Un niño español que jugaba al fútbol con sus amigos, como cualquier otro, era David Villa. Él solo quería divertirse, jugar por placer, pero estuvo más de un año sin patear una pelota y eso lo hizo volver más fuerte.

Poco después de caminar, a David Villa le pusieron una pelota entre los pies y le enseñaron a patearla. Había aprendido bien, desde que se levantaba hasta que se acostaba, ese niño español estaba jugando. Risas, amistades y enojos, obvio, porque no le gustaba perder nunca.

Con una corta edad, recién por arrancar la escuela primaria, tuvo un accidente muy grave: estaba jugando con otro niño y este se le cayó encima, provocándole fractura en el fémur. No es algo común que este hueso se rompa, ya que es el más largo y fuerte de todos los del cuerpo humano. Debido a su fuerza, generalmente se necesita un alto grado de potencia para fracturarlo. Casi siempre se requiere cirugía para reparar este tipo de fractura en la pierna. Sino, la otra opción es enyesarlo hasta que se cure solo, pero el tiempo de recuperación es considerablemente mayor.

Los padres del pequeño David entraron en pánico por la gravedad del golpe, llamaron una ambulancia y salieron rápidamente hacia el hospital. La desesperación era total y el tema era de urgencia. Su padre, que siempre trabajó en la minería de Asturias, imaginaba que la recuperación seria larga, pero estaba convencido en que su hijo volvería a patear una pelota, lo que él tanto amaba y era su hobbie principal.

Como todo padre tuvo que decidir sobre su hijo: lo enyesaron para evitar la operación. Tras meses y meses de descanso total para la pierna perjudicada, Villa comenzó trabajos de fisioterapia.

Gracias a estos trabajos, David pudo crecer sin ningún problema y desde los 14 fue apuntándose para ser futbolista profesional. Desde el Sporting Gijón lo contactaron, realizó una prueba y quedó. La ilusión de cumplir el sueño que tan lejano se veía aumentaba cada vez más.

Debutó con el primer equipo en el año 2001. Jugó dos temporadas completas en Segunda División. En la primera de ellas anotó dieciocho goles en cuarenta partidos disputados y el equipo concluyó en quinta posición, a cinco puntos del ascenso; ​ en la segunda, mejoró sus cifras goleadoras logrando veinte tantos en treinta y nueve encuentros jugados. ​A finales de la temporada 2002-03, con el equipo asturiano sumido en una grave crisis económica, se concretó su traspaso al Real Zaragoza, recién ascendido a la Primera División de España por 2.7M de euros.

Del Zaragoza a Valencia rápidamente, ya que el Valencia redobló la apuesta por David y se lo llevó para su plantel. El futuro era prometedor. La negociación no fue fácil, pero se dio la compra. El estadio Mestalla lo esperaba con ansias para ver sus goles. Y el público ni te cuento…

Formó su nombre, se dio a conocer en el mundo y en España ya era El Guaje. El gran y peligroso Guaje. 107 goles en 166 partidos, una verdadera máquina. Hizo goles de todos los colores, pero faltaba lo mejor: el FC Barcelona lo esperaba.

Solo 40M pagó el club blaugrana. Si, solo 40M. Ese valor le quedaba corto. El Guaje venia de romperla en los equipos que ya había pasado, pero en el Valencia estaba logrando cosas realmente fabulosas.

Le faltaba la Champions League, y eso fue a buscar: Firmó por 4 temporadas con el Barca y debutó en una final con el Sevilla por la Supercopa de España. Jugó unos minutos y ya había sido campeón. Llegaba al mejor Barca de la historia, y lo sabía.

Rápidamente se adaptó al equipo, los compañeros lo recibieron muy bien y los hinchas también. Las paredes y asistencias con Leo Messi eran moneda corriente. Goles por todos lados, goles por doquier. Con la 7 en la espalda, Villa fue partícipe de aquel Barcelona campeón de la máxima competencia de Europa tras ganarle la final al Manchester United en el Estadio de Wembley de Londres, Inglaterra. El encuentro terminó con victoria del equipo español sobre los ingleses por 3–1, alzándose con su cuarto título en la competición. El Guaje fue El Guaje, y apareció en el minuto 69 para poner su nombre en el marcador.

Para La Furia Roja jugó del 2005 al 2017 un total de 98 partidos y mojó 59 veces. Pero… Villa no es cualquier jugador para su país: El 25 de marzo de 2011 se proclamó máximo goleador de la historia de la selección española, tras anotar los dos goles que dieron la victoria al combinado nacional en un partido correspondiente a la fase de clasificación para la Eurocopa 2012 disputado ante la República Checa.

Jugó en el Atlético de Madrid en el 2013 y 2014, hasta marcharse al New York City, donde se convirtió en el primer fichaje de la historia del club, equipo que comenzó a competir en la Major League Soccer de Estados Unidos en el 2015.​ Debido a ello, el 5 de junio se confirmó su cesión al Melbourne City F. C. australiano durante el primer periodo de la temporada 2014-15.​

Debutó el día 11 de octubre en el partido inaugural de la campaña frente al Sydney F. C., en el que logró anotar un gol y que finalizó con el resultado de 1-1.​ El 19 de octubre anotó de nuevo el tanto de su equipo en un empate 1-1 contra el Newcastle Jets. Aunque en principio se esperaba que jugase diez partidos en el torneo australiano, Villa adelantó su regreso a Nueva York para cumplir con sus obligaciones publicitarias y solo disputó cuatro encuentros en los que marcó dos goles.

Después de cuatro temporadas en Estados Unidos, en las que jugó ciento veinticuatro partidos y anotó ochenta goles, se fue a Japón, a jugar sus últimos partidos como jugador profesional. En el 2019 colgó los botines.

Si volvemos en el tiempo, Villa tuvo una gran carrera a nivel clubes, la vitrina está llena y con torneos de gran categoría. Con la Selección disputó 3 Copas del Mundo: Alemania 2006, Sudáfrica 2010 y Brasil 2014; jugó 12 partidos y anotó 9 goles. Fue campeón del mundo siendo uno de los máximos referentes del plantel y tiene una Eurocopa en su poder (2008) y es el máximo goleador de todos los tiempos en la historia de España. El Guaje David: el que se rompió de chico y la rompió de grande…