Lance Armstrong creó una historia de película: superó el cáncer hasta ser el mejor ciclista del mundo (a través de un sofisticado dopaje)
El 24 de agosto de 2012, hace nueve años, la Agencia Antidopaje de Estados Unidos (USADA) confirmó la suspensión de por vida al hasta entonces mejor ciclista de todos los tiempos, el texano Lance Armstrong. Entonces se vino abajo su historia de superación: un niño huérfano criado por su madre soltera, sufre cáncer y se recupera para convertirse en el ciclista más fuerte de la historia y ganar siete veces la Tour de Francia, algo que ningún otro ciclista había logrado.
Tras una desgastante lucha legal por probar su inocencia, Armstrong perdió todos los títulos que obtuvo como ciclista profesional desde 1998, entre ellos, su medalla de bronce de los Juegos Olímpicos de Sidney 2000. Además de la prohibición a desempeñar cualquier responsabilidad oficial como entrenador o representante en cualquier deporte olímpico.
“Llega un momento en la vida de cualquier hombre en el que tiene que decir ‘ya es suficiente’. El coste que ha tenido en mi familia y en mi trabajo para nuestra fundación me ha llevado a terminar con este sinsentido”, declaró Armstrong ese día y abrió la “Caja de Pandora” que había detrás de su éxito como deportista. Al aceptarlo, se vino abajo su leyenda e incluso su fundación, Livestrong.
Travis Tygart, director ejecutivo de la USADA, informó de que bajo el código de la Agencia Mundial Antidopaje (WADA) consideró la decisión de Armstrong como una “admisión de culpa”. Aunque El ciclista indicó que sus declaraciones eran una negativa a entrar en un proceso de arbitraje que considera indigno y contrario a la justicia.
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Originalmente, Armstrong aseguró que si le quitaban sus títulos de la Tour sería víctima de un despojo. “La agencia antidopaje no puede controlar un deporte profesional e intentar quitarme siete Tours de Francia. Yo sé cómo gané, mis compañeros saben cómo lo hice y todos con los ciclistas con los que competí también lo saben”, subrayó.
Sin embargo, la Unión Ciclista Internacional (UCI) que hasta ese momento había manifestado su apoyo a su máxima figura, lo dejó solo luego que Tygart advirtió: “La UCI está obligada a reconocer nuestra decisión e imponerla como uno de los firmantes del Código Mundial Antidopaje”.
El 29 de junio de ese año, la USADA presentó formalmente cargos contra Armstrong, los médicos españoles Pedro Celaya Lezema y Luis García del Moral, el entrenador Pepe Martí, el asistente médico italiano Michele Ferrari y el director deportivo belga Johan Bruyneel. Todos ellos fueron suspendidos de por vida.
En su investigación, la WADA halló suficientes indicios contra el exciclista para continuar su investigación y le permitió a Armstrong defenderse ante una comisión de arbitraje. Tras el desgastante proceso, Armstrong decidió retirar su apelación, aunque ya había sido suspendido de participar en competencias de la Corporación Mundial de Triatlón (WTC, por sus siglas en inglés).
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Luego de su retiro del ciclismo profesional, Armstrong se hizo triatleta y ganó un medio Ironman en Hawaii en junio de 2012 y terminó la competencia como el ciclista y corredor más rápido y el tercer nadador más veloz. Ante las acusaciones, negó categóricamente cualquier tipo de dopaje y aseguró haberse sometido favorablemente a más de 500 controles.
La investigación
La investigación formal de la USADA inició en febrero de ese año. El Departamento de Justicia de EEUU la desestimó por faltaba evidencia. Meses después se hicieron análisis a las muestras de sangre del ciclista en 2009 y 2010 y resultaron totalmente consistentes sobre una manipulación sanguínea, que incluyó el uso de eritropoyetina (EPO), una sustancia que aumenta el número de glóbulos rojos y transfusiones de sangre.
Posteriormente, un grupo de ciclistas aseguró que Armstrong y cinco integrantes de su equipo conspiraron para cometer dopaje entre 1998 y 2011, mediante EPO, transfusiones sanguíneas, testosterona y agentes encubridores, que fueron distribuidos al interior de su equipo, US Postal/Discovery Channel, entre 1998 y 2005.
Luego de la suspensión, el 22 de octubre de 2012, Lance Armstrong fue despojado de sus preciados siete títulos de la Tour.
“No hay sitio para Armstrong en el ciclismo”, declaró el entonces presidente de la UCI, Pat McQuaid y aseguró que el órgano responsable del ciclismo mundial no apelaría ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) la sanción que impuso la USADA. “El mensaje al ciclismo es que hay futuro, pero debe olvidarse de Armstrong. La estrella resultó ser un mentiroso”, lamentó.
El dopaje más sofisticado de la historia
Durante su comparecencia del 24 de agosto de 2012, Travis Tygart detallo la compleja trama desarrollada por Armstrong y sus colaboradores, para intentar romper las reglas y pasar desapercibido. “Las pruebas muestran más allá de cualquier duda que el equipo ciclista US Postal puso en marcha el programa de dopaje más sofisticado, profesionalizado y exitoso que el deporte haya conocido en su historia”, advirtió.
El reporte de la USADA, de más de mil páginas detallada la estrategia, año tras año, desde que se declaró libre del cáncer en 1998, cuando ganó su primera Tour. “Es una radiografía del ciclismo en sus años más sucios”, aseguró. El relato contiene testimonio de 26 personas, 15 de ellas ciclistas, así como registros de pagos, correos electrónicos, evidencias científicas y resultados de análisis de laboratorio.
El reporte describe a un atleta de ambición desmedida, con el solo objetivo de ser el más grande en la historia de la Tour, por todos los medios posibles para alcanzarlo, agresivo y vengativo. Esta descripción coincide con lo que Armstrong definió de sí mismo en sus autobiografías.
Desde el inicio de su carrera surgieron dudas sobre el desempeño de Armstrong y su capacidad sobrehumana en las montañas de los Pirineos franceses. Las sospechas crecieron cuando se retiró por primera vez, en julio de 2005. Además, vivió en la época más complicada para el ciclismo internacional respecto al dopaje. Por ello, surgieron varios libros sobre Armstrong, sustentados en evidencias de la USADA.
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El reporte señalaba que el caso Festina (2000) cambió la forma de manejar la EPO en los equipos de ciclismo y supuso el inicio del doping sanguíneo. Mediante extracciones y transfusiones de sangre aumentaron el volumen de glóbulos rojos al momento de enfrentar mayores altitudes. Allí disminuye el oxígeno en la atmósfera y estas células en la sangre dan un mayor rendimiento al atleta.
Este proceso sustituye los campamentos de altura, que son largos y desgastantes, por lo que se les considera doping. Sin embargo, la Operación Puerto en 2006 acabó con este método y abrió otra época mucho más sutil, de dopaje tecnológico. Se encontraron también pequeños motores escondidos en las bicicletas, que les ayudaban en los tramos de subida.
Armstrong pasaba la mitad del año en Girona España, donde su equipo lo apoyaba. Allí implementaban métodos de dopaje que aprendieron en el equipo ONCE, donde surgieron varios de sus colaboradores.
Luego emergieron los nombres de Floyd Landis y Tyler Hamilton, coequiperos de Armstrong y luego intentaron ganar la Tour en otras franelas. Ambos recibieron suspensiones por dar positivo. Varios correos electrónicos de Landis a las autoridades deportivas de EEUU fueron usados como evidencia. En ellos, relató lo que ocurría en Girona: las transfusiones de sangre y el uso de EPO.
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Tyler Hamilton, publicó un libro donde detallaba los métodos para el dopaje de la época. Acusó a Armstrong de distribuir sustancias entre sus amigos compañeros, con una reserva que guardaba en el congelador. También narró un viaje que hizo con Lance Armstrong de Niza a Valencia para recibir una transfusión. En su relato, acusa al jardinero de Armstrong en Niza, llamado Motoman, de transportar la EPO en moto para evitar los controles. Así, podía entregarla cuando fuera necesaria a los atletas.
Luego lo acusó el exciclista Frankie Andreu, quien visitó al estadounidense en el hospital durante su convalecencia por el cáncer. Allí, escuchó cómo Armstrong había consumido EPO y otras sustancias prohibidas.
A partir de este escándalo, la UCI y las diferentes agencias antidopaje mundiales comenzaron una revisión sistemática de los competidores. Solo así lograron desenmarañar estos complejos sistemas para violar las reglas. La USADA recibió reconocimiento internacional por llegar hasta el fondo del sistema y tratar de devolver la integridad al ciclismo. Aunque fue un golpe del que no se ha podido recuperar.