Pocas veces en la historia del futbol vas a escuchar que alguien es mejor que Pelé. Esta era la historia de Garrincha, que falleció en condiciones deplorables por sus excesos.

Garrincha también es considerado como uno de los mejores regateadores en la historia. Nació un 28 de octubre de 1933 en Magé, Río de Janeiro.

El brasileño no era un futbolista común y no solo por sus cualidades. Mané -nombre de pila- nació con distrofia física, lo que le hacía tener una pierna seis centímetros más corta, además de tener ambas ‘torcidas’ hacia adentro. Por si fuera poco fue víctima de poleomielitis a los seis años de edad y tenía una deformidad en la columna.

Eso no lo detuvo, destacó desde su debut con el Botafogo y se convirtió en bicampeón del mundo. Incluso, el extremo es recordado, por su técnico en ese entonces, Joao Saldanha, como el primero en recibir los famosos ‘olés’ de la afición. Esto fue en un torneo que Botafogo jugó en México en 1958, cuando enfrentó a River Plate.

“Cada vez que Mané se paraba frente a Vairo, los espectadores se mantenían en el más profundo silencio. Cuando Mané hacía su famoso regate y dejaba al defensor en el suelo, un coro de cien mil personas exclamaba: ¡Olé!”

Escribió Saldanha en su libro “Historias del fútbol”

Para bien o para mal, compartió cancha con Pelé en la selección brasileña. Cabe destacar que las estadísticas dicen que cuando jugaron juntos, la Canarinha no perdió.

Garrincha sabía lo que significaba Pelé para ese entonces, aceptaba su lugar como ‘el segundo’. Sin embargo, las comparaciones eran habituales, ¿quién era mejor?

“Pelé era el hombre-gol; yo siempre fui el hombre que preparaba las jugadas. Él es el rey del fútbol, ​​me quedo en el segundo plano y estoy feliz con eso”.

Aseguró Mané en su momento.
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Explotación y excesos

No todo fue éxito en la vida de Garrincha, quien superó sus limitaciones físicas para triunfar dentro de las canchas. Esa calidad lo hizo víctima de la explotación de su club, que no permitía que el brasileño recibiera el tratamiento adecuado para sus piernas, cada vez más débiles.

“No podía jugar más. Pero el club recibía dinero porque yo estuviera en el campo y continué jugando. (En gira por Europa) Jugué siete partidos infiltrado. No me molestaba, pero de repente noté que la pierna comenzaba a atrofiarse. (…) Quise parar para someterme al tratamiento pero el médico exigía cuarenta días sin jugar y no me los concedieron”.

Aseguró el brasileño en 1964 para el diario Folha de Sao Paulo.

Por si esto no fuera poco, Botafogo no cubría el sueldo acordado con el futbolista y gran parte de lo que recibía se iba para su exesposa e hijas. Precisamente, dejar a su esposa en ese entonces le provocó muchas críticas al entablar una relación con la cantante Elza Soares, que cabe destacar, prácticamente lo mantenía.

La pareja estuvo lejos del agrado de sus respectivos gremios, las gradas insultaban al futbolista y en los medios hacían menos el trabajo de la artista. Esto provocó depresión en el futbolista, que hizo comenzar sus problemas con el alcohol.

“No le hago mal a nadie pero no me dejan vivir mi vida. No voy a desatender nunca a mis hijas y a Nadir, pero quiero vivir mi vida con la persona a la que amo”.

Aseguraba Garrincha.

La caída del “Ángel de las piernas torcidas”

Su situación con el alcohol lo llevó incluso a ser condenado a dos años de prisión -que pagó en libertad condicional- luego de conducir en estado inconveniente y provocar el fallecimiento de su suegra.

La situación política de Brasil lo hizo partir a Europa junto a Elza. Primero fue en Italia y luego en Portugal, donde estuvo cerca de fichar con el Milan y el Benfica pero no se concretó. Años después regresó a Brasil pero, pese a ser una figura en la cancha, ningún equipo lo quería en sus filas.

“Así es la vida. Ayer corrían a mi casa para tirarme flores y hoy ni siquiera se toman la molestia de contactar conmigo por teléfono, incluso sabiendo que necesito dinero”

Sentenciaba el jugador

Con 41 años de edad, su situación era evidente, rebasado por los excesos y el descuido de su forma. Fue así que se le realizó un partido de homenaje con la intención de recaudarle fondos. Desafortunadamente ya no era suficiente, dos años después, en 1976, Elza Soares lo abandonaría también cansada por los injustos tratos del exjugador.

El 20 de enero de 1983 se confirmaba su muerte, con solo 49 años de edad, la cirrosis hepática le ganó la batalla y nos dejó un agridulce recuerdo de Garrincha, el eterno ‘7’.

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