Estoy seguro de que, la intención del VAR es buena, pero desde mi particular punto de vista provoca que se pierda la esencia del futbol: el error y la polémica

Yo creo que ya era cerca de la medianoche o tal vez un poco después, pero escuché muy claro el silbido que identificaba a los cuates del edificio Presidente Juárez en Tlatelolco y sabía perfecto que quien chiflaba era Félix para que bajáramos a “chutar”.

Félix era el mayor de ocho hermanos berrendos y estudiaba medicina; bueno, en esa época aún estaba en la Prepa, pero también iba por las tardes al Centro de Idiomas de la entonces deslumbrante Zona Rosa y tenía poco tiempo para reunirse con la banda. Así es que cuando podía, aunque fuera en la noche o en la madrugada, nos chiflaba para bajar a jugar un partido de futbol en La Pera o en la explanada de la secundaria 16. Y para garantizar la asistencia, invitaba los refrescos y traía una pelota más pesada con la que se podía jugar mucho mejor (las nuestras las comprábamos en El Sardinero y parecían pelotas de playa que volaban con cualquier ráfaga de viento).

Nos juntábamos en el cuadro o en los jardines del edificio y ya que llegaban todos cruzábamos la calle de Lerdo para instalarnos en La Pera, parque enorme que estaba a disposición de la muchachada de la segunda sección de la Unidad Tlatelolco, que abarcaba prácticamente de la avenida Guerrero hasta San Juan de Letrán, hoy eje Central Lázaro Cárdenas.

Se elegía a los jugadores de cada equipo y con una prenda de vestir, con una piedra o con los mismos árboles se delimitaban las porterías y arrancaba el juego. Por esa época llegó al Juárez un cuate panameño, se hizo amigo nuestro y como no era muy aficionado al futbol, no tenía inconveniente de hacer el papel de árbitro.

Te puede interesar: Aprende a mantener ejercitado el cuerpo, cuando envejece
VAR

El “Panamá”, muy moreno, se convirtió en el juez de partidos épicos, pero obviamente no sabía mucho de las reglas del futbol y sus decisiones beneficiaban y perjudicaban a uno y otro equipo. Con el tiempo nos acostumbramos a perder o ganar con ese riesgo: el acierto o error del árbitro definían finalmente el resultado final. De cualquier manera, pasamos una adolescencia “de poca” y de paso aprendí que el error era parte muy importante del juego, humano al fin. A simple vista, corriendo entre los jugadores, con sol o con sombra, frío al empezar o cansado cerca del final, el árbitro toma decisiones en un instante, apoyado solamente con lo que alcanzó a ver, algo de intuición, la complicidad de los jueces de línea, la reacción de los jugadores y tantán.

No se parece en nada a la decisión de un juez que tiene tiempo suficiente para evaluar pruebas antes de dictar sentencias. En el futbol solo tiene segundos.

Así aprendí a disfrutar el juego, lo mismo sucedió cuando llegaban la temporada de beis o americano. El común denominador fue siempre que “el error era parte del juego”. Nunca me distinguí por ser el mejor exponente en los deportes, pero cuando jugué futbol soccer en las fuerzas básicas del Necaxa o futbol americano en los vietnamitas de Prepa 9 siempre fui el jugador con el uniforme más limpio y lo agradecía enormemente mi madre.

Desde 1972, cuando inicie mi carrera como reportero y cronista deportivo, hasta la fecha, la celebración de cualquier partido sigue siendo igual de divertido que mis partidos en La Pera.

El juego es y seguirá siendo siempre un juego y tenemos que verlo desde ese punto de vista, no importa la rivalidad, la competitividad ni nada.

Lee también: ¿Viejos? Estos atletas oscilan los 40 años y permanecen en la cima

Obviamente el profesionalismo es mucho más estricto en el momento de vigilar el reglamento. La diversión que el deporte aporta debe mantenerse por encima de todo, para quienes lo practican como para quienes lo disfrutan en vivo o a través de la radio o televisión.

Tristemente las falsas aficiones, bandas de delincuentes que se aprovechan de la pasión, han contaminado los estadios y protagonizado batallas campales que perjudican el juego. Algunos ejemplos son los hooligans en el Reino Unido, las porras en México o las barras argentinas. Las consecuencias van de la descalificación a las competencias deportivas más importantes hasta personas detenidas por actos vandálicos que terminaron con muertos y heridos. Y lo peor es que consiguen alejar a las familias de los estadios.

Hasta hace algunos años, las tribunas estaban separadas de las canchas con rejas, mallas ciclónicas o fosos. Poco a poco la conducta de los aficionados permitió que desaparecieran y se pudiera gozar de un espectáculo enteramente familiar con mayor cercanía.

El deporte es una parte esencial en el desarrollo integral de una persona y así deberíamos verlo, dándole la importancia que merece.

Después de 48 años de que el periodismo deportivo se convirtió en mi profesión, me divierto durante cada partido de futbol, beisbol, americano, atletismo, gimnasia o cualquier evento deportivo, exactamente igual como me divertía cuando salía a chutar a La Pera con el berrendo Félix y sus hermanos. Es un privilegio dedicarme a lo que gusta.

VAR

Con sus pros y contras disfruto intensamente cada evento deportivo al que asisto. Y me gusta disfrutarlo como aficionado leal.

También puedes leer: Juan Velázquez, ejemplo deportivo mexicano en el nivel máster

Durante muchos años, el fútbol no modificó absolutamente ninguno de sus reglamentos a pesar de que pasó más de un siglo desde su fundación. La International Board se manejó siempre bajo una premisa tradicionalista.

Pero la tecnología les brindó a los deportes la certeza en la marcación de un acierto o para rectificar un error. Comenzó a utilizarse en el tenis, en fútbol americano, basquetbol, en competencias atléticas para determinar el orden de llegada, etc. Y finalmente esa tecnología alcanzó al futbol con el controvertido VAR (Video Asistant Referee).

¿De qué se trata? Muy simple: permitirle al árbitro reconsiderar una decisión. Usa tecnología con cámaras de televisión que graban diferentes ángulos de una jugada que ayudan o pretenden ayudar al árbitro a confirmar o reconsiderar su decisión.

Estoy seguro de que, la intención del VAR es buena, pero provoca que se pierda la esencia del futbol: el error y la polémica. Indagar si “no fue penal “, “la mano de dios”, si hubo dolo del jugador o la pelota no cruzó la línea, sacrifica la emoción. Por eso me declaro absolutamente en contra del uso del VAR en el futbol.

Durante todo el torneo, pero especialmente en la fecha 3 de la Liga MX, las decisiones que se tomaron en muchos partidos fueros desastrosas. Hubo jugadas en las que se perdieron ¡8 minutos!

Además, te puede interesar: Black Lives Matter, México ’68 y otras protestas deportivas antirracismo

El error es parte del juego y no dudo de la honorabilidad de los árbitros, si se equivoca ni modo, así es el juego. Si a alguien le preocupa la honestidad de los jueces, que propongan mecanismos para garantizarla ¿un detector de mentiras sería un exceso? creo que sí. Pero que el espectáculo del futbol no sea el perdedor.

En la final de la UEFA Europa Ligue entre Sevilla e Inter de Milán, en el primer tiempo hubo varias jugadas polémicas y el árbitro decidió no ir a checar al VAR. Hace mucho tiempo que no veía un juego tan bueno como esos primeros 45 minutos. De haber consultado al VAR habrían expulsado a un jugador italiano, marcado un penal contra Sevilla. El curso del partido se habría alterado y no hubiera disfrutado de un juegazo como lo fue.

En lo particular, prefiero divertirme y gozar cada partido como lo hacía en el parque tlatelolca de La Pera, aunque el árbitro sea el panameño que destrozó carreras deportivas prometedoras, como la mía.

Salón del Periodista Deportivo