Parecía imposible, porque todo lo que no fuese ver a Novak Djokovic campeón en Wimbledon era una sorpresa, y porque Carlos Alcaraz no había alcanzado a despuntar en el césped. Antes de Queens, prácticamente no era candidato a ser campeón en la superficie, ya que el año pasado apenas había alcanzado la 4R de Wimbledon, en la que perdió con Jannik Sinner, y no había mostrado una mínima adaptación.

En el comienzo del año, con el N1 en su poder y su estilo habitual, el español sonaba como el gran candidato en Roland Garros, por sus condiciones, por su juego y por su naturaleza. Fue campeón en Buenos Aires y finalista en Río de Janeiro en un partido definitorio que terminó completamente desnaturalizado por la condición física de él y Cameron Norrie, y también se consagró en Barcelona y Madrid.

Con esas cartas, partía como favorito para la Copa de los Mosqueteros, pero en la semifinal ante Djokovic los calambres le jugaron una mala pasada y terminó cayendo en cuatro sets. Lejos de ser una desilusión, tuvo la resiliencia de los grandes deportistas históricos y casi un mes después, lo vengó en el patio de su casa y le cortó un invicto de 2194 días sin perder en La Catedral. Lo que podría haber sido un trauma, fue una fortaleza.

Mentalmente, se lo ve uno o dos escalones más arriba que al resto de los tenistas de su edad. Es muy complicado que se vaya del partido: su concentración en cada punto es su principal aliada. Hoy, él y Djokovic están a otro nivel del resto, y no por su nivel estrictamente tenístico, sino por el psicológico.

¿Por qué Alcaraz pudo hacer un giro de 180 grados en el césped? Sus condiciones, con tiros de gran precisión, gran velocidad, buen juego en la red y también a la hora de defender, son increíblemente adaptables para Wimbledon. Era más una cuestión de creérsela que otra cosa. Debe ser uno de los pocos españoles que pisa fuerte y se adapta a los 20 años al césped, más allá de Nadal. España es una nación muy fuerte en tierra batida, pero que jamás se ha caracterizado por tener muchos jugadores en hierba.

Para lo que se preveía, con tan solo dos décadas de vida, ha hecho lo más difícil antes que lo más fácil: triunfar en los grandes escenarios de cemento y césped, previo a hacerlo en tierra batida. Ser polivalente, a la hora de ganar torneos de Grand Slam, es una carta fundamental. Seguramente, Alcaraz no tardará en ganar Roland Garros. Cuando lo haga, se consagrará como el elegido para ser el tenista total, algo que fueron Federer, Djokovic y Nadal, y que él, aún con esa pequeña deuda, ya es.

El éxito de Carlos Alcaraz reflejado en sus ingresos

Apenas con 20 años cumplidos hace dos meses, ya lleva ganados 19.6 millones de dólares en premios, con casi 970 mil dólares ganados por cada año de vida.

Con tan solo dos años y medio de carrera en los grandes escenarios, tiene un promedio de más de 650.000 euros ganados por cada mes desde su debut en el main draw de un Grand Slam.