Se cumplen 21 años de esta OBRA DE ARTE de Zinedine Zidane: el espectacular golazo de volea contra el Bayer Leverkusen en la final del torneo más prestigioso a nivel europeo del año 2002. France Football lo eligió como el mejor gol de toda la historia de la competencia. Por siempre, este gol será inolvidable.
Noche muy fría en la ciudad de Glasgow. El estadio “explotado”. Las casas de apuestas daban como ultra favorito a la Casablanca. En la previa, el Rey Juan Carlos dijo presente desde el palco y ha dado ánimos a los jugadores del Real Madrid. El monarca bajó al vestuario de los suyos para desear suerte a los jugadores minutos antes del comienzo de la final e hizo votos para que prevaleciera la deportividad.
Para la final desarrollada en el Hampden Park, ambos equipos llegaban con necesidades de ganar. El Real Madrid, para muchos considerado el equipo más grande de todo el viejo continente, había quedado tercero en la liga española y había perdido en la final de Copa del Rey por 1-2 ante el Deportivo de La Coruña, es por eso que necesitaba la victoria. Por otro lado, el Bayer Leverkusen llegaba con un estado similar: había quedado subcampeón de la Bundesliga detrás del Borussia Dortmund y perdió la final de la Copa de Alemania frente al Schalke 04 por una derrota categórica. Los seguidores merengues eran 18 mil y los bávaros, la mitad.
Si pensamos en plantel, nombre por nombre, el conjunto de España tenía un poderío importante por poseer de grandes figuras, aunque eso no lo hacía ganador del partido. El Leverkusen había tenido un buen desempeño durante la competición, pero había sufrido para vencer al Liverpool y al Manchester United en las rondas anteriores.
El Madrid dirigido tácticamente por Vicente del Bosque salió al verde césped con su formación habitual de 4-4-2. César Sánchez bajo los tres palos, Míchel Salgado, Fernando Hierro, Iván Helguera y el brasileño Roberto Carlos como defensores; el áspero mediocampista defensivo Claude Makélélé y otros 3 que trataban bien la pelota: Luís Figo, Zinedine Zidane y Santiago Solari; arriba Raúl González y Fernando Morientes. Guti, muy presente en los planes del DT español, esta vez, le tocó arrancar como suplente. Un equipo de otra galaxia que tenía hambre de gloria. El partido comenzó muy parejo, con ambos equipos tanteándose sin arriesgar demasiado, salvo aisladas jugadas ensayadas.
A los 8 minutos, el zurdo Raúl González Blanco apareció para colocar su nombre en el marcador. Los vestidos totalmente de blanco celebraron primero, pero todavía faltaba mucho. El Leverkusen reaccionó rápidamente con un gol del defensor central Lúcio, que anotó el 1-1 de cabeza tras ganarle la posición a Hierro. El partido estaba destacando por su eficacia: dos disparos, dos goles. Nadie arriesgaba nada. Lo querían ganar, pero ambos tenían miedo a perderlo.
El equipo del país bávaro manejaba el partido, a puro toque y transiciones lentas, pero el Madrid no se achicaba. Contraataques por doquier. Todo con un ritmo de juego bien elevado. Y una le quedó al mejor jugador que veía esa gran final: centro del marcador izquierdo brasilero Roberto Carlos para el 10 que portaba la 5 en la espalda. Mirada fija en la redonda, el cuerpo inclinado y listo para meterle un zurdazo inolvidable, lleno de efecto. Soltó el latigazo y lo demás fue historia.
El gran mediocampista Michael Ballack con sitio de lujo para ver semejante maravilla. Entre risas, Roberto Carlos y el creador de la obra de arte lo recordaron en la antesala de un partido en el que Real Madrid estaba por disputar con Zizou en el banco de suplentes como DT. Para los madridistas, este video es recordado porque saca sonrisas. Ambos lo cuentan ya sin asombro, porque sabían que tenían un plantel lleno de estrellas.
Noche mágica en Escocia la del 15 de mayo, pero del 2002. Los Merengues continuaban con su legado en la historia de la Champions League con su orejona número 9 gracias a que el mago Zinedine Zidane haya frotado la lámpara… Y ahora, un poema: