Abogado, cineasta, maestro normalista, cobrador de camiones, jugador, técnico, árbitro, locutor y analista, Fernando Marcos fue forjador del futbol mexicano como lo conocemos hoy

El 30 de noviembre de 1913 nació en la Ciudad de México, Fernando Marcos González, uno de los forjadores del futbol mexicano, en los inicios de la era profesional. Además, destaca por ser un personaje polifacético que ayudó a desarrollar el balompié nacional en la cancha, la banca, el palco, el escritorio, detrás de una máquina de escribir o una cámara de televisión.

Además era un personaje polémico, que sabía calentar un partido y agregarles la dosis de pasión para que fueran relevantes. Por ello se dice que su llegada al banco del América como entrenador en 1959, ayudó a que naciera la rivalidad que posteriormente derivó en el Clásico Nacional.

Procedente de la clase media, hijo de migrantes españoles, Fernando Marcos cursó estudios de derecho, aunque sus primeros trabajos fueron como fue maestro normalista. Además, fue realizador de algunos documentales de cine e incluso trabajó como productor ejecutivo de varias películas de Emilio “El Indio” Fernández.

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En su juventud, practicó futbol y béisbol, al tiempo que trabajaba como cobrador de camiones y mozo de cantina. Entonces optó por el futbol profesional y participó desde los 13 años en el club Germania FV de la segunda división. Debutó en la liga mayor en 1930 con el Club España y ganó las Ligas 1933-‘34 y 1935-‘36. En ese año pasó al Club Asturias. Participó como jugador en las eliminatorias para Italia 1934.

Tras su retiro, se convirtió en árbitro en 1937 y llegó a presidir el gremio arbitral en la Asociación Mexicana de Árbitros de Futbol. A partir de 1948 se convirtió en entrenador a de equipos capitalinos como: Asturias, Necaxa, Toluca, Marte y América. En 1959 llegó al banco de la Selección Mexicana, pero curiosamente nunca pudo dirigir en un Mundial, principalmente, por su carácter polémico.

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Lo que sí logró fue abrir camino en los medios de comunicación para el periodismo sobre futbol. Logró alternar sus trabajos como economista y abogado con la narración de partidos por radio, en 1939 y a partir de 1962 incursionó en la televisión. Participó en varios Mundiales de futbol y Juegos Olímpicos como corresponsal. También se integró a la extinta Imevisión, donde participó como analista hasta inicio de los años 90.

Se hizo famoso con sus “conclusiones editoriales de cuatro palabras”. También escribió el libro “Mi amante, el futbol” editado en 1980.

Pero también por su súplica a Enrique Borja “no falles Borja”, en el histórico empate de México ante Francia, en Inglaterra ’66, cuando el delantero anotó después de haber abanicado un disparo a quemarropa.

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Otra faceta destacada de Fernando Marcos fue su capacidad de codearse con las grandes figuras del futbol mundial, como Pelé, a quien logró entrevistar. O bien, conocer al mismísimo Adolf Hitler, durante los Juegos Olímpicos de Berlín 1936.

“En 1936 me tocó el honor de narrar la película oficial de los Juegos Olímpicos de Berlín que le fue presentada a Adolf Hitler. El dictador me pareció un tipo extraño…”

fernando marcos

“Recuerdo que Hitler presenciaba el relevo de 4 X 100 y cuando iba a tocarle el turno a Jesse Owens estaba tan nervioso que se la pasaba sobándose las piernas. Otra vez lo vi nervioso, en una carrera de relevos: el equipo alemán femenil iba en primer lugar en el último relevo y al pasar la estafeta la tiraron y quedaron eliminadas”, declaró en 1999.

Y agregó: pero ese trabajo me dio gusto porque eran 24 rollos que escribí y narré. En la película se captó el fuego sagrado en la Ciudad de Olimpia, en Grecia, y su recorrido hacia Berlín en un relevo de corredores: se encendió la antorcha y empezaron los Juegos Olímpicos.

Forjador del Clásico Nacional

La chispa que encendió la rivalidad que polarizó al país en 1959, permitiendo el surgimiento del Clásico Nacional fue una declaración polémica de Fernando Marcos, entonces técnico del América.

En la temporada 1956-’57, Guadalajara por fin a su tradición perdedora y consiguió el primero de sus ocho títulos de la era del Campeonísimo y se convirtió en el equipo más popular del futbol mexicano.

El 22 de julio de 1959, el destino del América cambió drásticamente porque Emilio Azcárraga Milmo, dueño de Telesistema Mexicano adquirió la franquicia y comenzó a inyectar recursos para convertirlo en un equipo dominante y poderoso.

El enfrentamiento entre ambos equipos traspasó a la vida social de los mexicanos, pues representaba la gran ciudad cosmopolita de México y la urbe más importante del interior de la República, sede del equipo más poderos del país y solo conformado por jugadores mexicanos.

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También era el choque entre los “machos” de Jalisco, la cuna del mariachi, del tequila y de la identidad del mexicano, es decir, una visión nacionalista contra la modernidad y la prosperidad de la Ciudad de México moderno. Pero la visión de Azcárraga aumentó el encono pues le dio una connotación de pobres vs ricos, buenos vs malos y héroes vs villanos.

Azcárraga aprovechó esta concepción cultural y concibió un equipo antagónico al mexicanismo, que se distinguiera por tener a los mejores jugadores, además en el campo mostrarían su superioridad económica con actitudes y declaraciones que resultaran antipáticas. La fórmula estaba lista, aunque todavía tardó unos años en cuajar, pues el América consiguió su primera Liga hasta 1965-’66.

El primer Clásico

La prensa especializada coincide en que la rivalidad surgió en la temporada 1959-’60, justo con la llegada de Azcárraga a la presidencia del América y de inmediato urdió una estrategia para provocar al equipo consentido, ejecutada a la perfección por el técnico, Fernando Marcos.

América emprendió una gira de tres partidos consecutivos por Guadalajara, en la primera vuelta de ese torneo. El equipo conocido en ese tiempo como los “Millonetas” venció en el Parque Oblatos al Oro, luego al Atlas y finalmente a  las Chivas, todos por idéntico marcador de 0-2, Además, le quitaron el invicto al entonces campeón.

Luego del último partido, el 5 de agosto de 1959, el técnico americanista declaró:

“América no viene a Guadalajara a ganar, eso es rutina. Nosotros venimos para cambiarle el número de su teléfono de larga distancia. Así es que ya lo saben mis amigos: cada que quieran llamar a Guadalajara marquen dos cero, dos cero, dos cero, cortesía del América”

fernando marcos

La revancha llegó el 12 de noviembre de ese año, durante la segunda vuelta del torneo. Chivas visitó el Olímpico Universitario, entonces casa del América y los venció por idéntico marcador de 0-2. El partido sirvió al Guadalajara para coronarse bicampeón (tres títulos en cuatro años) y creció el pique entre Fernando Marcos y el técnico tapatío, Arpad Fekete, pues el América quedó subcampeón.

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Ese segundo partido, además, generó tal expectación que rompió el récord de ganancias por taquilla en el inmueble de Ciudad Universitaria, con 319 mil pesos.

Por polémicas como esa, Fernando Marcos es uno de los grandes desarrolladores del futbol mexicano en sus inicios, gracias a su carácter ácido y su velocidad mental, que le permitieron desarrollar una gran capacidad para debatir y su elocuencia para expresarse. Además,  fue un hombre multifacético que se desarrolló como futbolista, técnico, árbitro y comentarista deportivo.

Azcárraga vio en él la personalidad soberbia y antagónica que quería para su equipo y que derivó en la gran rivalidad que hoy extrañamos.