La selección femenil de Brasil debutó este miércoles en Tokio 2021 comandada por Formiga, la mujer con más participaciones en Juegos Olímpicos
Este miércoles inició la actividad de la selección brasileña femenil en Tokio 2021, con una goleada sobre China, con marcador de 5-0. Pero más allá de la goleada, el “scratch du ouro” tiene en sus filas a dos mujeres récord: Marta, como máxima goleadora en cinco ediciones de Juegos Olímpicos y Miraildes Maciel Mota “Formiga”, quien participa en su séptima justa veraniega, a lo largo de 25 años de carrera.
Como delantera, Marta ha sido nombrada la mejor jugadora del mundo por la FIFA en seis ocasiones y es referente del equipo que busca ganar su primera medalla de oro. Mientras la mediocampista ostenta el récord como la deportista en equipo que tiene más participaciones en Juegos Olímpicos, a sus 43 años. Ha participado de manera ininterrumpida en: Atlanta ‘96, Sídney 2000, Atenas 2004, Beijing 2008, Londres 2012, Río 2016 y Tokio 2020.
El retiro que no puede llegar
De hecho, luego de Río 2016 Formiga ya pensaba en dejar el futbol, con 38 años y ya tenía en su palmarés seis participaciones en Mundiales y seis Juegos Olímpicos. “Quería dejarles espacio a las nuevas jugadoras”, dijo en marzo de 2019 a The New York Times, desde Formiga durante una entrevista en marzo, cuando jugaba como capitana del Paris Saint-Germain.
Sin embargo, su técnico nacional Vadão, le pidió reconsiderar debido a que su partida dejará un hueco importante en la selección. Por su parte, ella mantiene la ilusión de conseguir el oro olímpico y en mejorar las condiciones de desarrollo del futbol femenil, en comparación con el de los varones y la situación que vive la mujer en Brasil.
Desde hace dos años, el 9 de junio de 2019, con 41 años, Formiga se convirtió en la futbolista de mayor edad en competir en el torneo femenino, en un partido entre Brasil y Jamaica y de paso será la persona más longeva en disputar un partido mundialista fuera de la posición en portería, encima del legendario Roger Milla quien participó en EEUU ‘94 con 42 años.
Formiga ha jugado cada uno de los mundiales femeniles, excepto el primero de 1991, la mayor cantidad para cualquier persona en el futbol, hombre o mujer.
“Estaba frustrada. Había peleado tanto por el reconocimiento del fútbol femenil y quería que las condiciones ya fueran mejores para las futbolistas, pero eso no había sucedido. Además, no quería pensar en que mi selección tuviera esos partidos sin mí”, explicó en aquella entrevista.
“Dificulta renovar el equipo”, explicó. “Es un hecho que necesitan atender porque yo me voy a ir y necesitamos acelerar el proceso para tener nuevas chicas, pero no hay espacios para ellas. En Alemania o EEUU pueden refrescar sus equipos porque tienen ligas fuertes, entonces quien sea entrenador no batalla con encontrar a otra Marta o Cristiane. En Brasil sí se le dificulta”.
Mantenimiento del equipo
Su longevidad se debe a que nunca ha tenido una lesión grave, pero reconoce que ya no tiene las mismas condiciones que sus compañeras, la mayoría, dos décadas más jóvenes que ella.
“Después de un partido tardo más tiempo en recuperarme. Antes era inmediato. Ahora me toma entre 40 y 70 horas.
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Por eso ahora hago cosas para compensarlo”, señaló respecto a su rutina de recuperación muscular y para prevenir lesiones, que incluyen terapias como: estiramientos, baños en hielo, fisioterapia y ejercicios especiales. También indica que se deshidrata más rápido ahora y por ello tiene un monitoreo más cercano de la cantidad de líquidos que ingiere. Pero también tiene la misma agenda de entrenamientos y un plan de alimentación muy parecido al del resto del equipo.
Cuando Vadão anunció que Formiga participaría en el Mundial de Francia 2019, destacó el “esfuerzo y dedicación de Formiga” y aceptó que no podía armar un equipo, sin que estuviera su intensidad y ética laboral. “Ella es de los mejores ejemplos que tenemos en todo el mundo. No es de este planeta”.
Una carrera de superación
De hecho, Formiga, recibió este apodo por su manera dejugar futbol. La prensa la describe como una jugadora tenaz y que juega por el beneficio de su equipo. El mote surgió de un aficionado, cuando empezaba a practicar su deporte de manera competitiva en su natal Bahía.
“Al principio no me gustaba mucho. Pensé que era raro. Sabes, como: ‘¿Qué, tengo antenas?’”, reconoce la jugadora. “Pero mientras más decía que no me gustaba, más me llamaban así y terminé por decir: ‘Me rindo, díganme Hormiga’ y fue un apodo perfecto porque es muy consistente con mi juego. Y ahora nadie se sabe mi nombre; solo mi familia me llama Mira y todo el mundo me dice Formiga”.
Formiga creció en la pobreza en la ciudad de Salvador. Tiene tres hermanos y su padre murió cuando ella tenía ocho meses de edad. Su madre tuvo que cuidar a los cuatro sola. Comenzó a jugar en las calles desde los 7 años, con niños. No había espacio para futbol de niñas en los años 80. Recuerda que su madre la respaldó, pero sus hermanos no estaban contentos.
Sin embargo, actualmente están orgullosos de ver la carrera histórica de su hermana y se han disculpado por haber cuestionado su vocación. Entonces fue reclutada para jugar futbol profesional y se mudó a Sao Paulo, donde participó en el Mundial de Suecia de 1995 a sus 17 años, como la más joven del equipo. Un año después debutó en Atlanta ‘96, la primera vez que el futbol femenil se incluyó en la agenda olímpica.
En su carrera ha jugado en clubes de Brasil, Suecia, EEUU y Francia. En Brasil se ha convertido en una impulsora del deporte femenil, en un país que bajo el gobierno de Jair Bolsonaro, regresó la idea de que “el niño viste de azul y la niña de rosa”, según declaró La ministra brasileña para la Mujer, Familia y Derechos Humanos, Damares Alvarez en 2019.
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Formiga cree que aún tiene que trabajar para que las mujeres para abrirse camino en ámbitos que antes eran típicamente masculinos, como el futbol.
“Los éxitos de la selección han tenido que pelarse con doble garra, dijo Formiga; las victorias las han obtenido a pesar de la falta de recursos y de un compromiso muy inconsistente con que tengan entrenamiento e instalaciones. En 2017 un grupo de sus compañeras seleccionadas, hartas del liderazgo de la federación, renunciaron al equipo a modo de protesta”, lamentó y acepta que sigue siendo muy complicado encontrar remplazos para las jugadoras de élite.
“Hay más equipos en la liga femenina, más campeonatos y más mujeres que quieren jugar. Pero las estructuras son mínimas. Las chicas necesitan más oportunidades y más entrenamiento. Sé que yo sola no puedo cambiar al deporte”, indicó, “pero si puedo ayudar al equipo, eso es lo que haré”.