Alguna vez estuvo entre las mejores del mundo en su deporte, hoy Paola Fuentes es entrenadora por vocación y una feliz mamá, pero sobre todo una orgullosa mujer

En México, las mujeres protagonizan una etapa que seguramente cambiará la vida del país en los próximos años, en busca de un mejor lugar para vivir. Lo que surgió como un grito desesperado por respeto y empatía les mostró que pueden hacerse escuchar fuerte y claro. Si bien en algún momento sus protestas han provocado polémica, por la manera en que realizan algunas de ellas,  su llamado gana cada vez más espacios en la sociedad.

Hay una corriente que promueven la igualdad en lo que parece una competencia feroz, donde siempre hay ganadores, perdedores y parece que nada más tiene sentido. Pero también hay algunas voces que, si bien, claman por respeto a las mujeres, pero también valoran su papel como madre y ama de casa, pues reconocen que todos los roles  son valiosos, siempre que promuevan el respeto y el trabajo en equipo.

Una de ellas es Paola Fuentes, quien representó a México en Juegos Centroamericanos e Iberoamericanos y fue una de las 50 mejores saltadoras de altura del mundo en 2011 y actualmente es entrenadora y orgullosa madre de una niña de cinco años.  Esta es su historia:

“No estoy tan de acuerdo con todas estas expresiones de las feministas, porque mi formación fue otra. Yo creo que las mujeres podemos ser autosuficientes, que tenemos la misma capacidad, pero nunca a promover la violencia o la falta de respeto para los hombres. Creo que es simplemente darnos el valor que merecemos: nosotras como mujeres o cualquier ser humano.

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“Entiendo el tema de la igualdad de oportunidades, que seamos escuchadas, pero muchas mujeres se han agarrado de esto como: ‘hombres inútiles no los necesitamos para nada’ y yo pienso que mientras cada uno tome su rol, uno no tiene por qué ser más importante que otro. Los sexos se complementan. También veo cada vez menos gente que se sienta digna de estar en casa criando niños o lavando los trastes. Para mí es una oportunidad de moldear un ser humano”.

Paola Fuentes explica que en su casa comprendió la importancia que tiene para un niño contar con ambos roles en casa, que los ejerce como mamá junto con su esposo y los vivió también en el deporte, con sus entrenadores, quienes desde su manera de ver el mundo, la apoyaron para mejorar su rendimiento e incidieron en su formación personal.

“El tener estas dos formaciones me ayudó a alcanzar el nivel al que yo soñaba. Mi primera entrenadora, Irma Corral, era muy sensible y protectora, como una segunda madre, consciente de esta parte anímica, la menstruación, si llegaba con cólicos o tenía cambios de humor. Cuando cambié a entrenadores hombres, algunas veces necesitan ser más sensibles ante las necesidades de las mujeres, pero su nivel de exigencia era mayor, tanto con hombres o mujeres”, recordó.

Saltadora que soñaba ser gimnasta

Desde los 4 años, Paola tuvo su primer acercamiento al deporte, y a partir de los 8 años comenzó a practicar gimnasia artística, hasta los 12 años, cuando recibió una noticia triste sobre este deporte: “no tenía el biotipo adecuado para competir, soy una mujer muy alta y el prototipo es de chicas bajitas.

“Cuando supe esto pensé aprovechar mis cualidades físicas para destacar en algún deporte. Migré  a 80 metros con vallas y salto de altura”, ambos en los equipos representativos de la UNAM y participó en Olimpiadas Nacionales, infantil y juvenil, y posteriormente en Universiadas.

Y entonces enfrentó otro problema: al momento de competir, las pruebas se programaban a la misma hora y esto le generaba una presión adicional: “estaba en bloque de salida y me hablaban para hacer mi intento en salto de altura”, comenta. “Entonces decidimos que tenía mayores posibilidades en el salto de altura y a partir de los 15 años, me dediqué de lleno, durante cuatro años representé a la UNAM”.

Paola Fuentes

“Mi mejor marca fue 1.86 m y entré al ranking mundial de la IAAF, entre las mejores 50 saltadoras. Yo quería aparecer a como diera lugar quería estar en el ranking mundial y en 2011, por fin vi la bandera de México, mi nombre y mi mejor marca. Me sentí súper cerca de mi máximo objetivo: representar a México en Juegos Olímpicos”

Paola Fuentes

En su época como atleta, Paola experimentó los problemas que normalmente padecen los deportistas de alto rendimiento en el país: la falta de apoyos. “La UNAM nunca los tuvo”, lamenta. Posteriormente se casó y se mudó al puerto de La Paz, donde representó a Baja California Sur.

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“Yo siempre quise competir para la UNAM, pero es muy común ver a atletas que cada año cambian de asociación, por el apoyo. Y más que por un tema de lealtad, entendí que velaban por sus intereses y si la necesidad de buscar apoyos para lograr el objetivo que tenían”.

Paola Fuentes resintió el cambio radical a un ambiente diferente, intentando formar una familia, en otro clima, entrenadores diferentes y dice haberse desesperado por no poder regresar a su nivel. Entonces se alejó del alto rendimiento, después de un año intentó volver, ahora en 400 con vallas. En noviembre de 2014, llegó una nueva etapa a su vida, con el embarazo de su hija.

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De atleta a mamá

“Seguí entrenando hasta la semana en la que tuve a mi hija”, agrega. Pero después de alrededor de 20 años de competir en alto nivel, dejó el alto rendimiento, pero se mantiene activa, para mantener el cuerpo sano, como parte de un hábito que ya tenía formado después de tantos años y para ser un ejemplo para su hija. También comenzó su carrera como entrenadora de corredores con el equipo de adidas runners en la Ciudad de México.

“Cuando me toca una sede o tengo que ir a algún lugar y llevo a mi hija. Incluso juega a grabarse y a dar una sesión de entrenamiento virtual. Creo que cuando amas lo que haces, encuentras la manera de encontrar el equilibrio.

Paola Fuentes entrenadora

“Cuando me ve haciendo algo que me gusta, es como decirle: ‘puedes vivir de algo que te apasione, disfruta cada cosa que hagas’ y cuando nos toca hacer algo que no nos gusta, también disfrutar. Eso es lo que me dejó el deporte: aprender a amar y abrazar este dolor a la hora de hacer un ejercicio más y lo paso a mi vida diaria”.

En esta transición a atleta y mamá, Paola Fuentes enfrentó nuevos retos, como muchas mujeres en el mundo que buscan estar atentas del crecimiento y la formación de sus hijos y también deben cumplir con la exigencia de su vida profesional. Pero la entrevistada  no lo ve como un sacrificio, sino como parte de su vida, disfrutando las actividades que la apasionan.

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“Quiero que mi hija vea eso: amar lo que haces, disfrutarlo, así como de hacer lo que te toca porque se tiene que hacer. Por supuesto que es cansado. Realmente hay días que estoy rebasada, pero son etapas y no quiero que cuando mi hija sea adolescente, no quiera estar conmigo porque no estuve con ella ahora. Incluso en la pandemia, he diseñado entrenamientos virtuales para mamás con hijos, porque también amo ser mamá.

“Implica más trabajo, pero no hay mayor recompensa que ver a un ser humano que estás formando, que le quieres dar todas las herramientas para enfrentar la vida. Por eso invitaría a que seamos más empáticos con las mamás: no sabemos cuántas horas durmieron, cuando tienen un hijo pequeño o que no se puedan quedar más tiempo porque tienen que regresar a casa, bajar a su hijo, darle de cenar, etc. Es ser un poco menos egoístas como seres humanos.

La transición de atleta a mamá

En esta etapa Paola ha encontrado un gran aprendizaje e incluso recuerda haber sufrido discriminación:

“Destaco el sentirme capaz. La gente tiende a creer que los entrenadores hombres saben más. Entonces nos cuesta más ir ganando a la credibilidad de la gente. Además, me ven joven y piensan que soy inexperta. Pero me la voy creyendo y por supuesto, me sigo preparando. Mi nivel de autoexigencia es altísimo, porque quiero que la gente sepa que hacemos cosas de calidad. También aprendí a pedir ayuda, porque mi carrera fue en un deporte individual”.

Y, en su tercer gran proyecto, Paola Fuentes y su esposo,  Jorge Rouco quien fue campeón nacional de salto de altura, fundaron el equipo The Athletes Center, donde forman niños de cuatro a 12 años, en sus capacidades físicas básicas, a través del juego, como parte de su formación personal.

The Athletes Center

“Al crecer en el deporte, nos dimos cuenta que no hay una visión a largo plazo para el deporte en México. Normalmente solo queremos que los niños se cansen porque tienen mucha energía, pero nunca pensando en que tengan una formación integral o que en algún momento,  si es su deseo, que tengan una herramientas para una vida deportiva mucho más larga.

“Muchas veces los entrenadores no tienen cuidado y los niños se lastiman o algo pasa que terminan odiando el deporte y ya no quieren saber nada. Nosotros queremos despertar en ellos, desde pequeños, con el apoyo de los papás, el amor al deporte y que descubran cuál es el deporte que les apasiona y que lleguen preparados a poder practicarlo”.

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En esta escuela se desarrollan las capacidades biomotoras básicas: fuerza, elasticidad, rapidez, resistencia, coordinación.  Además cuenta con una nutrióloga y un equipo de fisiatras. “Nos damos la oportunidad de conocer a los niños, ver cómo se desarrollan, cómo conviven entre ellos, ver a sus papás, si tienen ganas o no, qué les motiva, cuál es su sueño, sus gustos y motivarlos a través del juego.

“Finalmente, trabajamos algún valor como: trabajo en equipo, la autoestima, aprender a decir palabras de afirmación a mi compañero, descubrir mis fortalezas y creérmelo. Cuidamos mucho cómo les hablamos, sin descalificarlos sino decirles: lo puedes hacer mejor de esta manera. Mi esposo es la parte creativa, que juega con los niños y yo soy más la parte hitleriana y está padre porque hay un equilibrio. Ser entrenadora siempre fue mi sueño desde que era niña y después de retirarme del alto rendimiento”, concluye Paola.