Vasily Kamotski tiene una historia que se parece a muchas en el deporte. Parecía que había nacido con un don para las cachetadas pero encontró un contendiente que lo desbancó.

¿Alguna vez jugaste, en la secundaria o prepa, a golpear las manos de tu amigo por turno y el que tenía los mejores reflejos podía hacer llorar de dolor al otro? Aquel donde uno ponía las manos al frente en posición de oración y el otro las manos sobre los muslos para entonces soltar un manotazo tan inesperado y golpearlo tan fuerte como fuera posible. Si se lograba el contacto tenía la opción de seguir hasta que los reflejos del otro lo hicieran fallar y entonces cambiar de rol para ser el castigado. Ahora imagínate un juego donde tu contrincante es un granjero ruso de 150 kilos de peso y en vez de golpear tus manos, el embate es directamente en tu rostro y sin la opción de evadir el golpe.

Nos trasladamos hasta el concurso de las cachetadas en la fría Rusia. Los competidores se golpean en la cara con la mano abierta y las reglas son claras: Dos participantes en una mesa, toman turnos para dar y recibir limpiamente un golpe de mano abierta a la altura de la mejilla, parte de la nariz, la sien y la oreja, hasta que su rival se rinda o no pueda continuar.

Un don que Vasily Kamotski descubrió rápidamente

La historia del granjero siberiano Vasily Kamotski de 29 años es muy singular. Cuando él y sus amigos presenciaron un concurso en vivo durante un festival de físico-culturismo, ellos lo alentaron a participar, por lo que probó suerte y resultó todo un contendiente, ganó poco más de 400 euros en ese primer intento para más tarde acceder a más concursos ganándolo todo.

Fue tal su éxito que en poco tiempo se convirtió en el amo y señor de las competencias de cachetadas. Vasily, de la noche a la mañana, se había consagrado como campeón ruso de dicho deporte.

Por varios meses sus oponentes sucumbían ante sus certeros golpes cuasi noqueándolos en le primera oportunidad, los oponentes se tambaleaban hasta casi desvanecerse.

El arduo entrenamiento de Kamotski consistía en literalmente abofetear sandias, las cuales desintegraba con facilidad con el potente embate de su mano derecha.

Una bofetada de realidad: Había alguien mejor que él

Su popularidad aumentó de manera viral pero, como en la vida misma, tarde o temprano se enfrentaría a un contrincante más fuerte poniendo en peligro su invicto.

En diciembre del año pasado, el momento llegó para enfrentar a su ahora archirrival Vyacheslav Zezulya también conocido como “el Popeye ruso”.

Ya en competencia Vasily Kamotski arremetió primero contra “Popeye”, pero a este pareció no afectarle el primer embate. Tocó el turno a su contrincante, quien con un golpe seco hizo tambalear al campeón, entonces fue el segundo turno del granjero siberiano que, de nueva cuenta, no logró su objetivo. Con mirada penetrante y decidida, en su segundo intento, Zezulya acertó un tremendo golpe de mano derecha que asemejó un volado del mejor boxeador que prácticamente noqueó al campeón quien sin mucha conciencia fue retirado por los jueces y, con él, su invicto.

Sin más que hacer Vasily perdió el título, el invicto y hasta la noción del espacio-tiempo. El oriundo de Siberia sigue compitiendo y recuerda con sentimientos encontrados sus cinco minutos en la cima y su estrepitosa caída.