirle la palabra.
Al terminar esa pelea, en la otra esquina, Ali le confesaba a su manager, Angelo Dundee: “esto es lo más cerca que he estado de morir”. Posteriormente reconoció: “Frazier se retiró un segundo antes de que lo hiciera yo. No podía luchar más”. Nunca volvió a ver aquella pelea y afirmó que nunca volvería a pelear contra él. “¿Para qué regresar al infierno?”.
En esa esquina, Dundee y su pupilo mantuvieron la guerra psicológica para mostrar que Ali podía seguir, aunque estaba igual de castigado que Frazier. Muhammad Ali tuvo una epifanía de humildad, tras esa saga y por fin reconoció:
“Joe era el mejor boxeador del mundo… después de mí”.
Muhammad Ali