La Liga MX Femenil es, además de un sueño cumplido por el simple hecho de tener una competición al más alto nivel, una oportunidad laboral. No solo para jugadoras, entrenadoras o miembros del cuerpo técnico. Las árbitras mexicanas también tiene cabida y una opción de desarrollo, aunque no la misma que la de los hombres, que ganan por partido dirigido hasta 7.6 veces más que ellas.
El deporte como lo conocíamos ha cambiado. Se han creado torneos, ha aumentado la competencia, se han levantado más trofeos y también, se han derrumbado barreras en cuestiones de género e igualdad. Pero no son suficientes. Aquellas niñas que se tenían que esconder para patear un balón ahora son las mujeres que impulsan el deporte a su máximo nivel y algunas más han encontrado este camino desde al arbitraje.
De Vicky Tovar a una nueva generación de árbitras mexicanas
La brasileña Léa Campos fue la primera árbitra del mundo. Pese a las dificultades de la época e incluso la resistencia del ese entonces presidente de la FIFA, João Havelange (de la misma nacionalidad de ella), al final la invitaron a dirigir en México, en 1971, el que para muchos fue el primer Mundial femenil.
Tuvieron que pasar 33 años para que una árbitra mexicana pudiera dirigir un partido de futbol profesional en el país. El 22 de febrero de 2004 Virginia Tovar fue la jueza central del partido Irapuato vs América. En total dirigió cuatro partidos de la liga de y también estuvo en dos finales de la Copa Oro Femenina y dos Mundiales.
Dentro del balompié mexicano hay una gran diferencia en la esfera arbitral ya que se cuenta con más participación de varones. Pese a ello hay 13 mujeres que tiene gafete FIFA, entre juezas centrales y asistentes.
En la Liga de Expansión, ninguna de las árbitras registradas son centrales. Esto es gracias a la llegada de la Liga MX Femenil que las árbitras pueden tener participación completa como asistentes o juezas centrales.
“El grupo de árbitras que se trabaja hoy, tienen la experiencia de pitar en estadios llenos, con la posibilidad de llegar a mundiales femeniles”, dijo Mariana Gutiérrez, Directora de la Liga MX Femenil, quien ha implementado proyectos arbitrales formativos de carácter profesional que impactan y hacen crecer la industria del futbol femenino en nuestro país.
Al ser un deporte iniciado por varones, la falta de reflectores en el arbitraje femenil es un asunto que se debe corregir. La preparación y capacidad de las árbitras cumplen con el nivel establecido por el futbol, pero claro, no se ven reflejados a nivel salarial.
De acuerdo con información de AS, los salarios para una árbitra central en México son de 5,000 pesos por juego y para una asistente 3,000. En cambio un juez de la Liga MX por encuentro puede cobrar hasta 38,000 pesos, además de contar con un salario base de 33,000 pesos mensuales según documenta Forbes México. De estas diferencias estamos hablando.
Las complicaciones por las que pasan las silbantes aún en la actualidad
“Demostrar que tenemos las capacidades físicas y técnicas, así como un amplio dominio del reglamento, y me gustaría mencionar que la Comisión de Arbitraje, ha hecho mucho para que las mujeres tengamos participación en las categorías de varones”, comenta Fernanda Ávila, árbitra de la Liga MX Femenil quien lleva cuatro años de carrera, dos años en categorías amateurs y dos años siendo profesional, al tocar el tema del protagonismo arbitral.
La desigualdad, el machismo, la diferencia salarial y la falta de oportunidades, son algunas de las dificultades que las árbitras mexicanas tienen que pasar al dedicarse a un “juego de hombres”.
Para Fernanda Ávila, el control emocional y de carácter ha sido un problema, ya que menciona que los medios de comunicación pueden ser muy duros al juzgar el trabajo que realizan. “Tener tolerancia ante un mundo opinando de tu labor, suele ser de las cosas más complicadas”.
El balompié femenil ha crecido: hay más ligas profesionales, las jugadoras ganan premios que ponen en todo lo alto su nombre y a su país. Las árbitras dirigen partidos internacionales, sin embargo, aún falta un largo camino para que el deporte aplauda el mérito y las acciones realizadas por las mujeres.
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