Manny Pacquiao inicia esta noche su adiós del boxeo, su nuevo reto son otro tipo de rivales más peligrosos por la Presidencia de Filipinas
Luego de dos años de silencio, Manny Pacquiao regresa esta noche al cuadrilátero, con 42 años, a la que presumiblemente será gira de despedida del boxeo. La jugada de esta noche en la T-Mobile Arena de Las Vegas, Nevada no resultó tan exitosa pues enfrentará a un campeón desconocido, el cubano Yordenis Ugás, quien llegó de emergente el martes, cuando Errol Spence Jr., su rival original, se retiró el martes de la función por un desgarre en la retina del ojo izquierdo.
Ugas estaba programado en la misma función, por lo que ya estaba en forma. De paso, recibió el título de 147 libras de la AMB, que le fue retirado a Pacquiao bajo el argumento de que no había peleado lo suficiente para retenerlo, luego de despojar a Keith Thurman en julio de 2019.
El cubano ganó el bronce olímpico en 2008. Tiene un récord de 26 victorias con cuatro derrotas y 21 nocauts. Sin embargo, se encontró con la oportunidad de su vida para legitimar un cinturón que le fue regalado, en la recta final de su carrera, ante una de las grandes leyendas vivientes del boxeo, pues tiene 37 años y disputará su pelea número 82.
El filipino no acaba de aclarar si esta será su última pelea profesional. Pero su edad y su inminente futuro como contendiente por la Presidencia de su país el próximo 9 de mayo, parecen reclamarlo urgentemente a partir de los próximos meses. Actualmente es senador de la República y, de ser un aliado cercano al criticado presidente Rodrigo Dunterte, ahora es uno de sus principales críticos.
“En Filipinas no pueden golpear al presidente”, explicó a ESPN el “Pac-Man” sobre los lineamientos que establece la legislación filipina hacia la investidura presidencial. “En la Constitución dice: Nadie golpea al Presidente”.
“No sabía eso”, agregó su entrenador Freddie Roach. “Entonces, éste puede ser el final, pero quiero dos más, esta y una en la que el presidente de Filipinas defienda su título de boxeo”.
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De héroe a político
Una vez que Pacquiao comenzó a triunfar como boxeador, se acercó a los filipinos y les dijo que su principal deseo era “ayudar a la gente”. Cuando volvía a su país tras pelear en Las Vegas recibía a la gente en su casa de la ciudad General Santos, al sur del país y les regalaba comida y dinero. Manny recordaba su origen humilde.
Después ayudó a los pescadores, quienes ya no podía llegar a los bancos de peces con remos y compró cientos de motores para sus lanchas. Años después compró terrenos cercanos a su casa y construyó mil casas que regaló a la población vulnerable. Su frase favorita fuera del ring es: “Quiero ayudar a la gente”.
En 2016 Manny Pacquiao inició su camino en la política para ocupar uno de los 24 escaños en el Senado, por invitación del presidente Duterte. A su llegada a la Cámara Alta su política fue de un apoyo abierto al gobierno e incluso defendió las políticas más autoritarias de Dunterte, que tienden al autoritarismo.
Entre ellas, una extrema política antidrogas que provocó la ejecución extrajudicial de miles de filipinos, la mayoría de ellos, pequeños vendedores pertenecientes a las clases más pobres. Esto provocó severas críticas contra Pacquiao por no reconocer este abuso del gobierno.
Durante su campaña para el Senado, también declaró que los gays eran “peores que “peores que los animales”. Luego intentó disculparse de una manera poco convincente: “Jesús vive en mí, así que siempre estoy feliz”.
Un verdadero opositor
Aunque originalmente el boxeador era un posible candidato para suceder a Duterte, en la recta final de su periodo como legislador, Manny Pacquiao ha cambiado su postura, ahora como opositor al régimen de Duterte, denunciando la corrupción del gobierno, acusándolo como causante de la crisis sanitaria y económica que enfrenta el país a consecuencia de la pandemia.
“Está asumiendo el desafío de ser legislador. Trató de compensar su falta de educación tomando cursos sobre políticas públicas, y ha hecho alianzas con personas que conocen la política filipina. Entiende que todo aquí está impulsado por la personalidad, lo que explica por qué está en fiestas de la ciudad repartiendo dinero. Él está jugando el juego. Parece entender en lo que se está metiendo”, explicó sobre el pugilista Carlos Conde, investigador de la organización civil Human Rights Watch, quien reside en la ciudad de Manila.
Filipinas es una de las naciones más corruptas del mundo, con antecedentes de violencia, clientelismo y otros problemas que han permitido la llegada de una persona autoritaria como Rodrigo Duterte a la Presidencia. A medida que Pacquiao ha cobrado relevancia en el circulo político del país y puso distancia con el presidente, las amenazas para él y para su familia, se han intensificado. Sin embargo, aun no formaliza su intención de competir por la Presidencia en mayo.
Pac-Man comenzó a denunciar al régimen de Duterte por ser tibio ante China en asuntos relacionados al comercio en el Mar de China Meridional, afectando a la población, aunque ha sido cuidadoso de no señalar directamente al presidente.
“Esto no es nada nuevo. Desde que asumí mi cargo he investigado casos de corrupción. Creía que el presidente también detestaba la corrupción, e intento ayudarle”, acusó. El mandatario respondió: “demuéstralo”.
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En cuestión de días, Pacquiao mostró a la televisión documentos para denunciar la desaparición más de 200 millones de dólares en fondos para atender la pandemia entre la población de escasos recursos. “Éste es apenas uno de mis hallazgos”, dijo tres días después de aceptar el reto presidencial.
Entonces el mandatario acusó al boxeador de “borracho”, “mierda” y de no tener la capacidad mental para ser presidente. Le dijo que debía quedarse en Filipinas para seguir investigando las denuncias en vez de viajar a EEUU para ganar millones de dólares. Sin embargo, el hecho que Manny Pacquiao suba al cuadrilátero atrae la atención de millones de sus compatriotas.
Mientras, Duterte está diseñando una estrategia para que su hija mayor, Sara, sea la próxima presidenta y él pueda continuar como líder de facto. Incluso, ha planteado la posibilidad de contender por la Vicepresidencia y así quedar protegido por las leyes, en caso que sea investigado por sus presuntos delitos.
Pacquiao debe manifestar su intención por contender por la Presidencia a principios de octubre, aunque todo Filipinas sabe que lo hará. “En comparación con los políticos tradicionales, no está empapado de la salsa mala de la política filipina. Todavía hace un balance de su procedencia y, obviamente, conoce la pobreza. Todo depende de cómo saldrá y luchará sobre esos temas. Su fama mundial es definitivamente útil, pero la pregunta es: ¿Cómo la usará?”, explica Conde.
Una elección complicada
Sin embargo, la casa encuestadora Pulse Asia coloca a Pacquiao en el quinto lugar de las preferencias presidenciales, apenas con 8% entre 15 posibles candidatos. La favorita es Sara Duterte, la única aspirante con más del 25% en las preferencias. También está arriba el alcalde de Manila, Isko Moreno, Ferdinand Marcos Jr. y la también senadora, Grace Poe, todos políticos de carrera. Aun así, Pacquiao es blanco de las descalificaciones de Duterte.
Casi el 20% de la población filipina vive por debajo de la línea de pobreza, con ingresos de 3.20 dólares al día por persona, en promedio.
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El entorno del boxeador también teme las represalias del gobierno filipino. No solo a la violencia física, sino a maniobras políticas que busquen afectarlos. Algunos de sus colaboradores dicen dudar sobre volver a su país luego de la pelea o permanecer en EEUU hasta después de las elecciones, incluso ha aumentado el número de guardaespaldas para Manny, que ya califican como un ejército privado.
“Dada la historia de violencia en la política filipina, creo que los temores tienen mérito”, dice Conde, luego del largo historial de crímenes políticos que registra la historia de ese país del sureste asiático.
“Si realmente hace todo lo posible contra el presidente y expone aún más a Duterte, ese es un escenario muy preocupante. Debido a su estatus, no creo que el propio Pacquiao esté bajo amenaza de violencia, pero siendo las Filipinas, es difícil de decir. Debería estar preparado para eso”, asegura el especialista.