Con 63 años falleció Andreas Brehme, el lateral zurdo que convirtió de derecha el penal en la final de Italia 1990, el gol que le dio a Alemania su tercera Copa del Mundo, justamente ante la Argentina de Diego Maradona. Final repetida; dulce venganza de la final de México 1986. Cuatro años antes, en Monterrey y por los cuartos, él había anotado de izquierda ante Pablo Larios. En Mundiales sumó dos más de zurda y uno de derecha, lo que habilita a afirmar que fue uno de los ambidiestros más importantes de todos los tiempos. Además es el primer jugador que definió un Mundial con su gol, ya que Italia ‘90 tuvo a la primera final que se definió por un exiguo 1-0, y sigue siendo el único en hacerlo dentro de los 90 minutos.

En la temporada 1980-81 empezó lo que terminó siendo una gran carrera. Sus primeros pasos fueron en  segunda división con el Saarbrucken. Allí, en su primera experiencia como futbolista profesional de la máxima categoría de su país se hizo presente en 38 partidos y aunque su terreno natural estaba en el fondo de la cancha, pudo festejar en tres ocasiones. Ya demostraba que estaba hecho para grandes desafíos por su carácter y su juego dentro del verde césped. 

Luego pasó cinco temporadas en el Kaiserslautern, un humilde club de Alemania que soñaba con la Bundesliga a pesar de no ser el más fuerte desde lo económico. Con un plantel modesto, el lateral era de los más destacados y el Bayern Múnich lo miraba con buenos ojos. Durante el Mundial de 1986, Brehme se convirtió en refuerzo del poderoso club bávaro. Ya estaba en la élite del viejo continente y era representante internacional. Con el conjunto que vestía completamente de rojo ganó sus primeros títulos: la Bundesliga y la Supercopa de 1987. Y ahí apareció el Inter con el desafío de la Serie A, que por entonces era el campeonato más competitivo del planeta.

Andi, como lo conocían sus compañeros y lo nombraban sus admiradores, fue un crack con cualidades únicas. No era normal ver un futbolista que manejara ambos perfiles de igual manera y con tanta facilidad. Tenía la virtud, que la transformaba en ventaja, de poder gambetear y salir hacia afuera, buscando una asistencia de centro o cerrar hacia adentro para generar la ocasión él mismo con sus disparos de larga distancia tan característicos. Con estas virtudes, el Inter decidió comprarlo para la temporada 1988-89, en la que fue compañero del argentino Ramón Díaz. Al año siguiente, con la partida de Díaz, el nerazzurro se quedó con Lothar Matthaus y sumó a Jürgen Klinsman para solidificar el tridente alemán y competirle al trío holandés del Milan, con Van Basten, Gullit y Rijkaard. Compra acertadísima en una Serie A que solamente permitía tres extranjeros.

Con el club nerazzurri ganó el Scudetto del ’89, la Supercoppa del mismo año y la Copa UEFA dos después. Así lo despidieron desde la cuenta oficial de Inter:

Un breve paso por España para jugar en el Real Zaragoza le terminó dando la razón de que debía retirarse en su país. ¿Dónde? Con los colores del Kaiserslautern, institución en la que comenzó a ser realmente Andreas Brehme. Cinco temporadas más le depararía allí, acompañadas de varias sorpresas. 

En 1996 ganaría la Copa de Alemania, pero también marcaría el descenso del club. El año siguiente ganó la segunda categoría del fútbol alemán y volvió a soñar, junto con todos los hinchas del club, con concretar la epopeya cerrando su carrera con un broche de oro. Y eso llegó en 1998, cuando Andi consiguió la Bundesliga y levantó el famoso “plato de plata”. Las estadísticas hablan por sí solas. Explican el por qué el Kaiserslautern lo ama tanto: 319 partidos, 53 goles y 19 asistencias.

Pero no sólo destacó en los clubes, en el recuerdo quedará vistiendo el trikot de su país, Alemania. Allí anotó un total de 8 goles en 86 partidos. ¿No parecen tantos? La fiesta alemana que desató en el estadio Olímpico de Roma cuando su derechazo esquinado hizo estéril la adivinación de Sergio Goycochea queda en la memoria colectiva de una generación que puso fin a la Guerra Fría y veía como Alemania se unificaba sólida, orgullosa, campeona del mundo.

Terminó siendo el villano de una historia en la que, por un penal mal cobrado por el árbitro Edgardo Codesal, le pudo dar alegría a los suyos y un sentimiento de pena y enojo a todo el pueblo argentino. “Antes había habido un penal a Klaus Augenthaler, que no fue sancionado. Pero el que yo marqué no fue. La barrida fue correcta, pero es peligroso hacerla”, manifestó Andreas Brehme tras lo sucedido aquel 8 de julio de 1990.

Siguiendo con los goles, hubo muchos variando ambos perfiles:

La partida de defunción consigna que la causa de su fallecimiento fue un paro cardíaco. El fallo de su corazón no le dio tiempo a los médicos de poder salvarle la vida. Múnich fue la última ciudad donde vivió pero es una leyenda del fútbol internacional. 

Andreas Brehme y Diego Maradona: el respeto entre cracks

Reconocido fanático de Diego Armando Maradona, Andi sufrió la pérdida del 10 hace tres años porque lo consideraba uno de los tantos “amigos” que le dio el fútbol. 

“Creo que la increíble popularidad de Diego no es fácil de manejar. Es natural que enfrentes algunas críticas cuando estás todos los días en la primera plana de los diarios. Argentina debería estar muy orgullosa sobre las fantásticas superestrellas que nacieron y se criaron ahí”, expresó el nacido en la ciudad de Hamburgo.

Enfrentó a Pelusa en distintas ocasiones: Argentina-Alemania, Napoli-Bayern, Napoli-Inter y Sevilla-Zaragoza.

Esa fue la historia de Andreas Brehme, el hombre que se hizo cargo de un penal injusto. Y que también, desde la admiración, expresó: “Todo el mundo estaba rendido a los pies de Diego como futbolista. Claro que fue el mejor jugador del mundo. Para que se den una idea, era Messi y Cristiano Ronaldo en una misma persona”. Muere quien se olvida, y Brehme tiene asegurado su lugar eterno en el altar del recuerdo.