“El vampiro y el sexo” fue una película experimental en la carrera de El Santo, que tras 40 años es determinante en su carrera fílmica
Rodolfo Guzmán Huerta fue un pionero en todos los sentidos para la lucha libre mexicana: estuvo entre los primeros en usar una máscara, elegir un personaje con connotación divina y alrededor suyo creó una leyenda como superhéroe, que trascendió el cuadrilátero y lo llevó a los comics y el cine.
El personaje del Santo no solo fue un ídolo en el ring, sino un detective y hasta un ser capaz de vencer a las fuerzas del mal, a lo largo de sus 52 películas. Este jueves conmemoramos el 104 aniversario de su nacimiento en Tulancingo, Hidalgo.
Justo este entusiasmo por innovar y experimentar llevó al “Enmascarado de Plata” a participar en un proyecto fílmico en el límite de la moral de los años 60 y que después de ser rescatado, hoy sirve para aumentar el culto a su personaje dentro del cine fantástico mexicano. Su nombre oficial, en México fue “Santo en: el tesoro de Drácula” y para su comercialización internacional de tituló “El vampiro y el sexo”.
¿Por qué se filmó esta película?, ¿quién participó en ella?, ¿por qué se censuró?, ¿cómo se rescató?, ¿qué dijeron los protagonistas sobre su participación? De esto se trató el proyecto:
El proyecto
La película, dirigida por René Cardona, apareció como “Santo en: el tesoro de Drácula”. Se proyectó durante cuatro semanas a partir del 24 de julio de 1969 en los cines: Orfeón, Ópera, Reforma, Nacional, Tlacopan, Mitla, Acapulco, Jalisco, Titán, Naúr, Hidalgo y Emiliano Zapata, de la Ciudad de México. La trama es similar a la de otras películas del cine de luchadores: investigación policíaca, suspenso, fuerzas ocultas y lucha libre.
Simultáneamente, en algunos cines del sur de EEUU se proyectó una versión similar con el nombre de “El vampiro y el sexo”, con escenas eróticas donde participaban algunas de las vedettes más famosas de la época: Jessica Rivano, Diana Arriaga, Paulette, Magali, entre otras. Encarnaban a vampiresas semidesnudas que participaban en ritos de iniciación encabezados por un sombrío personaje llamado doctor Alucard (Aldo Monti), una versión libre del conde Drácula.
El Santo, además de luchar, recibe apoyo de un científico para inventar una máquina del tiempo. Luisa (Noelia Noel), hija del científico, se ofrece como voluntaria para probar su efectividad y se traslada a fines del siglo XIX, donde se encuentra con el doctor Alucard, quien intenta seducirla para convertirla en una de sus vampiresas. Tras su desaparición, El Santo viaja también para traerla de regreso.
El vampiro lleva a la joven a un rito de iniciación donde las vampiresas se desnudan frente a él y comparten una escena erótica con Luisa. Entonces comienza la batalla entre el bien y el mal.
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Un tesoro hallado 40 años después
Tras su temporada de exhibición, esta versión se mantuvo oculta del público mexicano en una bóveda del realizador Guillermo Calderón Stell, con la promesa de no volver a hablar de ella, durante alrededor de 40 años. En este lapso, algunas de las personas que la vieron hablaban de una película erótica protagonizada por el “Enmascarado de Plata”, de la cual no se sabía nada y no había suficientes pruebas de su existencia, solo algunas fotografías de las escenas.
De acuerdo con el crítico José Xavier Návar: “Cuando Fernando Macotela llegó a la Cineteca Nacional en 2006 rescató la película. Conversó con Guillermo Calderón y este confirmó que efectivamente se habían filmado escenas eróticas”.
Las declaraciones fueron plasmadas en un documental llamado “Perdida” (2009), de Viviana García Besné, sobrina nieta de Calderón. El corto muestra escenas congeladas que probaban la existencia de esta doble versión.
La cinta sin censura fue restaurada por la Filmoteca de la UNAM y sería estrenada en México el 15 de junio de 2011, en el Teatro Diana, como parte del Festival Internacional de Cine de Guadalajara.
La premier se canceló porque el Hijo del Santo, propietario de los derechos de imagen del personaje, argumentó que se dañaría la imagen de su padre como un héroe familiar.
“Ya estaba autorizada, pero el entonces director del Festival, Iván Trujillo, quiso quedar bien con El hijo del Santo. No se exhibió y causó más polémica”, explica Návar.
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En el libro “Quiero ver sangre: Historia ilustrada del cine de luchadores”, escrito por Raúl Criollo, Rafael Aviña y el propio Návar dedicaron un capítulo a la cinta erótica y explican que hasta 2006 era simplemente una leyenda. Aunque existían los testimonios de José Luis Urdapilleta, socio de Calderón, y el editor Sigfrido Rodríguez, reconocieron durante las actividades del 75 aniversario del cine sonoro en México, haber asistido a su proyección privada en los estudios Churubusco.
Viviana García Besné menciona que a raíz de la declaración descubrió una copia en la bóveda que su tío tenía en el Pedregal. En su documental, narra la filmografía de su familia desde los inicios de la Época de Oro del Cine Nacional y hasta mediados de los años 90 y que incluían las primeras películas de El Santo, así como las primeras cintas del “cine de ficheras”. La investigadora explica que a finales de los 60 surgió la idea de combinar el éxito de El Santo con escenas de desnudos.
La censura
En aquella época, la Secretaría de Gobernación era muy rigurosa al momento de prohibir contenidos que “atentaran contra la moral o las buenas costumbres”, por lo que Guillermo Calderón, como el propio Rodolfo Guzmán aceptaron que la mezcla no sería buena para el personaje de El Santo ni para la productora porque el género de luchadores era familiar. Una censura hubiera resultado catastrófica. Por ello, decidieron omitir las escenas eróticas y mantenerlas como cine experimental.
La cinta finalmente estrenó en la Cineteca Nacional en 2011. Posteriormente, el canal TVC compró los derechos para propiedad, junto con otras películas del enmascarado. Guillermo Calderón Jr., autorizó la venta bajo el argumento de que el plateado nunca aparece en alguna de las escenas comprometedoras.
El estreno no fue tan afortunada pues la copia de la Cineteca no era tan buena como la que obtuvo TVC. Sin embargo, al ser un canal restringido y con pocos recursos, no pudieron hacer la difusión necesaria y su estreno en televisión pasó desapercibido. Por su parte, la productora, también comenzó su difusión en DVD. Finalmente, la cinta se popularizó mediante la piratería.
Al final, el valor de la cinta es enorme. La cinta es parte del cine de culto porque cuenta con elementos únicos en la trayectoria fílmica de Rodolfo Guzmán Huerta, en algo que rompió completamente con el estilo del resto de su carrera en el cine.
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Los testimonios
Como parte de la pureza de su personaje, El Santo nunca desmintió la existencia de estas escenas, pero tampoco negó que fueran un rumor. Al tiempo que respetaba el pacto realizado con su amigo, Guillermo Calderón.
Aldo Monti también intentó alegar demencia sobre que se hubieran filmado escenas eróticas. Aseguraba no recordar si las vampiras estaban totalmente desnudas a la hora de filmar: “Tendría que usar la máquina del tiempo que empleó El Santo para ir al pasado y dar fe de que las vampiresas aparecían sin ropa”.
Aunque en una entrevista con la revista Rolling Stone se le presentaron fotografías de estas secuencias, una de ellas donde succiona uno de los senos de sus vampiresas y reconoció que sí se hizo la filmación de las escenas adicionales. La versión familiar se hizo para México y El Vaticano y la otra para Francia y el sur de los EEUU.
René Cardona no soltó prenda durante los siguientes 20 años y hasta su muerte. Aunque nunca declaró sobre la posible existencia de la cinta, él autorizó que se tomaran las fotos que daban fe de las escenas eróticas y la posterior leyenda urbana.
Alberto Rojas, “El Caballo”, quien debutó en el cine con un papel secundario como asistente de El Santo explicó que no fue requerido para la grabación de estas escenas dobles, pero aceptó que le hubiera gustado presenciarlas.