En el año 2004 Huracán de Tres Arroyos ascendió a la Primera División Argentina por primera vez en su historia y solo un año después, luego de dos campeonatos cortos, volvió a descender. 2 victorias, 11 empates y 25 derrotas fue el saldo que dejó el equipo en su paso por la máxima categoría, el mismo que llevó a algunos medios a asegurar que aquel había sido el peor equipo en la historia del fútbol argentino. Sin dudas que ese mote es una reducción totalmente injusta de las vivencias de un pequeño club que consiguió una hazaña impresionante que no mucha gente conoce.

Tres Arroyos es un pueblo ubicado al sur de la provincia de Buenos Aires y actualmente es habitado por 65 mil personas. Allí es donde nace Huracán, nombrado en honor al histórico club de Parque Patricios que incluso algunos ubican como el sexto más grande de Argentina. Hoy, el de Tres Arroyos juega la liga interna de su ciudad, al igual que lo hacía en 1998, cuando un grupo de jugadores extraordinarios comenzó el meteórico ascenso a la primera división.

En aquella época, se decía que El Globo no podía ir a jugar más allá de los 100 kilómetros de distancia de su pueblo, porque simplemente no lograba clasificarse a las instancias que así lo requerían. Pero hubo una persona decidida a cambiar para siempre el rumbo de la institución: Roberto Lorenzo Bottino, un exitoso empresario de Tres Arroyos que, al no tener familia, volcaba todas sus energías en el fútbol. No era el presidente, pero sí el que tomaba todas las decisiones. Bottino se ocupaba de que el equipo tenga todas las comodidades, como cuando se encargó de conseguir prestado un avión militar para que los viajes sean más rápidos.

Llegar desde la liga local hasta la máxima categoría no solo es producto de una buena gestión dirigencial, sino también, claramente, de tener grandísimos jugadores. De hecho, del equipo que jugó en primera división hubo siete que habían sido refuerzos para jugar el torneo tresarroyense: Máximo Di Crosse, Guillermo Quintana, Jorge Izquierdo, Claudio Novillo García, Gustavo Guevara, Ivan Dragojevic y Marcos Dragojevic. Por lo que en 1998 más de la mitad del equipo tenía nivel para estar cinco categorías más arriba de lo que realmente estaba.

Tras llegar a la segunda división argentina en tan solo tres años, el club decidió cambiar al director técnico, que en ese momento era Hugo Tenaglia, y contrató a Eduardo Anzarda, un ex jugador de River y la primera venta en la historia de un club argentino directamente al Real Madrid. El Chavo hizo notar su experiencia desde el primer momento: pidió fichar una defensa completamente nueva. En ese mismo año logró disputar el partido por el ascenso contra Lanús, que finalmente terminaría perdiendo.

Sí algo destacaba de ese equipo era lo bien que jugaba, tanto que mientras Huracán de Tres Arroyos iba ganando aquel partido de repechaje, el reconocido periodista Alejandro Fabbri comentó en la transmisión que los jugadores se estaban “divirtiendo”. También en esa época, Rúben Darío Insúa, actual entrenador de San Lorenzo de Almagro y ex Barcelona de Ecuador o Alianza Lima entre otros, colaboraba con el Diario Olé y en una de sus columnas escribió que Huracán era “el que mejor jugaba al fútbol en Argentina”.

En la siguiente temporada, el club daría un salto de calidad con la compra de Rodrigo Palacio, que todavía no había jugado ni en Boca Juniors, ni en el Inter de Milán, ni en la Selección Argentina, como finalmente lo terminaría haciendo, pero ya demostraba su gran nivel. Palacio es oriundo de Bahía Blanca, una ciudad aledaña a Tres Arroyos, y su padre había jugado en Huracán durante su juventud, por lo que no fue difícil ficharlo. La Joya duró solo un año y medio en la institución y luego se fue a Banfield. Debido a las conexiones que el Betis de España tenía con el Chavo Anzarda, ídolo allí, le realizaron una prueba al joven Rodrigo y decidieron no tomarlo, una decisión que probablemente sigan lamentando.

En el tercer año se logró el ansiado objetivo del ascenso. Jugaron un repechaje contra Atlético de Rafaela y tras conseguir la victoria, la propia hinchada rival aplaudió de pie a Huracán por su buen fútbol. En Primera División no les fue como esperaban, Bottino ya estaba mayor (murió en 2005), no intervenía en las decisiones del club y aunque actualmente el estadio lleve su nombre, la edad no le permitió evitar el rápido descenso.

El corto paso no privó a los jugadores de hacer grandes partidos como el empate contra el cuatro veces campeón de la Libertadores Estudiantes de La Plata o esa visita a la mítica Bombonera que terminó en derrota tras dominar gran parte del encuentro y que luego Martín Palermo convirtiera dos goles para darle la victoria a Boca Juniors. En conclusión: no es la idea apuntar a otro equipo como el verdadero peor de la historia en Argentina, pero Huracán de Tres Arroyos seguro que no lo es.