Edición número 50 de la Copa Libertadores y Estudiantes de La Plata, siendo sorpresa y jugando un muy buen fútbol, llegó a la final frente al poderoso Cruzeiro. Una instancia como esta no se juega todos los días. El 15 de julio, pero de 2009 fue y será un día histórico para todo el pueblo Pincha.

Tras eliminar en Octavos a Libertad de Paraguay, a Defensor Sporting en Cuartos y Nacional en Semis, el conjunto dirigido tácticamente por Alejandro Sabella llegó a la instancia final donde se verían las caras junto al Cruzeiro, el mejor equipo de Brasil de ese momento. A principios, el partido prometía mucho, pero el favorito era la institución de Porto Alegre por sobre encima del equipo que había llegado desde el repechaje hasta esa instancia. Pero el partido crucial fue la vuelta: 21.50 en toda la República Argentina y Estudiantes estaba convencido que podía gritar campeón si realizaba un partido inteligente en el Estadio Mineirao de Belo Horizonte. Mariano Andújar; Christian Cellay, Rolando Schiavi, Leandro Desábato, Germán Ré; Enzo Pérez, Rodrigo Braña, Juan Sebastián Verón, Leandro Benítez; Gastón Fernández y Mauro Boselli fueron los elegidos por Pachorra para buscar ser tetracampeones de América.

El conjunto que Platense había arrancado “dormido” los segundos 45 minutos y lo pagó caro de entrada: a los 6 minutos del segundo tiempo Henrique puso el 1-0 para los locales. A los 11 minutos Verón se tiró por la izquierda, apiló un par de jugadores y sacó un pase magistral para el ingreso de Cristian Cellay por la derecha, quién le sirvió con un centro preciso para el empate de Gastón Fernández.

La Gata, quien era uno de los dos emblemas ofensivos del equipo de Sabella, la empujó y pudo empatar el partido. 57 minutos de una final que parecía difícil para el conjunto argentino pero que seguía intentándolo. Con posesión de balón, pero también con ideas en la ofensiva, Juan Sebastián Verón, con sus tradicionales medias bajas, envió un centro al área realizado casi con un guante.

Mauro Boselli, el goleador que tenía el equipo pincharrata, apareció como el salvador, saltó impresionantemente y parecía que se había quedado elevado, casi flotando, hasta impactar de lleno la pelota y mandarla a guardar. Fabio, el arquero del conjunto local, no pudo evitar que el esférico toque la red. Juan Sebastián Verón, con 34 “pirulos”, había sido el director de orquesta; el Chapu Braña el incansable 5 que corrió, metió y raspó; Enzo Pérez con un ida y vuelta imparable y Leandro Benítez generando espacios para los delanteros.

El mediocampo, sin dudas, había cumplido un rol fundamental.Después, a pura garra, entrega y pasión, Estudiantes aguantó el resultado y festejó. Si, festejó su Cuarta Copa Libertadores. Aquel temible equipo brasilero que daba miedo había sido opacado por un equipo a puro corazón. Aquella noche no había lugar para la cobardía, el coraje se impuso.