En 1959, Emilio Azcárraga contrató a Fernando Marcos como técnico del América, para hacerlo antagonista de Chivas y forjó el Clásico Nacional
El Clásico Nacional acumula una larga historia de más de 60 años. De manera alterna, ha sido dominado por América o Guadalajara. Hace ya un buen rato que la rivalidad se ha enfriado. Sin embargo, evoca momentos de grandeza entre los dos equipos más ganadores y populares del futbol mexicano, quienes normalmente apelan a su pasado para tratar de reencender la rivalidad.
Pese a que ambos equipos son pioneros de la época amateur del futbol mexicano (Chivas surgió en 1906 y América en 1916), la rivalidad surgió hasta el año de 1959, luego que varios factores, tanto deportivos como sociales se conjuntaron para acaparar la pasión de los aficionados al futbol en todo el país. Pero la chispa que encendió la rivalidad que polarizó al país los siguientes 40 años fue una declaración de Fernando Marcos, entonces técnico del América.
Los primeros partidos
Los primeros encuentros que se tienen registrados entre ambos equipos datan de la época amateur del futbol mexicano. El primero de ellos ocurrió el 10 de octubre de 1926, durante una gira del equipo capitalino por la “Perla de Occidente”, para enfrentar a los equipos locales. El partido terminó 1-1, con goles del “Chato” Aceves por el Guadalajara y Guillermo Hyder por el América.
El primer partido oficial ocurrió el 1 de agosto de 1943 en Copa México, con victoria rojiblanca 1-0. Mientras que la primera goleada ocurrió el 20 de febrero de 1944 en el extinto Parque Asturias, con victoria azulcrema de 7-2, con cuatro tantos de Leopoldo Proal.
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A mediados de los años 50, el equipo que dominaba la Liga era el León, que había ganado cuatro títulos entre 1948 y 1956. Chivas era conocido entonces como el “ya merito”, porque siempre se desinflaban al final de los torneos y no habían podido ganar la Liga. Mientras que el América ya era un equipo popular, pero detrás de otras franquicias ganadoras en la época, como Atlante, Necaxa o Asturias.
Además había pasado épocas difíciles que casi terminan con el equipo, por falta de recursos. Pese a ello, se mantuvo como un equipo competitivo, que solo podía ganar en Copa. En la temporada
1953-54, ambos equipos disputaron la final de ese torneo. La serie terminó 1-1 y se definió en los penaltis en favor del América, con tres goles de Emilio Fizel por uno de Juan Jasso. Un año después se repitió la Final y nuevamente se impuso el América 1-0, con gol de Manuel Cañibe.
En la temporada 1956-’57, Guadalajara por fin a su tradición perdedora y consiguió el primero de sus ocho títulos de la era del Campeonísimo y se convirtió en el equipo más popular del futbol mexicano.
El contexto de la rivalidad
El 22 de julio de 1959, el destino del América cambió drásticamente pues el empresario Emilio Azcárraga MIlmo, dueño de Telesistema Mexicano adquirió la franquicia y comenzó a inyectar recursos para convertirlo en un equipo dominante y poderoso.
El enfrentamiento entre ambos equipos traspasó a la vida social de los mexicanos, pues representaba la gran ciudad cosmopolita de México y la urbe más importante del interior de la República, sede del equipo más poderos del país y solo conformado por jugadores mexicanos.
También era el choque entre los “machos” de Jalisco, la cuna del mariachi, del tequila y de la identidad del mexicano, es decir, una visión nacionalista contra la modernidad y la prosperidad de la Ciudad de México moderno. Pero la visión de Azcárraga aumentó el encono pues le dio una connotación de pobres vs ricos, buenos vs malos y héroes vs villanos.
Azcárraga aprovechó esta concepción cultural y concibió un equipo antagónico al mexicanismo, que se distinguiera por tener a los mejores jugadores, además en el campo mostrarían su superioridad económica con actitudes y declaraciones que resultaran antipáticas. La fórmula estaba lista, aunque todavía tardó unos años en cuajar, pues el América consiguió su primera Liga hasta 1965-’66.
El primer Clásico
La prensa especializada coincide en que la rivalidad surgió en la temporada 1959-’60, justo con la llegada de Azcárraga a la presidencia del América y de inmediato urdió una estrategia para provocar al equipo consentido, ejecutada a la perfección por el técnico, Fernando Marcos, quien “picó” al equipo más poderoso y así surgió la rivalidad que derivó en el Clásico Nacional.
América emprendió una gira de tres partidos consecutivos por Guadalajara, en la primera vuelta de ese torneo. El equipo conocido en ese tiempo como los “Millonetas” venció en el Parque Oblatos al Oro, luego al Atlas y finalmente a las Chivas, todos por idéntico marcador de 0-2, Además, le quitaron el invicto al entonces campeón.
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Luego del último partido, el 5 de agosto de 1959, el técnico americanista declaró:
“América no viene a Guadalajara a ganar, eso es rutina. Nosotros venimos para cambiarle el número de su teléfono de larga distancia. Así es que ya lo saben mis amigos: cada que quieran llamar a Guadalajara marquen dos cero, dos cero, dos cero, cortesía del América”
Fernando MArcos
La revancha llegó el 12 de noviembre de ese año, durante la segunda vuelta del torneo. Chivas visitó el Olímpico Universitario, entonces casa del América y los venció por idéntico marcador de 0-2. El partido sirvió al Guadalajara para coronarse bicampeón (tres títulos en cuatro años) y creció el pique entre Fernando Marcos y el técnico tapatío, Arpad Fekete, pues el América quedó subcampeón.
Ese segundo partido, además, generó tal expectación que rompió el récord de ganancias por taquilla en el inmueble de Ciudad Universitaria, con 319 mil pesos.
Por polémicas como esa, Fernando Marcos es uno de los grandes desarrolladores del futbol mexicano en sus inicios, pues logró poner al América en un punto donde pudo desafiar a Chivas y así surgió el Clásico Nacional.. Gracias a su carácter ácido y su velocidad mental, desarrolló una gran capacidad para debatir y su elocuencia para expresarse.
Además, fue un hombre multifacético que se desarrolló como futbolista, técnico, árbitro y comentarista deportivo. Azcárraga vio en él la personalidad soberbia y antagónica que quería para su equipo y que derivó en la gran rivalidad que hoy extrañamos.