En diversas entrevistas, el Vampiro Canadiense ha recorrido su vida que ha tenido de todo: miseria y drama, aventura, éxito, fama, excesos, pero también resurgimiento e inspiración
En abril de 2019, Ian Richard Hodgkinson, verdadero nombre del Vampiro Canadiense, revelaba en redes sociales que se agravaron sus problemas de salud, derivados de los excesos que tuvo durante su juventud y su carrera en la lucha. Actualmente padece Alzheimer, Parkinson, artritis en la mayoría del cuerpo, un tumor cerebral y cáncer estomacal, con tan solo 53 años de edad.
En diversas entrevistas ha recorrido su vida que ha tenido de todo: miseria y drama, aventura, éxito, fama, excesos, pero también resurgimiento e inspiración. Si bien platica que, a veces en su auto en la ciudad de Guadalajara, donde reside actualmente, llora porque no puede recordar hacia dónde va. También encontró un motivo para seguir viviendo, más allá de su carrera en la lucha libre: su hija Dasha.
Además usa infinidad de recordatorios en su celular para no olvidar cosas importantes en su presente, pero durante las crisis, olvida lo que hizo segundos antes o el nacimiento de su hija.
Extraña el momento en que subía al ring y cómo disfrutaba personificar al Vampiro. Sabía cómo hacer vibrar a la gente, solo con un movimiento de su rostro, pero también lamenta haber sido un personaje unidimensional, que no le permitía expresar su verdadera personalidad, como un hombre preocupado por su comunidad, principalmente por los jóvenes en condición de calle.
Esta es la historia sombría, de un hombre que encontró la paz consigo mismo.
El difícil comienzo de la aventura
Ian Richard Hodgkinson nació el 31 de mayo de 1967 en Thunder Bay, Ontario, en Canadá. Creció sin su padre, con dos hermanas y su madre. Debido a que su madre trabajaba para mantenerlos, Ian creció en las calles, en ambiente de pandillas y apenas con 15 años dejó su casa.
En una entrevista con Reforma en el 2019, explicó que llegó a vivir bajo un auto, comer de la basura y robar para sobrevivir. “Crecí jugando hockey, con gente normal, noble. Posteriormente viví en las calles, en el mundo de las pandillas, tenía mucho miedo. Era muy difícil. Me sentía culpable de muchas cosas y la vida era muy cruel. Me ‘bulleaban’ mucho porque yo era un hombre grande y fuerte, pero muy tímido”.
“Tenía amigos muertos en las calles por sobredosis, en balaceras, suicidios y hubo un momento en mi vida en que tuve que decidir entre seguir por ese camino o encontrar mi fe en Dios y decidí regenerarme, por Dios”.
Gracias a su decisión y a su complexión corpulenta, consiguió trabajo con una empresa de lucha libre en Montreal, pero quebró. Posteriormente, ingresó a una banda de rock pesado, donde cantaba y tocaba la guitarra. Migró a Los Angeles y se convirtió en guardia de seguridad en las discotecas de moda. Acompañó al dueto Milli Vanilli en una gira mundial, hasta que se descubrió que eran un fraude. “Yo me di cuenta desde que los vi el primer día”, recuerda.
“Mi sueño era luchar y durante varios años estuve buscando dónde aprender. En Los Angeles no hubo mucho futuro y me dijeron que viniera a México a aprender. Llegué en el Año Nuevo de 1989. Encontré la Arena México y en el estacionamiento encontré al hermano de Pirata Morgan y me llevó con Antonio Peña. Mi chamarra tenía la palabras Vampiro y me preguntó si me gustaba, le dije que sí. Me bautizó como Vampiro Canadiense.
“No tenía un ídolo, pero en la escuela leí sobre Drácula, como un hombre noble, que creía mucho en el amor y era rechazado por ser diferente. Así era yo”, narra sobre su primeros días en México.
La cruel fama
Ian se preparó como luchador con gente como Javier Yáñez y debutó un año después, al lado de Pierroth Jr. frente a Mogur y Huracán Sevilla. Su éxito fue inmediato. Era un luchador diferente, con los fundamentos de la lucha mexicana, pero más corpulento y fuerte. Captó la atención de las mujeres y era asediado y solicitado en todo el país. Su nombre cambió a Vampiro Casanova.
“La fama, llegó en el peor momento de mi vida, porque era falsa, yo no la gané. Estaba en contra de toda mi fama y para escapar me escondí en la droga. Lo que hubiera querido decir, es muy diferente a lo que era la imagen de Vampiro Casanova: niños de la calle, música alternativa, rebeldía, consciente socialmente hablando”, explicó Ian sobre su carrera en el estrellato.
Además, todos querían verlo luchar: “eres famoso, eres carne, como una prostituta: te venden los promotores hasta que no queda más. Hubo veces en que no podía ni caminar porque luchaba seis veces al día, a diario. Una vez casi me rompo la pierna, me quedó como una “L” y el doctor me inyectó una sustancia muy fuertes. Acomodaron la pierna y seis o siete años después, yo seguí usando esta droga para escapar de la fama de ser el Vampiro Canadiense.
“Estaba tan deprimido que pensé en tomar mi propia vida, porque no estaba feliz. Un día tuve una sobredosis y me vi flotando sobre mí. Me dije ‘estás en el punto más bajo de tu vida, Dios te va a dar un regalo, pero tú tienes que mostrar que mereces esta oportunidad’. Dejé la droga y todos los vicios y cambié mi vida. Intenté ser alguien normal y conocí Kitsu, la mamá de mi hija. Yo pensé que era mi regalo, pero en realidad era mi hija, Dasha, que significa ‘Regalo de Dios’ en ruso.
Durante su carrera, el Vampiro trabajó para CMLL, AAA y WCW, conquistó las cabelleras de gente como Pirata Morgan, Aaron Grundy, Sangre Chicana y Rey Bucanero. También luchó en EEUU con la FCW, en Puerto Rico con IWA, con IPW en Reino Unido y con Nu Wrestling Evolution en Italia.
Paulatinamente las lesiones mermaron su rendimiento, por lo que se tuvo que retirar poco a poco de los encordados. Entonces pasó a la parte de la producción de las funciones, principalmente para televisión. También se dedicó a retomar su banda de rock, continuó dando clases de defensa personal e implementó programas sociales. En la lucha, permaneció como director de talento en AAA y solo hacía algunas apariciones esporádicas en el ring y en redes sociales.
“No veía mis luchas. En total, tal vez vi tres en 38 años. No fui una estrella de la lucha libre, fui una imagen que pegó porque tenía mucho en común con los jóvenes. Nunca me consideré un buen luchador, pero como vengo del mundo de la música aprendí a mover a la gente. Tengo una energía diferente cuando salgo al ring.
“Encontré mi estilo, mezclando artes marciales con la lucha. Me basé en The Great Muta o Kenji Muto, porque tenía mi altura, pintaba su cara y era muy ágil, muy rápido y usaba artes marciales. Luego luché junto a él y ganamos varios títulos mundiales y fuimos amigos”.
En 2008 se estrenó un documental sobre su vida: “Vampiro: Angel, Devil, Hero” producido por Odessa Filmworks y Zed Jamaica, en Canadá. Mientras que en 2020 se lanzó: “La caída y el ascenso del Vampiro”
El precio de los excesos
Además de las lesiones, en 2018 el Vampiro sintió fuertes mermas en su físico. Entonces recibió su diagnóstico de Alzheimer y Parkinson. Tiene artritis en el 86% del cuerpo y sufre de ataques de ansiedad cuando el Alzheimer se agudiza.
En 2005, sufrió una caída en una función en California, que le dejó fracturas en las vértebras cervicales y desprendimiento de masa encefálica. No puede luchar más, porque cualquier movimiento brusco podría matarlo.
“Son tiempos jodidamente difíciles: tengo un trauma cerebral grave, a causa de todas las conmociones que he sufrido. Voy al gimnasio 3 o 4 horas, pero en ocasiones no puedo levantar más de 5 kilos por encima de mis hombros y miro a mi alrededor avergonzado. Aunque cambié mi dieta, es súper limpia y soy vegano. Tengo el tratamiento correcto y voy a estar bien”, aseguró en una conferencia en 2019.
“No soy un hombre cobarde, no tengo miedo de luchar correctamente. Crecí peleando y esto no es nada. Me enloquece que estoy envejeciendo, que mi cuerpo no funciona, que la artritis es brutal. Lo más difícil para un deportista es dejar su ego a un lado y aceptar que ya pasó su tiempo. Ya pasó mi tiempo. No quiero ser el típico luchador que habla de las peleas que tuvo en el pasado o el drama que hay detrás del escenario. Desde el 2018 tengo muchas cosas que hacer”.
El Vampiro se refiere al motor que actualmente le ayuda a ponerse en pie todos los días: pasar el mayor tiempo posible con su hija.
“Cuando nació mi bebé, me perdí mucho de sus primeros años porque siempre estaba viajando y seguro que esto afectó mi relación con mi ex esposa. Pero cuando la tuve en mis manos por primera vez, entendí que mi vida no era para ser vampiro, músico, pandillero, sino cuidar a esta niña. El Vampiro tiene por qué existir y mi forma de ser hoy en día es distinta.
“Trato de ayudar a la gente de la calle porque mi hija necesita un hombre positivo en su vida. Cuando ya no esté, ella va a ver las cosas positivas que hice, con sacrificio y energía positiva, pasión y amor que la riqueza es lo que tienes dentro del alma.
“En mis últimas luchas, el mensaje era distinto: mi mirada, mi postura, mi energía y la gente me apoya más hoy, porque estoy peleando por todas las personas que tienen dificultades para lograr sus sueños y pocos recursos y presión en la vida.
“Yo igual. Yo tengo que ser eso, porque no ser otra cosa y tengo que apoyar a este bello tesoro que es mi hija, hasta que ella vaya a volar sola. Gracias a ella, entiendo por qué el Vampiro existe”, reflexionó sobre esta parte de su vida, donde su salud es delicada, pero su semblante transmite la tan anhelada paz.