En el año 2000 el Salón de la Fama de Canton, Ohio, confirmó que Lou Molinet, nacido en Cuba en 1904 fue el primer latino en jugar en la NFL
Este martes los 32 equipos de la NFL eligieron a los 53 hombres que conformarán sus rosters para la temporada 2021 que inicia el próximo 9 de septiembre. Esta jornada, tradicional en la forma de operar de la NFL termina con muchos sueños de jóvenes que buscan una oportunidad de vida: para la mayoría de sus familias de extracto humilde, pero sobre todo para jóvenes que buscan el orgullo de pertenecer a una élite que compite en una de las ligas más demandantes del planeta.
También hay una generación creciente de hijos de ex jugadores de la NFL que buscan imitar o mejorar los logros hechos por sus ancestros. Finalmente hay una minoría que también tiene su historia: la de los jugadores nacidos en el extranjero, donde los latinos poco a poco van engrosando sus filas.
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Para México, esta jornada de cortes no fue del todo positiva, pues había dos prospectos en busca de un lugar: Isaac Alarcón, con los Cowboys de Dallas y Alfredo Gutiérrez con los 49ers de San Francisco. Ambos, como linieros ofensivos no lograron pasar el corte, para formar parte de sus equipos durante la temporada regular.
La buena noticia es que ambos permanecerán un año más en sus respectivos equipos de prácticas, como parte del Programa de Desarrollo de Talento Internacional de la Liga. Aunque con esta etiqueta, no pueden ser llamados a los equipos en ningún momento de la temporada, hasta que compitan nuevamente en la temporada baja de 2022 por un puesto.
La historia de los jugadores latinos en la Liga no es nueva. Ni siquiera data de los orígenes de la era del Super Bowl, es tan antigua como la antigua NFL y proviene de un país que poco tiene que ver con el futbol americano: Cuba.
¿Sabes quién fue el primer jugador latino que participó en la NFL?
Una historia que el tiempo quería olvidar
Hasta 1999, los registros históricos de la NFL señalaban que el español Jess Rodríguez era el primer latino en jugar en la NFL, específicamente en la temporada de 1929 con los Bisons de Buffalo.
Un año después, Heidi Caldwell contactó al Salón de la Fama del Futbol Profesional (Pro Football HOF por sus siglas en inglés) con la intención de donarles el contrato de su abuelo: Ignacio Saturnino Molinet, un joven egresado de la Universidad de Cornell, quien jugó como corredor con los Yellowjackets de Frankford.
Mario Longoria, historiador hispano del HOF y doctor en Filosofía de la Universidad de Texas en San Antonio, confirmó la veracidad de la información y determinó gratamente que la fecha de la firma era 1927, por lo que Molinet fue reconocido oficialmente como el primer latino en jugar para un equipo de la NFL. Su recuerdo quedó inmortalizado en el recinto de Canton, Ohio y Heidi señaló que la donación le permitió renovar los recuerdos más amados de su abuelo.
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Una efímera carrera que trascendió en la historia
Ignacio Saturnino Molinet nació en Chaparra, Cuba el 30 de noviembre de 1904. Desde la preparatoria, su familia lo envió junto con su hermano Joaquín a estudiar a EEUU. “Primero a una preparatoria de Hightstown, Nueva Jersey y luego a la Universidad de Cornell en Ithaca, Nueva York, donde se graduó como Ingeniero mecánico en 1927”, explicó el Dr. Longoria a VAR Deportivo.
Ambos destacaron como atletas en sus estudios universitarios. Joaquín Molinet se graduó en 1921 e ingresó al Salón de la Fama del Deporte de la Universidad de Cornell.
Mientras que Ignacio destacó en basquetbol y futbol americano, gracias a sus buenas condiciones atléticas: 1.80 metros de altura y peso de 88 kilos. Durante su trayectoria estudiantil recibió cartas universitarias en baloncesto: 1925 y 1927 y futbol americano 1924 y 1926. “Se le conoció como ‘El gran cubano’ y fue estrella en los juegos contra las universidades de Columbia, Dartmouth y Pensilvania, que componen la Ivy League”, agrega el investigador.
Jugando en la posición de fullback llegó a la NFL en una etapa anterior a la del Draft Colegial, en 1927.
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Al egresar, lo contactó la Frankford Athletic Association de Philadelphia para jugar con los campeones, Yellowjackets. “Las negociaciones se llevaron a cabo por correspondencia y telefónicamente. Finalmente firmó un contrato por una temporada por un sueldazo de 50 dólares por juego”, detalla el doctor Longoria.
Y agrega: “Para sus compañeros Ignacio era conocido como ‘Molly’, ‘Lou’ o ‘Iggy’, debido a lo difícil que era pronunciar su nombre en inglés [Ig-no-see-o]. No pareció importarle”.
En aquella temporada, su única como profesional, participó en nueve juegos en los que produjo 75 yardas por tierra y 55 por aire, incluido uno para touchdown. El equipo terminó en séptimo lugar.
Una vida sencilla pero nada común
De acuerdo con el investigador, al final de la temporada murieron los padres de Ignacio en Cuba y decidió terminar su carrera profesional. Se resistió a regresar a su país natal, estableciéndose en EEUU.
Los registros indican que Molinet se habría casado con su concuña, Elsa. Trabajó en Eastman Kodak, y después en la Carrier Corporation, en las ciudades de Nueva York, Rochester y Syracuse.
Desde entonces su historia pasó desapercibida los siguientes 70 años, hasta que surgió a la luz nuevamente y ahora es respetado y reconocido por todo el futbol americano profesional, por su aportación para el desarrollo en Latinoamérica.
Andy Lans colaboró en la realización de esta nota