Año con año, los quarterbacks del colegial se preparan mejor para su transición como novatos a la NFL, pero no es garantía para su éxito
El 14 de agosto Justin Fields, ex quarterback de Ohio State, debutó con los Chicago Bears en busca de convertirse en el líder del equipo, cuando cumpla su periodo de adaptación al nivel de la NFL. Después de ese primer partido ante los Dolphins de Miami, Fields hizo una declaración que se consideró una falta de respeto: “En realidad (el partido) fue un poco lento para mí”.
Además de críticas, los expertos le advirtieron: “El juego ciertamente se acelerará”. Esto ocurrió tan pronto como la siguiente semana, cuando los Bears perdieron contra los Bills de Buffalo.
En una jugada de pase en la segunda mitad, el liniero Andre Smith eludió a la línea defensiva y embistió a Fields en un duro golpe casco contra casco. El pasador perdió el casco y cayó al suelo mientras los referees marcaron una jugada de rudeza innecesaria. Posteriormente se levantó y siguió jugando, al final registró nueve pases completos en 19 intentos para 80 yardas.
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“Realmente no me dolió, para ser honesto con ustedes. Creo que lo único que me dolió fue que se me salió el casco y me golpeó en el ojo. Pero el golpe real, no fue tan loco”, dijo a la prensa al final del partido. Sin embargo, tuvo que echar reversa con su declaración anterior:
El novato es uno de los principales prospectos de la nueva generación de pasadores de la Liga. Sin embargo, antes tiene que cumplir con este periodo de adaptación: mayor fortaleza física, velocidad de reacción ante lo que ocurre en el campo, complejidad en los esquemas defensivos.
La generación 2021 de quarterbacks
Para la temporada que está por comenzar, la NFL recibirá a cinco quarterbacks considerados prospectos para convertirse en titulares, tan pronto como en esta misma temporada:
Trevor Lawrence, egresado de los Tigers de Clemson es el principal prospecto de la Liga, reclutado por los Jaguars de Jacksonville como No. 1 Global y desde que fue reclutado, todos sabían que arrancaría como titular la temporada.
Tuvo cifras espectaculares en el colegial y la prensa especializada lo considera: “el mejor prospecto en la posición de quarterback que he visto salir del colegial desde Andrew Luck en el 2012”. En 2020 logró 2 mil 753 yardas aéreas, 69.2% de pases completos, 22 touchdowns y cuatro intercepciones en nueve encuentros (además de 211 yardas terrestres y siete touchdowns).
Zach Wilson, de los Cougars de Brigham Young es el recluta número dos global con los Jets de Nueva York. En su primer año como colegial, se convirtió en el titular más joven en la historia de los Cougars, a los 19 años y dos meses y también será titular.
Su temporada 2020 fue tan buena que fue incluido entre los 10 principales prospectos para la Liga, con 3 mil 267 yardas aéreas, 73.2% de pases completos, 30 touchdowns y tres intercepciones (además de 242 yardas terrestres y ocho touchdowns).
Ignacio “Lou” Molinet, desde Cuba, el primer latino que jugó en la NFL
Trey Lance, con lo Bison de North Dakota State es la tercera elección colegial por los 49ers de san Francisco. Se espera que pase un año de aprendizaje y adaptación, detrás de Jimmy Garappolo, aunque su titularidad es frágil, por lo que podría ser desplazado durante la temporada por Lance.
En 2019, Lance impuso una marca de la NCAA por mayor cantidad de pases lanzados en una temporada sin intercepción. Al año siguiente, en su única temporada completa como titular, tiró para 2 mil 786 yardas y 28 touchdowns, y sumó otras 1,100 yardas y 14 anotaciones por tierra. De hecho, nunca ha perdido un juego colegial.
Justin Fields, no está en el top 10 de los jugadores reclutados en la primera ronda, llegó a los Bears en el puesto 11 global y también hay altas expectativas sobre su desarrollo a mediano plazo para suplir a Andy Dalton, quien tiene un contrato de corto plazo con los Bears.
En 2020 pasó para mil 521 yardas aéreas, con 72.6% de pases completos, 15 touchdowns y cinco intercepciones en seis partidos (además de 274 yardas terrestres y cinco touchdowns).
La fascinación del anillo de campeón del Super Bowl
Mac Jones, con Crimson Tide de Alabama llegó en el 15 global a los Patriots de Nueva Inglaterra, donde ya fue nombrado titular del equipo, encima de Cam Newton quien ya fue cortado del equipo. Tiene la ventaja de haberse formado en una universidad con un modelo tipo NFL que ha arrasado la NFL en los últimos años.
Jones jugó como suplente de Tua Tagovailoa y 2020 fue su único año como titular, pero se despachó con 3 mil 739 yardas aéreas, 76.5% de pases completos, 32 touchdowns y cuatro intercepciones (además de un touchdown terrestre).
Los aspectos más importantes de la transición
De acuerdo con el Gatorade Sports Science Institute, desde 1990 iniciaron análisis más precisos y medibles de los requerimientos físicos para jugar futbol americano, en temas como: fuerza, potencia y rapidez, en diferentes niveles de competencia. Estas mediciones, por ejemplo ayudaron a entender la diferencia de rendimiento entre titulares y suplentes.
Con estas mediciones se diseñaron campamentos para medir el rendimiento de un atleta de manera sistemática y hacer comparaciones.
Agrega que originalmente se hacían evaluaciones empíricas del deporte, mientras aumentaban los conocimientos científicos sobre los requerimientos fisiológicos para el juego, que realmente hacen diferencia entre prospectos.
Como resultado, se han encontrado parámetros que permiten entender cómo cambia un juego colegial respecto a un profesional. Por ejemplo, en un juego de la NCAA División III, hay un promedio de 14.4 series ofensivas por equipo por juego, con un promedio de 4.6 jugadas por serie, (2014). Esto es ligeramente mayor que los juegos de la NFL. Sin embargo, en el profesional, los equipos tienen casi una jugada más por serie (entre 5.3-5.6 jugadas).
La duración de cada jugada va de 1.9-12.9 segundos con un promedio de 5.5 segundos en colegial, contra un promedio de 5.0 en profesional. El intervalo de descanso entre cada jugada, que tiene como máximo 40 segundos, es de 32.7 en colegial contra un intervalo de entre 26.9-36.4 segundos en profesional (medido en 1997). El Instituto señala que con la evolución en el juego, los intervalos se habrían reducido sistemáticamente en la NFL.
Desgaste físico a lo largo del partido
Otro estudio realizado en 2002 examinó los cambios fisiológicos, hormonales y bioquímicos que sufrieron los jugadores en el colegial a lo largo del partido, diferenciado entre titulares y suplentes. La evaluación considera aspectos como: potencia y fuerza máximas en un salto vertical realizado en una plataforma de fuerza.
Como resultado, los atletas tenían un rendimiento similar en su capacidad máxima de fuerza al inicio del encuentro, pero comienzan a reducir significativamente desde el final del primer cuarto. Curiosamente, al final del partido los jugadores recuperaron sus niveles máximos de fuerza.
Otra medición, con el análisis hormonal arrojó diferencias significativas en los niveles de cortisol (la hormona del estrés). Es mayor en los suplentes, por lo que su rendimiento disminuye y está condicionado ante su mayor dificultad por controlar el estrés. Lo mismo ocurrió con mioglobina, una sustancia que indica daño muscular.
La preparación para una temporada
Los jugadores también deben adaptarse físicamente desde que inician el campamento de entrenamiento. Su duración es de tres a seis semanas e implica actividad de alta intensidad, en ocasiones de hasta dos sesiones por día y un tiempo limitado para la recuperación. Tanto en colegial como en profesional hay restricciones sobre el número de prácticas que se pueden realizar por día, para evitar enfermedades asociadas al calor, frecuentes en esta época.
Además, hay otras medidas como un incremento gradual en el uso del equipo (desde sólo cascos hasta equipamiento completo), para evitar una deshidratación mayor por el calor acumulado por el equipo.
En 2011, el promedio de tiempo diario practicado para la NCAA fue 144 por sesión. Los jugadores no linieros corrieron un aproximado de 3.5 kilómetros, por 2.6 de los linieros, con la diferencia de las intensidades en las que se corre, que en algunos casos superan los 16 kilómetros por hora.
Justo antes de ingresar al colegial, el organismo de los jugadores sufre una maduración (entre los 16 y 17 años de edad), cuando se encuentran en Preparatoria. El seguimiento de los jóvenes prospectos empieza en esta época, para que el mejor talento disponible llegue a las mejores universidades. Pero también se tienen que entrenar con cuidado para evitar ejercicios inadecuados o emparejamientos desiguales que podrían terminar con el potencial de estos prospectos.
Es decir, estos jugadores novatos tienen tras de sí años de preparación sistemática, que respeta planes de trabajo específicos para que lleguen en su plenitud física al profesionalismo y, aun así, necesitan una adaptación aun más desgastante para ingresar al profesionalismo. Por ello, es que los jugadores profesionales son considerados super atletas y, con razón.