Año 2004, Boca visitaba el Monumental lleno de hinchas de River que querían ver triunfar a su equipo en la semifinal vuelta de la Copa Libertadores pero el pibe de Fuerte Apache silenció el estadio: la famosa gallinita de Tévez nacía.

Noche fría la del 17 de junio, pero de 2004 en la República Argentina. Boca, con la Azul y Oro patrocinada por Pepsi visitó el estadio de River Plate con el objetivo de eliminar a su archirrival de la Copa Libertadores y jugar una nueva final del torneo más importante de América.

El partido de ida en La Bombonera había terminado 1-0 para el Xeneize, con anotación de Rolando Carlos Schiavi. En ese encuentro, los equipos terminaron con hombres de menos: fueron expulsados Raúl Cascini, Marcelo Gallardo y Ariel Garcé. El motivo del enganche de La Banda fue por un encontronazo con el 5 de Boca que terminó con el famoso arañazo del Muñeco a Roberto Abbondanzieri.

En la ida ya era un partido caliente, pero lo lindo se puso después. Fue un día jueves el segundo partido y Héctor “La Coneja” Baldassi impartió justicia. Boca, dirigido tácticamente por Carlos Bianchi, inició el encuentro con una disposición en el campo de 4-4-2.

El equipo era Abbondanzieri; el colombiano Perea, Schiavi y Burdisso junto a Clemente Juan Rodríguez; Pablito Ledesma y Cagna por los costados, Fabián Vargas y Villareal por el centro; Guillermo Barros Schelotto y Carlos Alberto Tevéz fueron los atacantes. Asimismo, en el banco Bianchi había dejado al Chipi Barijho, el brasileño Pedro Iarley y el joven Franco Cángele, el tapado de Carlos.

River, dirigido por Leonardo Astrada, tenía a Lux bajo los tres palos; Tuzzio, Coco Ameli, Ricardo Rojas, Claudio Hunsaín, Chacho Coudet, Javier Mascherano, Luis Gonzalez, Rolfi Montenegro, Fernando Cavenaghi y Maxi López (que rápidamente lo compró el F.C Barcelona).

Yendo a lo que fueron los minutos de juego, a los 46 recién hubo una jugada importante, que fue la expulsión de Fabián Vargas. Solo 20 segundos de la segunda parte pasaron para que el mediocampista consiga la doble amarilla y se vaya a los vestuarios. El número 11 tuvo un error casi inocente y lo pagó caro.

A los 51 minutos, tras una arrasada de Lucho Gonzalez por derecha, este mismo la cruzó y festejó con su gente. River se adelantaba en el marcador y ponía el 1 a 1 global.

Rubens Sambueza, a los 84, se fue expulsado ya que consideraron los árbitros que se había pasado verbalmente. River lo sufría, porque dejaba el sector izquierdo del Millonario descubierto.

A los 88 minutos, Cángele que había ingresado hacia poco, encaró por el andarivel izquierdo y desbordó hasta el fondo y colocó un centro atrás formidable para que Tévez, la figura de aquel equipo Xeneize, ponga el 1 a 1 parcial que silenciaba todo un estadio.

Carlos, con la pierna menos hábil, le daba la ilusión a Boca de volver a ser campeón de la Copa Libertadores de América, ¿su objetivo? No, su obsesión. Baldassi decidió expulsar a la joya que tenía el conjunto visitante por los gestos inapropiados hacia la hinchada de La Banda.

Nasuti, de cabeza, puso el 2 a 1 pero por penales terminó accediendo el equipo de La Ribera tras una noche mágica para el Pato Abbondanzieri. Roberto Carlos fue el salvador y Boca pudo jugar la final ante Once Caldas.

“Cuando entramos al vestuario, yo no entraba dentro de los 18. A los cinco minutos, volvió Carlos (Bianchi) y me dijo ‘cambiate vos’. Estaba Pablito Jerez en el banco. Deja el lugar y entro yo en el banco. Después resulta que termino echando el centro atrás y se generó lo del famoso centro. En principio, no me tocaba”, expresó el asistidor para que Carlitos escriba la historia.

Bianchi todo un estratega porque supo contener un equipo con uno menos un tiempo completo. Cángele hizo lo que le pidió el DT. Abbondanzieri se lució y Tévez, en un acto de “festejo de barrio”, “folklore” o como quiera llamarse, generó el famoso “silencio atroz”.