Nacho Ambriz es un personaje cuyo talento siempre ha sido subestimado, pero que en su plenitud profesional, aprendió a disfrutar el futbol y es considerado el mejor técnico mexicano
Con Ignacio Ambriz, actual técnico del León, tenemos dos facetas muy marcadas:
Por un lado, un joven de origen humilde, que apenas terminó la Secundaria, que debutó en un equipo a punto de desaparecer, que en el mejor momento de su carrera tuvo problemas con el alcohol y las drogas y debió buscar oportunidades en Segunda División hasta que se quedó sin equipo y solo aspiraba a conseguir su carta para continuar jugando a préstamo, con un equipo que no tenía recursos para su transferencia.
Por otro, un excelente medio de contención, con un cañón en la pierna derecha, mundialista Sub-20 en 1985, bicampeón con el Necaxa, capitán de la Selección en la Copa América de 1993 y en el Mundial de EEUU ’94, auxiliar de Javier Aguirre en la Selección que fue a Corea-Japón 2002 y lo acompañó en el inicio de su aventura en España con el Osasuna y el Atlético de Madrid, donde incluso disputó la Champions League en 2008.
Este es el perfil de Ignacio Ambriz, un personaje cuyo talento siempre ha sido subestimado, tanto en la cancha, como en el banquillo, pero que a sus 55 años de edad, en su plenitud como director técnico, se define como una persona madura que ya aprendió a disfrutar el futbol y que es considerado el técnico mexicano mejor preparado de la actualidad, con un equipo que ha dominado la temporada regular los últimos 18 meses.
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Sus influencias en el banquillo
Para llegar a este punto, Nacho recuerda enseñanzas importantes de gente como Aníbal Ruiz, Roberto Saporiti y Manolo Lapuente, en su época como jugador. “’El Maño’ me dio una oportunidad en Necaxa, cuando estaba prestado en Segunda División. Yo hablé con él porque quería mi carta para poder jugar a préstamo con Salina Cruz, que no tenía para comprar mi carta y me dijo que quería observarme 15 días y terminé quedándome.
“Saporiti confió en mí, me dio la oportunidad de hacerme titular en Necaxa, de hacerme importante en el equipo y por su relación con el profe Menotti pude llegar a la Selección y seguir con Miguel Mejía Barón, quien me enseñó muchas cosas como futbolista y que respeto mucho, aprendí su estilo de dirigir porque siempre me agradó su trato humano.
Pero también tuvo influencia de otros estrategas, algunos legendario, como: Walter Ormeño, José Antonio Rocca, Ricardo de León, Raúl Cárdenas, Pedro García y especialmente recuerda a Diego Malta, “un tipo que te conocía perfectamente porque tenía un cuaderno con anotaciones de todos sus jugadores, eso me marcó”, dijo en una entrevista con Javier Alarcón.
Como auxiliar técnico, Nacho Ambriz se convirtió en el escudero de Javier Aguirre, cuando tomó la Selección Nacional en el 2001. Luego, en el Osasuna, se salvaron del descenso y lo llevaron hasta el 4° lugar de la Liga, mientras que con el “Atleti” disputaron la Copa UEFA y la Champions League, algo que ningún otro cuerpo técnico mexicano ha logrado ni remotamente.
Con este palmarés, Nacho inició su carrera en México y siguió preparándose: “Me he cuestionado si soy tan defensivo como me dicen, pero pensar en el equilibrio es parte de la posición que jugué en el campo, y ahora me doy cuenta que nunca hago cambios defensivos, sino que estoy en equilibrio”, explicó en una entrevista con Fox Sports.
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Mientras que sobre su manejo de grupo explica: “lo que me ha dado resultados es tener un trato más humano, platico mucho con los jugadores. Muchas veces me molesto con ellos o los saco del campo y después los busco en esa parte personal. Cuando me equivoco en cuestiones tácticas, me paro frente a ellos y les digo: discúlpenme hoy me equivoqué por esto y por esto o bien les digo en el entrenamiento: hoy es serio, porque como entrenemos, jugamos”.
Para quitarse esta etiqueta de técnico defensivo, Nacho busca a otros técnicos experimentados para aprender su metodología de entrenaiento. “Me gusta hablar con entrenadores: Víctor Manuel Vucetich, el “Profe” Enrique Meza, Miguel Mejía Barón”.
Y agrega: “Pero si a Ricardo, con esos saleros, le aprendo un movimiento y trato de plasmarlo, vale la pena. En Europa tengo gente que me manda metodologías de entrenamiento, sigo mejorando aspectos psicológicos que son muy importantes y es en lo que no entrenas”.
Un camino de “picar piedra“
Para llegar a este punto de su carrera, con todo y su palmarés como jugador, Nacho tuvo que pagar “derecho de piso”, para dirigir en Primera División, con equipos en zona de descenso como Puebla, Querétaro, San Luis o Necaxa, con procesos truncos Chivas y América, donde sufrió “manoseo” de sus directivas, que ya tenían listos sus reemplazos, con él en el banco todavía. Incluso, con ambiente adverso en su llegada a León hace dos años:
“Gustavo Matosas me dejó una vara muy alta. La gente quiere que su equipo juegue bien, que gane y cuando llegué el ambiente era pesado y tuve que remar mucho con eso. Hoy recuperamos la verticalidad de Matosas, pero con orden, con mi estilo. Cuando llegué al equipo hablé con la gente que venía del Bicampeonato, con el “Chapo” Montes, con Fernando Navarro y hoy sabemos que mientras el equipo sea serio, tenga hambre, quiera competir, le podemos pelear a cualquiera. Si no hacemos esto, somos normales y no nos va a alcanzar”.
Orígenes de Nacho Ambriz en el futbol mexicano
Ignacio Ambriz Espinoza es originario del pueblo de Culhuacán, en Iztapalapa, “de Iztapalapa para el mundo”, dice orgullosamente. “Mi padre, trabajó para el cine mexicano como jefe de staff”. De ahí que Nacho haya aparecido como extra en la película “El Chanfle”, en las tribunas del Estadio Azteca, vitoreando a Roberto Gómez Bolaños.
Recuerda su infancia jugando todo el tiempo en el llano y cuando regresaba a casa, enlodado, tenía “los zapatos todos rotos o las uñas voladas y mi madre nos esperaba en el patio para enjuagarnos con la manguera. Cuando regreso, recuerdo de dónde vengo y busco ser la misma persona humilde y sencilla”.
Sobre su padre, comenta que quiso ser profesional y lo aceptó el Atlante, pero su esposa le dijo “no” porque “no había quién trajera dinero a la casa” y que cuando lo vio jugar en el llano, observó que tenía un cañón en la pierna. “Dice mi mamá que le heredé ese don, porque lo veíamos ganar apuestas de cartones de cerveza en los tiros libres”.
También explica que le encantaba jugar voleibol en la secundaria: “era vago” y que era muy mal estudiante: “Yo trataba de copiar. Era un desastre para leer”. Por eso no pensó dos veces una oportunidad de probarse con el Atlético Español en 1981, un equipo que se convertiría en Necaxa, aun contra la resistencia de sus padres.
“Tenía yo 17 años y desde entonces estoy en el futbol. No volví a estudiar. Mi primer contrato era de 800 pesos mensuales y me firmaron por tres años. Para ir a cobrar estaba lejísimos, iba cada dos meses porque gastaba más en los camiones y en el Metro”.
Una historia de vida
Entonces, en la plenitud de su carrera, el joven Ambriz cayó en un bache, por el consumo de drogas y alcohol. “Tuve casi tres años el problema de la drogadicción y no me fue nada bien. Mucha gente me preguntó si busqué ayuda, pero no. Mi madre y la madre de mis hijos fueron dos personas importantes para tener la fuerza de voluntad de decir ‘no más’”.
“Hoy estoy para recomponer mi vida dentro del futbol y o me dedico realmente a lo que me gusta. La fuerza de voluntad que puse fue bastante grande y me sacó. Me acerqué a Dios y dije: “no”. Después de 1990 nunca más volví a consumir alguna droga. Ahora me han invitado a dar pláticas, a universidades y lo hablo como tal. Uno es el responsable de su vida y el camino es estudiar, prepararse, decir no y reconocer si cometiste un error”.
También recuerda el apoyo que le ofreció Manolo Lapuente en este tema, cuando era su técnico en el Necaxa: “Tuve una recaída en el alcoholismo y me llamó: ‘no te veo bien, quiero ayudarte y si te tengo que meter en algún lado, te meto’. Le contesté: ‘no tengo nada’ y no me creyó. Le dije, ‘no se preocupe, no me vuelve a ver así’, y ahí empecé otra etapa en mi vida para hacerme jugador en Selección, de ser capitán y hacer cosas”.
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Para Ignacio Ambriz, ganarse un lugar en el futbol no ha sido fácil, por su origen humilde y los equipos donde jugó, siempre estuvo en un segundo plano, aunque en el campo era el hombre de confianza de sus técnicos. En el banco encontró lugar en equipos pequeños y sus estancias en equipos importantes fueron accidentadas por la falta de confianza de sus directivos.
Sin embargo, actualmente vive una etapa de plenitud donde aspira a la Selección Nacional o dirigir en Europa. Nuevamente, basado en su sencillez y, en su trabajo meticuloso y lleno de humildad, con el que se ha ganado el respeto del gremio futbolístico, como el estratega mexicano mejor preparado de la baraja actual.