El gol del “Halcón” Peña fue suficiente para que México eliminara a Bélgica y avanzara por primera vez en la historia a la ronda de los mejores ocho, donde sería goleado por Italia
Este martes, murió a lo78 años de edad, “Gustavo “Halcón” Peña, uno de los máximos referentes del futbol mexicano entre los años 60 y 70, con una carrera longeva y destacada tanto a nivel de clubes, con el Oro y Cruz Azul, pero también un líder en la Selección Nacional, con dos mundiales disputados y anotador de un gol histórico para el Tri.
El “Halcón” Peña marcó el tanto con el que México accedió por primera vez a los Cuartos de Final de la justa mundialista, un 11 de junio de 1970, ante Bélgica:
El tanto marcado por el central azteca cayó al minuto 14 del partido y fue suficiente para que México eliminara a Bélgica y avanzara como segundo lugar de grupo, detrás de la URSS a la ronda de los mejores ocho, donde posteriormente sería goleado por Italia.
Aficionados de la época recuerdan que esa tarde, la alegría fue tan grande entre la afición nacional, que al salir del estadio Azteca, se dirigieron a la zona del Ángel de la Independencia para festejar el triunfo en este monumento, por primera vez en la historia.
El Mundial de México 70
En el Mundial de 1970 solo jugaron 16 equipos, por lo que el ser el equipo anfitrión era una verdadera oportunidad para el futbol mexicano de trascender. La justa se disputó solo en cinco sedes, todas ellas nuevas, que actualmente se consideran vetustas: el Azteca de la Ciudad de México; el Jalisco, en Guadalajara; el Cuauhtémoc de Puebla; el Nou Camp de León y la Bombonera de Toluca.
En aquella época el “Coloso” de Santa Úrsula tenía una capacidad de 110 mil espectadores, la tribuna no estaba embutacada, solo tenía unos descansabrazos de metal en la parte baja, no había techo y entre la tribuna y la cancha había un foso de seguridad. En las imágenes de aquella fecha, se observa a los aficionados con sombrero de palma para atajarse del sol. Jugar a mediodía era habitual, la contaminación atmosférica no era un tema tan grave para los equipos visitantes.
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Los aficionados podían fumar en la tribuna y por eso, encendían “antorchas” con periódico como muestra de apoyo a sus equipos, algo impensable en la actualidad. También se rentaban cojines para hacer más cómoda su estancia de dos horas sentados en la tribuna de concreto y, como si fuera corrida de toros, los lanzaban al campo al final del partido en muestra de reconocimiento. La porra no era el “Cielito Lindo”, sino el tradicional “chiquitibum”.
En el campo, los jugadores salieron a regalar balones a la tribuna, rodeados de fotógrafos y algún colado. Incluso, los aficionados saltaban a festejar con ellos, como ocurrió con Pelé, al coronarse en la Final ante Italia, solo unos días después.
La inauguración, el 31 de mayo de 1970, a cargo del presidente Gustavo Díaz Ordaz, ocurrió en medio de una sonora rechifla, en reclamo por los recientes acontecimientos del 2 de octubre de 1968. México vivía una época de bonanza económica y social, que como consecuencia permitió al país atraer la organización de las dos justas deportivas más importantes del planeta, con solo dos años de diferencia.
El testimonio
Sobre aquella tarde histórica del 11 de junio de 1970, el “Halcón” Peña recordó, durante su encumbramiento al Salón de la Fama del Futbol Mexicano en el 2019:
“Cuando vi que se marcó la falta contra Valdivia, supe que lo iba a ejecutar. Así que voltee a la banca y el técnico, Raúl Cárdenas me señaló a mí. Fui a tomar agua y me preguntó cómo me sentía. Me molestó y le contesté que si tenía otro tirador, pues adelante, y me dijo ‘no, sólo quiero saber si no estás golpeado’.
“Así que me enfilé hacia el manchón penal y tiré como años atrás me enseñó el señor Arpad Fekete, que siempre eligiera un lado, que tomara mucho vuelo y que cobrara con seguridad y fuerza, porque si no estás preparado para soportar la presión, más vale no tirar.
“Yo iba caminando al área, era el cobrador oficial, pero dentro de mí dije: ‘¿No habrá otro’? Tenía muchos nervios. La gente primero gritó muy fuerte y luego se comenzó a callar. Yo dije ¿‘Pos qué les pasó?’… Se puso todo silencioso. El portero belga comenzó su juego, Se sabía mi nombre el… ca…, me gritaba ‘Pena, Pena, cul…’ y yo estaba muy nervioso.”
Gustavo “Halcón” Peña
Y reflexionó a modo de broma: “Si hubiera fallado no estaría aquí, me hubiera ido del país o me hubiera cambiado la cara. Pero dije, aquí estoy y me toca”.
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El “Halcón tomó el balón, tomo distancia desde varios metros detrás de la media luna y cobró con gran clase, con la parte interna del pie derecho para colocar la redonda a media altura. El balón entro pegado al poste izquiedo del arquero europeo. Eso fue todo.
Cuando terminó el partido, la “euforia” de la gente continuó en las tribunas y en las calles, pero la gente era mucho más respetuosa que en la actualidad, sin destrozos, sin excesos, sino “echando porras” y arengando a su equipo.
“Cuando terminó el partido, la gente estaba muy emocionada en la tribuna y entonces se fue a gritar y a echar porras a Reforma, porque estábamos concentrados por allí, cerca del Ángel y cuando gritaban mi nombre, casi lloré. Me aguanté”, finalizó el “Halcón”.
De este acontecimiento, surgieron los tradicionales festejos en la Columna de la Independencia, como el epicentro de los triunfos destacados del Tri, similares a los del Arco del Triunfo en París, la Puerta de Brandemburgo en Berlín, la Puerta de Alcalá, en Madrid.