Los casos de Paola Espinosa, Jessy Salazar o Paola Pliego muestran cómo la burocracia en México afecta al deporte de alto rendimiento
Esta mañana la clavadista y doble medallista olímpica mexicana, Paola Espinosa cuestionó en su cuenta de Twitter que la representación mexicana no haya ganado medalla en la prueba de sincronizados, trampolín de 3 metros. Hace unas semanas, Paola y su pareja Melany Hernández quedaron fuera de la Delegación Mexicana, aunque ellas habían conseguido un lugar para México en esta disciplina.
De hecho, Paola acusó a la titular de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), Ana Gabriela Guevara de faltar a su palabra de haber garantizado un lugar a Paola y su pareja, más allá de su participación en el selectivo. Además, Paola comentó que perdió varias semanas de entrenamiento, tras recuperarse de Covid-19, pero no estaría lista para sino para Tokio.
Pese a la disputa, la pareja compuesta por Dolores Hernández y Carolina Mendoza terminaron en cuarto lugar, a un 9.8 puntos de las medallas. Paola, por su parte, calificó de “tan viable” que con su participación se hubiera conseguido la segunda medalla para México en lo que va de la Justa Olímpica.
Paola Espinosa aseguró que quedó fuera de Tokio 2021 por una especie de venganza política por parte de Ana Guevara, por negarse a apoyar la política deportiva del gobierno federal, que desapareció el fideicomiso con el que se apoyaba a los atletas hasta el 2020.
El ridículo caso de Jessy Salazar
El jueves pasado, la ciclista mexicana Jessica Salazar, rechazó integrarse a la delegación mexicana, de último momento, para participar en la prueba de ómnium, luego de ser excluida de la selección de ciclismo por “argumentos técnicos”. La Federación Mexicana de Ciclismo (FMC) aceptó inscribirla en la prueba de velocidad y avisó a la atleta dos días antes de la inauguración para que participara en una prueba, de la cual no es especialista.
Para informar a la opinión pública de la situación, la atleta publicó un video en sus redes sociales donde informó entre lágrimas su negativa. Aseguró que el manejo federativo la “rompió física y emocionalmente”.
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Además, Jessy no es cualquier atleta mexicana: es subcampeona mundial vigente de velocidad en pista y oro panamericano. Como si tuviéramos muchos atletas de ese nivel en México.
Por el daño provocado por la FMC, Jessy continuará un proceso legal ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS, por sus siglas en inglés). En él, acusa a las autoridades del deporte en México y continuará su proceso de preparación, de cara al siguiente ciclo Olímpico.
Un injusto adiós para María Espinoza
Un caso similar al de Paola Espinosa fue el de la taekwondoin María del Rosario Espinoza, quien ganó una plaza para México en Tokio. La sinaloense es triple medallista olímpica, más que ninguna otra atleta en la historia. Aún así, perdió su lugar ante Briseida Acosta en un selectivo.
Por una parte la representación mexicana en Tokio en la división de más de 67 kilogramos está en buenas manos. Pero también, María Espinoza perdió la oportunidad de pelear por una cuarta medalla en los que hubieran sido sus últimos Juegos. Su trayectoria no fue suficientemente respaldada por su Federación ni por la autoridad mexicana.
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El escándalo de Paola Pliego
Un último caso ocurrió en el ciclo olímpico para Río 2016. Un error en un control antidopaje privó a la esgrimista queretana, Paola Pliego de participar en los Juegos. La atleta aseguró que no había ingerido alguna sustancia prohibida y demandó a la Conade por 15 millones de pesos ante la autoridad judicial.
El organismo debió pagar la indemnización y la atleta dejó de competir para México para representar a Uzbekistán, donde recibió mucho mejor apoyo.
“Espero que con ello reconozcan las injusticias que me impidieron asistir a los Juegos de Río y culminaron con no poder representar a mi país. Mi objetivo final es que ningún atleta mexicano se vea atrapado en una situación similar”, respondió la atleta en un comunicado tras conocer el fallo de la autoridad mexicana.