Cualquier persona que practique un deporte de contacto corre el riesgo de sufrir conmociones cerebrales, ya sea por un golpe, una caída o golpearse contra algún objeto sólido
Este domingo, el estelar quaterback de los Chiefs de Kansas City, Patrick Mahomes, sufrió una conmoción cerebral, en una jugada del tercer cuarto en el partido de la Ronda Divisional ante los Browns de Cleveland. Aunque aparentemente el golpe no aparentaba ser grave, Mahomes no se podía mantener en pie y se veía desorientado, por lo que fue llevado a la banca para ser revisado por los médicos de la Liga y eventualmente, sacado del partido.
Este miércoles, Mahomes regresó a los entrenamientos de manera limitada, tras avanzar en el protocolo de conmoción, con miras a jugar este domingo ante los Bills de Buffalo en la Final de la Conferencia Americana.
Este golpe recuerda otros eventos similares ocurridos en el mundo del futbol mexicano ha tenido dos casos graves de escalofriantes golpes en la cabeza, que nos demuestran que el tema de las conmociones cerebrales no son exclusivos del futbol americano y que deportes masivos como el futbol aun no unifican sus protocolos de atención para la atención de deportistas accidentados, como ocurre en la NFL.
El caso más reciente de nuestra liga fue el del jugador de Pumas, Johan Vásquez, quien en la Final de Vuelta del Guad1anes 2020 ante León, chocó en un salto con el defensa Andrés Mosquera y, aunque no fue un choque de cabezas, cayó inconsciente al césped y tuvo que ser sustituido después de ser atendido en el campo durante varios minutos.
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El segundo caso ocurrió en la Premier League e involucró al mejor jugador mexicano de la actualidad, Raúl Jiménez, quien fue impactado fuertemente en la parte lateral del cráneo, por el defensor brasileño David Luiz.
El golpe provocó una fractura en el cráneo de Jiménez, quien tuvo que ser operado y actualmente se encuentra en rehabilitación. Se trata de una lesión grave, que en otros casos, provocó retiros prematuros, como el exjugador inglés Ryan Mason, del Hull City en 2017, quien dejó el futbol profesional debido a que su cráneo no logró regenerarse lo suficiente como para proteger al cerebro de un nuevo golpe de este tipo.
¿Qué pasa con el cerebro en una conmoción?
Cualquier persona que practique un deporte de contacto corre el riesgo de sufrir una conmoción cerebral, ya sea por un golpe, una caída o golpearse contra algún objeto sólido.
La conmoción es un tipo de lesión cerebral, que, en caso de repetirse continuamente puede provocar daños irreversibles al cerebro, por lo que ligas como la NFL han patrocinado investigaciones para mejorar sus protocolos de prevención y atención de estos traumatismos. Cuando una persona sufre una conmoción cerebral necesita dejar que el cerebro sane para evitar daños graves.
El cerebro es un órgano blando, por lo que cuenta con un sistema de amortiguamiento natural para protegerlo de los golpes. Para ello cuenta con el líquido cefalorraquídeo y unas membranas llamadas meninges, que evitan que se golpee contra el cráneo de manera violenta.
Cuando el golpe es muy fuerte, el cerebro desarrolla una contusión (moretón), además se pueden romper vasos sanguíneos y lesionar nervios. Si el daño es mayor, se denomina conmoción cerebral e implica una pérdida temporal de la función normal del cerebro.
Actualmente, el protocolo básico de atención a una persona con un golpe en la cabeza implica interrumpir de inmediato la actividad. Los médicos revisan si la persona goleada tiene alguno de los síntomas y, si surge alguno, inician un protocolo de atención médica más profundo.
En caso que un jugador conmocionado siga jugando y sufra un nuevo impacto, puede desarrollar una afección llamada “síndrome del segundo impacto”, que aunque no es común, puede ser fatal.
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Los deportistas tienen otro riesgo: sufrir golpes de manera repetida en la cabeza. Aún con la atención médica adecuada, los atletas que han sufrido alguna conmoción tienen una probabilidad de dos a cuatro veces mayor de sufrir otra, incluso con impactos menos graves.
De acuerdo con manuales médicos, el 3% de los casos que tuvieron múltiples conmociones desarrollan una encefalopatía traumática crónica (CTE), identificada originalmente en los boxeadores.
En este grado, los pacientes presentan cambios neurodegenerativos graves como atrofia cortical (algo que ocurre en pacientes con Alzheimer. Estos síntomas son insoportables para la persona que los padece. Hay varios casos en los que los pacientes terminaron suicidándose (1.5 casos relacionados con el deporte al año, de acuerdo con los Centers for Disease Control and Prevention de EEU). En la mayoría de los casos, estos pacientes sufrieron una conmoción, generalmente no diagnosticada, antes de la letal.
Protocolo de atención
Actualmente, al inicio de las temporadas los médicos de los equipos o escuelas someten a los deportistas a pruebas determinar el funcionamiento normal del cerebro. Esta evaluación la comparan cuando sufren algún golpe, para determinar si hay una conmoción. También mantienen un monitoreo continuo con los atletas, pues hay casos en los que los síntomas pueden aparecer hasta 3 días después del golpe.
Los síntomas son: dolor de cabeza, mareos, náuseas, vómito, pérdida del equilibrio, falta de coordinación, visión borrosa, dificultad para hablar, concentrarse o tomar decisiones, decir cosas incoherentes, confusión o aturdimiento; problemas de memoria, somnolencia excesiva, insomnio u otro trastorno relacionado con el sueño; ansiedad, irritabilidad, tristeza o sensibilidad excesiva.
Para volver a la actividad, una persona conmocionada, necesita recibir el alta médica, pues el daño puede persistir, aun cuando la persona ya no sienta molestias. En EEUU, incluso existe un reglamento que determina si el deportista puede regresar nuevamente a un campo de juego, para que no se sientan presionados para volver anticipadamente.
El alta médica ocurre cuando los síntomas desaparecen, vuelven la memoria, la concentración y no aparezcan síntomas después de correr, saltar, u otro ejercicio. El regreso debe ser paulatino y se debe suspender si aparece algún otro síntoma, en un periodo de una o dos semanas.
No hay fármacos específicos para atender una conmoción, pero sí se pueden tratar sus síntomas como el dolor o la inflamación.
Casos críticos
En la NFL, el estudio de estos casos inició de manera sistemática hasta el 2002, a iniciativa del neurólogo nigeriano, Bennet Omalu. Sus estudios obligaron a la liga a poner mayor atención en los casos que sufrían los jugadores, así como mejorar los protocolos de atención. Su investigación fue llevada al cine, con Will Smith en la cinta Concussion (La verdad oculta en México.)
El primer caso que analizó Omalu fue el de Mike Webster, un integrante de la Cortina de Acerode los Steelers y miembro del Salón de la Fama. Sus 15 años de carrera le provocaron que su cerebro sufriera el equivalente a 25 mil accidentes leves de tráfico. Desarrolló demencia: vivía solo en una caravana y comía solo barritas de chocolate y caramelos. Murió de un ataque al corazón a los 50 años y al analizar su cerebro tenía manchas raras, lesiones nunca vistas.
El segundo fue Terry Long, quien se suicidó a los 45 años por beber anticongelante. Padecía CTE. Posteriormente, Andre Waters, a quien la Liga le negó una pensión de invalidez y terminó pegándose un tiro en la boca a los 44 años.
Justin Strzelczyk, a sus 36 años, empezó a oír voces, fue encontrado en una gasolinera, donde le dio 3 mil dólares a un desconocido y le gritó “corre, el mal está llegando”. Corrió a su camioneta y se estrelló contra un depósito de ácido, provocando una explosión.
En total Omalu analizó 17 casos, entre ellos Dave Duerson (50 años) y la leyenda de la NFL, Junior Seau (43). Ambos jugadores se suicidaron con disparos en el pecho para permitir que sus cerebros fueran analizados. De hecho, Duerson dejó una nota póstuma que decía: “Estudien mi cerebro”.
Conmociones en el futbol
Debido a la gravedad que representan estos casos, la FIFA informó, apenas a finales de 2019, que estudia aplicar un protocolo de atención con los jugadores que sufran golpes en la cabeza, que implica sacarlos del campo hasta 10 minutos, para que los cuerpos médicos de los jugadores tengan oportunidad de evaluar mejor cada caso. Mientras un jugador suplente puede ocupar su lugar, siempre que no hayan agotado previamente los tres cambios disponibles.
El jefe del comité médico de la FIFA, Michel D’Hooghe, explicó que con esta medida se busca ir contra la costumbre que existe en los equipos: “Los jugadores quieren salir rápido, los médicos quieren atender rápido. Esta medida quiere darles tiempo”. Si la evaluación es favorable, volverá al campo y la sustitución provisional no se considerará un cambio, en estas circunstancias.
De acuerdo con la FIFA, 13% de las lesiones ocurridas en los mundiales afectan la cabeza y el cuello. Una de cada siete golpes, se diagnostican como conmociones cerebrales.
Desde el 2013, Jiri Dvorak, jefe médico de la FIFA indicó que están preocupados por otras circunstancias del juego que pueden provocar una conmoción.
El protocolo actual de atención a jugadores con golpes en la cabeza considera ofrecer la mejor atención médica posible a los futbolistas tras una lesión de estas características, con el apoyo de la Clínica Schulthess de Suiza, para determinar el momento adecuado para que un futbolista conmocionado pueda reincorporarse a sus actividades con normalidad.