En una favela de Rio de Janeiro se instaló una cancha con tecnología que absorbe la energía liberada al caminar, para producir su iluminación
Las favelas de Brasil son uno de los semilleros más importantes de talento para el futbol mundial. Los niños que viven en estos barrios pobres de las grandes ciudades tienen en el balón un mecanismo para alejarse la cruda realidad social en la que viven, entre pobreza, inseguridad y pocas oportunidades de desarrollo en otras áreas.
Pero además, ofrecer a estos niños un espacio para que realicen alguna actividad física de manera segura es esencia para que puedan mantenerse en las escuelas y así estar en mejores condiciones para obtener alguna oportunidad para salir de la miseria.
Por ello, una de estas favelas se ha preocupado por tener una cancha en buen estado para que los jóvenes puedan jugar allí de manera sana y segura, para completar su proceso formativo y no caigan en el ocio, que posteriormente los lleva a la delincuencia.
Pedro Paulo Ferreira, presidente de la asociación de vecinos de Morro da Mineira, una de las favelas que rodean Río de Janeiro, comenta que en Brasil, se juega futbol a todas horas y por eso era importante para ellos ofrecer a sus jóvenes canchas en buenas condiciones, para que no estén en riesgo al jugar futbol en las calles o las playas de Rio.
Además, que en su barrio era imposible practicar el futbol: su viejo estadio no tenía una superficie adecuada y el laminado que cubría su pequeña tribuna tenía agujeros de bala. Los vecinos decidieron remozar sus instalaciones en 2014, de una manera novedosa y hasta amigable con el medio ambiente, pues la iluminación de la cancha se realiza mediante la energía cinética que producen cualquier persona que corra en una nueva superficie que capta la energía de cada pisada.
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“En mi vida había oído hablar de la energía cinética”, reconoce.
En los trabajos participaron alumnos de todas las escuelas de la favela. Para ello, aprendieron temas como fuentes de energía alternativas (entre ellas la energía cinética que se libera un cuerpo al ponerse en movimiento), e ingeniería aplicada. Así como tecnología desarrollada por el ingeniero británico Laurence Kemball-Cook. Este científico ideó una forma de aprovechar la energía liberada por una persona al correr o un balón al impactarse contra una superficie. Esta es captada y con ella, generar electricidad. El mismo ingeniero les mostró el proceso reuniéndolos en el viejo campo.
Les pidió que saltaran y corrieran sobre una instalación de su pavimento cinético. Conforme comenzaron a acumular minutos saltando y corriendo en el campo, una lámpara que tenía el ingeniero en las manos, se iluminó.
Posteriormente, pasó a la explicación científica en las escuela. El fundamento es muy sencillo: el simple movimiento de caminar genera una fuerza de impulso. Esta energía puede transformarse en electricidad mediante una instalación de ingeniería adecuada, patentada por el ingeniero, llamada Pavegen.
Tecnología amigable con el medio ambiente
Se trata de una serie de paneles de caucho fabricados con llantas recicladas. Al ser más blandos que el concreto, absorben la energía que provoca el peso de cada pisada.
Esa presión se transmite a cristales de cuarzo y bobinas de cobre que, por inducción, generan suficiente electricidad para iluminar una calle durante 30 segundos con un solo paso. A escala, durante un partido normal con 22 personas corriendo y saltando al mismo tiempo pueden garantizar varias horas de iluminación. Lo mejor de todo, sin un solo residuo contaminante al medio ambiente.
Ahora, el estadio de Morro da Mineira, cuenta con 200 placas bajo su superficie de pasto sintético y transforman los pasos en electricidad. Además, cuentan con paneles solares complementarios y una batería, para que las luminarias permanezcan encendidas hasta 10 horas seguidas, incluso sin que haya personas jugando.
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Esta instalación, además ofrece mayor seguridad para los vecinos al permanecer iluminada durante toda la noche. Antes, al estar en penumbras, nadie podía permanecer allí de manera segura.
En lugar de ser un espacio vacío y oscuro, hoy hay familias completas y jóvenes jugando y llenando de vida y de energía el espacio.
A partir de la remodelación, también los espacios aledaños a la cancha se han convertido en un punto de encuentro vecinal. Se instalaron pequeños negocios de comida e insumos para los jugadores. También las familias han desarrollado además un sentimiento de orgullo hacia su favela, y acuden puntualmente a jugar o entrenar, fomentando la disciplina entre ellos.
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De masificarse, un proyecto como este no solo serviría para pequeñas instalaciones deportivas. Por ejemplo, si se instalara en un estadio profesional, podrían ser suficientes para suministrar la energía suficiente para iluminar todo el inmueble.
De acuerdo con el portal, www.barcainnovationhub.com, una instalación de este tipo en la cancha del Camp Nou y sus campos de entrenamiento sumarían, en un año, el equivalente a tres meses de consumo en un solo hogar.
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Si se agrega la energía liberada en los espacios de alto tránsito de personas, se reduciría considerablemente el costo de iluminación del estadio. Sin embargo, no es un proyecto viable, pues el costo de instalación es cercano a los 13 millones de euros solo para el estadio principal.
Mientras tanto, la empresa de Kemball-Cook busca reducir sus costos de instalación para que su tecnología pueda ser atractiva para las grandes instalaciones. También continúa llevando este tipo de herramientas a las pequeñas canchas del mundo, como en Johannesburgo, Sudáfrica, donde había una necesidad similar para ayudar a la formación de la gente y a mantener su amor por el futbol.