En las Eliminatorias para Francia ’98 surgieron los Reggae Boyzz en Jamaica, de la mano del técnico brasileño Rene Simoes
El futbol jamaicano antes de la llegada de René Simoes era un solar. “Mucho talento y pocas estructuras”, explicó a L’Equipe Magazine Horace Burrell, entonces presidente de la Federación Jamaicana de Futbol, previo al Mundial de Francia ’98. Juntos, Burrell y Simoes, lograron la única gran hazaña futbolística de esta pequeña isla caribeña en el mundo del futbol internacional: calificar a su primera y única Copa del Mundo.
La peculiar mancuerna compuesta por un trotamundos del futbol, con estancias en Arabia Saudita y Emiratos Árabes, y un ex militar, presidente del gremio de panaderos de la isla y, a partir de 1994, presidente de la federación de su país, cristalizó una de esas grandes historias del futbol mundial: lograr que un pequeño país, atribulado por otra infinidad de temas antes de pensar en desarrollar un equipo de futbol, estuviera entre los 32 mejores del mundo.
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La coincidencia entre ambos personajes no fue fortuita. Tras su nombramiento, Burrell viajó a Brasil en busca de un escultor para su proyecto y lo encontró en Rene Simoes, quien en aquel momento trabajaba en inferiores de la Confederación Brasileña de Futbol (CBF). En aquel encuentro, Burrell le propuso:
“Tengo un sueño: Jamaica va a clasificarse para Francia ‘98. Todo lo que el espíritu concibe puede ser realidad y usted será el encargado de que se cumpla”.
El brasileño, sorprendido por la propuesta, respondió con un contundente: “¡no!”
El federativo jamaicano insistió hablando de su fe cristiana y ambos encontraron una afinidad que podría llevarse a la cancha. Simoes cambió de opinión y rectificó su negativa: “Dios tiene un plan para Jamaica”.
Entonces surgió el tema de los honorarios para el nuevo técnico del equipo caribeño: 10 mil dólares mensuales. Lo pagó el gobierno brasileño, luego de un arreglo político con su contraparte caribeña a cambio del voto de Jamaica a Brasil al Consejo de Seguridad de la ONU.
La formación de un equipo mundialista
A su llegada a Jamaica, Simoes se encontró con la peculiar cultura del país donde nació Bob Marley. Habitado entonces por 2.2 millones de personas, cuna de grandes velocistas (hasta la fecha), como Ben Johnson, Donovan Bailey, quienes representaron a Canadá en Juegos Olímpicos. Así como Merlene Ottey, quien ganó nueve medallas olímpicas y hoy tiene nacionalidad eslovena o el más impresionante de todos: Usain Bolt.
También es un país donde miles de personas migran a Londres, o viven en sus peligrosos ghettos conocidos como “yardies”. Cantan y bailan el reggae, la cultura rastafari y, lo más importante para Simoes, un pueblo con un profundo amor por el futbol y un gran talento para practicarlo.
Allí se encontró con Deon Burton, un joven anglo-jamaicano que jugaba en Portsmouth británico, que debutó con su selección en 1997 y que se convirtió en goleador del equipo, de cara al Mundial de Francia. De hecho, Burton sigue jugando actualmente con el Scunthorpe de las divisiones inferiores en Inglaterra, a sus 44 años.
Pero eso no fue todo lo que encontró Simoes. Descubrió que el futbol es el deporte más popular y el más practicado en Jamaica, y que es prácticamente imposible desarrollarlo por falta de recursos. De hecho, por falta de dinero, Jamaica ni siquiera participó en las Eliminatorias para los mundiales de 1974, 1982 y 1994.
En sus visorías, el técnico nacional descubrió que los jóvenes sabían jugar futbol, pero practicaban el viejo estilo inglés de pelotazos, riñones y futbol aéreo. Entendió que esta manera de ver el futbol era contradictoria con una cultura mucho más alegre, con gran entrega en el campo, pero también más sensible para tratar el balón, es decir, más cercana al “jogo bonito”. Incluso su uniforme era similar: camiseta amarilla con vivos verdes.
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Entonces Simoes comenzó a mostrarles videos del “Scratch do ouro”, en aquel tiempo, tetracampeón del mundo, y les impuso una regla básica para trabajar: “no ganja, no beer” (ni mariguana, ni cerveza). Luego, los llevó a foguearse en el extranjero con 140 partidos en tres años, bajo el lema: “el valor de un futbolista se mide por el número de sellos en su pasaporte”.
En uno de estos viajes, el equipo fue bautizado en Zaire como los “los Reggae Boyzz”, un mote que de inmediato adoptaron encantados.
Jamaica comenzó a mejorar en el campo aquellas goleadas que eran comunes en su contra comenzaron a espaciarse, incluso dejaron de perder y para las Eliminatorias, ni siquiera recibieron gol en contra en Estadio Nacional de Kingston, que ellos llamaban “The Office”. También se reforzaron con cuatro jugadores que militaban en Inglaterra y fueron apodados “The Beatles”, entre ellos, Deon Burton, del Derby County, a quien bautizaron como “Ronaldinho” por su parecido con el astro brasileño.
En las Eliminatorias, le pegaron por primera vez en la historia al “Gigante de Concacaf”, México el 17 de noviembre de 1996, en la ronda previa al Hexagonal Final. Ese día la isla supo que sí podría jugar un Mundial.
El sueño mundialista
El camino que Simoes recorrió con Jamaica rumbo a Francia 98 fue larguísimo. Comenzó el 31 de marzo de 1996 con una eliminatoria directa en serie de ida y vuelta ante Surinam, que superaron sin mayor problema, con doble victoria de 1-0.
La segunda ronda se realizó en junio de ese año, ahora ante Barbados, donde Jamaica se impuso por la mínima en la ida como visitante y 2-0 en la vuelta en Kingston.
La tercera ronda se realizó en una primera fase de grupos, conformados por cuatro equipos. Jamaica compartió con México, Honduras y San Vicente y las Granadinas. En seis partidos, los Reggae Boyzz ganaron cuatro partidos, empataron uno y perdieron uno y con nueve unidades avanzaron al Hexagonal Final en el primer lugar de grupo con 13 unidades, por 12 de México en segundo lugar y Honduras quedó fuera prematuramente con 10.
Como locales, vencieron 1-0 a México, 3-0 a Honduras y 5-0 a San Vicente. Como visitantes, su única derrota fue en su visita a la Ciudad de México 2-1, empataron en Tegucigalpa 0-0 y ganaron en San Vicente, nuevamente por goleada.
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En el Hexagonal Final, entre marzo y noviembre de 1997, Jamaica se coló en el tercer lugar, por encima de Costa Rica, El Salvador y Canadá y junto con México y EEUU logró su histórico boleto a Francia ’98. En 10 partidos, sumaron 14 puntos, con tres victorias, cinco empates y solo dos derrotas. A partir de la séptima jornada desplazaron a Costa Rica del tercer puesto. Incluso ocuparon el primer lugar de la Eliminatoria, durante una jornada
En esta etapa, el equipo consiguió valiosos empates ante EEUU en ambos juegos, derrotaron a Costa Rica, Canadá y El Salvador en Kingston y solo perdieron 6-0 en la Ciudad de México y 3-1 en San José y, lo más impresionante, no recibieron gol en casa en 10 partidos que disputaron a través de las tres fases eliminatorias en las que participó, toda una hazaña.
Más que un invitado
Jamaica participó en el Grupo H, junto con Croacia, Argentina y Japón. Llegó como víctima al torneo detrás de los sudamericanos y europeos. Así se cumplió el pronóstico con ambos equipos: perdieron en su presentación 1-3 contra Croacia (eventual tercer lugar del torneo). Robert Earle marcó el primer gol para su país en mundiales. A cambio, recibieron goles de Mario Stanic, Robert Prosinecki y Davor Suker.
Contra Argentina, cayeron goleados 5-0 con doblete de Ariel Ortega y hat trick de Gabriel Batistuta.
Y su tercer partido, ya eliminados, resultó una victoria histórica de 2-1 ante Japón en su despedida, con doblete de Theodore Withmore.
Los “Reggae Boyzz” se despidieron en un dignísimo lugar 22, por encima de equipos como Escocia, Camerún, Corea del Sur, Japón o EEUU. En ese mismo 1998, también ganaron la Copa del Caribe y fueron cuartos en la Copa Oro.
Simoes renunció al equipo en el año 2000, en la etapa más fructífera de su carrera en el banquillo. Después pasó poco más de un año en Trinidad y Tobago y uno más en Honduras. Tuvo una segunda etapa en Jamaica en el 2008 y en 2009 llegó a Costa Rica, pero nunca pudo replicar su época de gloria con los “Reggae Boyzz”, salvo una plata olímpica con la Selección Femenil de Brasil en Sídney 2004.